María Caridad Colón, la cubana que hizo subir por primera vez a lo más alto del podio olímpico a la mujer latinoamericana, volvió a ser noticia el pasado 10 de junio al conocerse de su candidatura a miembro del Comité Olímpico Internacional (COI).

De ser electa en la sesión virtual de ese organismo en el venidero julio, la baracoense, ganadora de la corona de laurel en el lanzamiento de la jabalina de los Juegos Olímpicos de Moscú-1980, sería la tercera dama al sur del Río Bravo en integrarsea la actual membresía, que hoy es de cien nombres.

Dos féminas, con más carrera política que deportiva, son las únicas de esa región que aparecen en el coi: la exnadadora sincronizada de Aruba, Nicole Hoevertsz, participante en la lid bajo los cinco aros de Los Angeles-1984, en justas centroamericanas y del Caribe y eventos mundiales, llegó a ser subsecretaria permanente del Consejo de Ministros de su país; mientras la expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, practicó ciclismo y natación, de manera recreativa.

Como afirmó Tomás Bach, presidente del COI, al evaluar la presente candidatura, la cual incluye a la croata Kolinda Grabar-Kitarovic, la saudí Reema Bandar Al-Saud, el mongol Battushig Batbold y el británico Sebastian Coe, este último en su condición de presidente de la World Athletics, «con la elección de estos cinco candidatos el movimiento olímpico se beneficiaría de una gama extremadamente valiosa de habilidades y experiencias. También estaríamos elevando la membresía femenina a 39 personas».

Cuba ha tenido cuatro asientos en el coi. Porfirio Franca y Álvarez de Campa fue el primero, entre los años 1923 y 1938, Miguel Ángel Moenck y Peralta (1938-1969), Manuel González Guerra (1973-1993) y Reynaldo González López (1995-2015).

Hoy son más de 200 los comités olímpicos nacionales (con) que integran el organismo rector del deporte, pero solo el 36 % de ellos, 74, tienen al menos un escaño. Cinco pabellones, los de Canadá, Estados Unidos, Suiza, Francia y China, son en la actualidad los únicos con tres miembros del coi, en tanto otros 16 poseen dos.

No hay que sacar muchas cuentas para concluir que es bien difícil encontrar un espacio en Laussana, sede de la entidad que vio la luz, gracias a los esfuerzos del francés Pierre de Coubertin, el 23 de junio de 1894. El coi tiene un documento rector, que es su reglamento normativo, llamado Carta Olímpica, en el cual fija los requisitos en pos de un escaño.

Establece una mayoría (no más de 70), que no necesita de una función o cargo específico, pero en este caso ningún país puede contar con más de uno; destina 15 cupos de atletas activos, e igual cantidad de presidentes o dirigentes al más alto nivel de las federaciones internacionales (fi), de las asociaciones de fi o de otras organizaciones reconocidas por el COI, y también 15 a los que desempeñen puestos de presidentes o dirigentes al más alto nivel de los con o de asociaciones mundiales o continentales de con. Para estos tampoco se permiten dos de una misma nacionalidad. Son elegibles por ocho años y son baja natural a los 70.

Existe un alto grupo de miembros honorarios, que hoy llega a 48. Para tal distinción, la Carta Olímpica legisla permanecer por más de diez años con servicios excepcionales. En cambio, los miembros de honor son personas externas al coi, con eminentes asistencias. En estos momentos hay solo dos: el estadounidense y exsecretario de Estado, Henry Kissinger, y el senegalés Youssoupha Ndiaye. Y contempla al Presidente de honor, silla ocupada por el anterior jefe, el belga Jacques Rogge. Todos con opinión, pero sin voto.