Último golpe de chekeré para Don Pancho Terry
Desde hoy el Rey del Chekeré calla para siempre, pero el don de su música está más vivo que nunca. La música cubana despide con profundo pesar al músico y gran percusionista cubano Eladio Severino Terry González, más conocido como Don Pancho Terry. Víctima de una insuficiencia renal aguda, este genio del arte falleció en La Habana este martes a los 78 años de edad.
Terry nació en Florida, Camagüey, el 8 de enero de 1940 con un talento natural para la música que, a pesar de sus orígenes humildes, lo condujo por una vida de éxitos. Premonición o no, bien pronto fue bautizado como Don Pancho Terry y su incursión magistral en los instrumentos percutidos fue de manera autodidacta.
Su formación académica mucho más tarde fue en los estudios de flauta y violín. Su carrera a partir de entonces se movería en ascenso y para finales de los años 50, Don Pancho integra la charanga Las maravillas de Florida. Sin interrumpir sus presentaciones con este conjunto, continúa estudios en el Conservatorio Amadeo Roldán.
Casi tres décadas permaneció en Las Maravillas, cuyo equipo dirigió entre 1970 y 1979. Con ellos grabó los fonogramas Viene la Maravilla y Orquesta Maravilla de Florida y recorrió varios países africanos, en los cuales pudo profundizar sus conocimientos sobre la percusión de ese continente, que antaño influenció el espectro rítmico cubano.
Luego, la carrera de Terry se consolidaría en la Orquesta Sinfónica de Camagüey y en la Orquesta Sensación. Esta última lo llevó hasta La Habana y a probarse una vez más como director en la década del 90. A partir de entonces es probable que los más jóvenes lo recuerden como el Rey del Chekeré, pero lo cierto es que su soberbia interpretación del instrumento ya lo había consagrado. Este fue, en cambio, el punto de partida para su vinculación sempiterna con el jazz.
Desde entonces, modificó la manera de concebir el chekeré, que no sería más un simple instrumento acompañante, sino un eje de la percusión, muy especialmente en el latin jazz, con posibilidades de lucimiento y ejecución de solos.
Sus esfuerzos en este sentido tuvieron también un capítulo en las escuelas de arte y estuvieron muy bien acompañados por el showman cubano Bobby Carcassés. De esta faceta destaca su participación en los discos Jazz timbero y Cubanísimo, del propio Bobby.
Durante su carrera grabó con reconocidas agrupaciones y artistas como: Los Van Van, la Orquesta Sinfónica de Matanzas, Manolito Simonet y su trabuco, Sergio Vitier; y en los fonogramas La rumba soy yo, y Lágrimas negras, ambos premios Grammy Latinos.