Manuel Mendive toma Bellas Artes

Es casi literal: Manuel Mendive (La Habana, 1944) ha tomado el edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes. Su megaexposición Pan con guayaba, una vida feliz, inaugurada el pasado viernes, ocupa varios espacios de la institución habanera. Sus figuraciones inconfundibles —pinturas, esculturas, instalaciones— sorprenden a los visitantes en el patio, en los pasillos o, incluso, en las salas de exhibición de la colección permanente, en diálogo intencionado con la obra de otros grandes artistas, como Wifredo Lam o Amelia Pélaez.

Se trata de una curaduría ambiciosa, que articula un discurso de hondo calado poético. En la galería para muestras transitorias del tercer nivel se exhibe el núcleo principal. Es un viaje a los orígenes, que pudiera entenderse como el proceso de consolidación de una de las poéticas más significativas de la plástica nacional.

Criaturas prodigiosas: pájaros, deidades, mujeres y niños; vegetación pujante que parece danzar, y cientos de conchas y caracoles que remiten a mitos, leyendas; un acervo religioso que tiende puentes a la madre África y que encontró lírica concreción en estas tierras: es el arte de Manuel Mendive, pleno y sugerente.

El título puede ofrecer muchas pistas. Evoca los años en el que niño que fue Mendive iba atesorando las experiencias, las imágenes que luego devolvería en creaciones maravillosas. A ese niño —lo cuenta en el texto que escribió para el volante de la exposición— le encantaba el pan con guayaba. El Mendive de hoy apuesta siempre por la felicidad. Aunque no sea la que los demás esperen: la realización personal es uno de los pilares de su visión del mundo.

La exhibición estará abierta hasta el mes de julio. Se ha concebido a la memoria de Juan Delgado Calzadilla, Juanito, fallecido hace algunos años, promotor de decenas de artistas cubanos. Es un empeño del Museo Nacional de Bellas Artes, el Mendive Art Project y Génesis Galerías de Arte, con curaduría de Darys Vázquez y Laura Arañó.