Legendaria cantante, actriz y pianista que estrenó obras fundamentales del repertorio lírico, folkórico y popular. Llamada “La Única” por el pueblo de Cuba.
Nació en Guanabacoa. Se graduó como pianista en 1917 en el Conservatorio de Música y Declamación Peyrellade, con Carmelina Pascual (solfeo), Pablo Meroles (teoría de la música, armonía, piano y canto) como profesores. Más adelante, en Nueva York, fue discípula del profesor italiano de canto Alberto Bimboni.
Ofreció recitales de piano en conciertos benéficos. Contrajo matrimonio en 1918, y aunque su esposo no deseaba que continuara dentro del mundo del espectáculo, Rita insistió en su vocación.
El 16 de marzo de 1922 participó en los Conciertos de Música Cubana organizados por el compositor Eduardo Sánchez de Fuentes, acompañada por la orquesta dirigida por Gonzalo Roig. El 10 de octubre del mismo año cantó en la inauguración de la radio comercial en Cuba con la orquesta dirigida por Luis Casas Romero.
En 1923 se presentó en el Teatro Nacional (hoy Gran Teatro de La Habana), en el teatro Luisa, de Cienfuegos y en el Principal de la Comedia, de La Habana, en un concierto de música sacra.
Cantó con la soprano Lola de la Torre el dúo de La gioconda de Ponchielli, en la sala Falcón. La intervención fue reseñada por Alejo Carpentier al día siguiente en la prensa, donde llamaba la atención sobre el timbre de voz exquisito de la Montaner y su seguridad al atacar las notas altas.
Ese mismo año se presentó con Ernesto Lecuona al piano en un festival de canciones cubanas. En 1924, cantó una obra de Jorge Anckermann –Marita– a dúo con Alejandro García Caturla y entre otras actuaciones, ofreció un recital de lieder del compositor Guillermo M. Tomás.
En 1926, estando en los Estados Unidos, aceptó un contrato con la compañía Follies Schubert con la que recorrió gran parte de los estados de la Unión. En el teatro Apolo de Nueva York hizo una temporada con la orquesta del catalán Xavier Cugat. Tras seis meses de actuación regresó a Cuba.
Ernesto Lecuona la escogió para interpretar en su zarzuela Niña Rita o La Habana de 1830 (estrenada en el teatro Regina el 27 de septiembre de 1927) el papel de un calesero que cantaba y bailaba. Su interpretación en esa obra del Ay, Mamá Inés de Eliseo Grenet, se convirtió en un éxito apabullante. Cantó además en la revista La Tierra de Venus, también de Lecuona, y popularizó Canto siboney.
Entre 1928 y 1929 hizo decenas de grabaciones para la firma Columbia. Se presentó con todo éxito en el teatro Palace de París con un grupo de artistas cubanos –entre ellos Sindo Garay, quien hizo dúo con su hijo Guarionex–, actuación que hizo exclamar a Carpentier que Rita Montaner se había creado un estilo en el que gritaba, a voz abierta, canciones arrabaleras que sabían a patio de solar, batey de ingenio, puesto de chinos, fiesta de chinos y pirulí premiado.
Regresó a Cuba y se presentó en el propio 1929, en los teatros Encanto, Payret, Nacional y Campoamor. Fue contratada para presentarse en España, donde cantó zarzuelas con el aplomo y desenfado que le daban su voz y extraordinaria personalidad. Ya era un ídolo cuando a inicios de la siguiente década presentó en Cuba la María La O de Lecuona.
En 1931 hizo temporada como contrafigura con el afamado Al Jolson, en su show. Giró con la obra musical Wonder Bar (con Jolson y Ethel Waters) por Detroit, Washington, Boston, Baltimore, Filadelfia, Cleveland y Chicago.
Su espíritu inquieto la llevó a actuar en México en 1933 donde lanzó a su pianista acompañante, Bola de Nieve (Ignacio Villa), como solista. Al año siguiente actuó de nuevo en Estados Unidos y Buenos Aires con Rafael Betancourt como pianista.
En 1935, de regreso en La Habana, empezó a orientar su repertorio más hacia lo afrocubano. Estableció relaciones de trabajo con el compositor Gilberto Valdés y desde entonces se convirtió en una de las más importantes intérpretes de su obra. A propósito de la cantante comentó en una entrevista el maestro Gonzalo Roig que Sangre africana no tendría mejor intérprete que Rita Montaner, pues los aportes que ella solía hacer a las canciones se perpetuaban y eran respetados por los propios autores.
En 1937 ofreció el primer concierto con música afrocubana de Gilberto Valdés en el Anfiteatro de La Habana junto al cantante Alfredito Valdés, un grupo de tambores africanos y la orquesta dirigida por el autor, quien años después recordaba que Rita era extremadamente patriota y la voz de Cuba era lo que más valía en el mundo para ella. Rita podía cantar desde una voz de contralto a una voz de soprano ligera, pero no cambiaba la música cubana por la música internacional.
Por esos años la Montaner representó el papel protagónico de las mejores obras de la zarzuelística cubana: Cecilia Valdés (de Gonzalo Roig), Rosa la china, El Cafetal (de Lecuona). Participó en las películas cubanas Sucedió en La Habana (1938) y El romance del palmar (1938), de Ramón Peón García. Cantó en Radio Caracas, Venezuela, y, de vuelta a La Habana, interpretó el rol protagónico del sainete lírico de Rodrigo Prats Amalia Batista (1940). A fines de ese año fue la figura central, en Nueva York, del espectáculo de Broadway Havana-Madrid.
En 1941 protagonizó en CMQ Radio la novela Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde. Actuó con Hugo del Carril en el teatro Nacional y apareció en la película Romance musical (1941) de Ernesto Caparrós.
En la década de los años cuarenta, Rita Montaner se acercó más al pueblo. Hizo teatro cubano o zarzuela española, cuando se presentaba la ocasión, pero cultivaba el sketch cómico, dado que era tan buena actriz como cantante. Cuando cantaba lo vernáculo, era tan estilizada y sofisticada, que lograba una manera particular de expresión sobre los temas más populares; era la época en que interpretaba el Golpe de Bibijagua, El Marañón, Ponme la mano Caridad.
A principio de esa década, por RHC Cadena Azul, hacía el personaje de La Chismosa, en el programa radial satírico-costumbrista que fue suspendido en 1942 por disposición del gobierno de Fulgencio Batista. Rita recibió el homenaje del Partido Socialista Popular en el cual Nicolás Guillén la nombró “Rita de Cuba”.
Guillén la ratificó como “La Única”, pues solo ella había hecho del solar habanero, de la calle cubana, una categoría universal.
Fue coronada Reina de la Radio en 1945 en un espectáculo en el que actuó junto a Chano Pozo y Abelardo Barroso.
Al año siguiente salió al aire por CMQ, Mejor que me calle, un espacio similar al prohibido antes en el cual Rita interpretaba a “Lengualisa”. En el Diario de La Marina se llegó a afirmar que Rita se burlaba de la politiquería en el poder y asumía su lugar junto al pueblo, porque por ella hablaba y protestaba el pueblo.
Hizo cine en México en 1947 (María la O, Angelitos negros, junto a Pedro Infante). Se presentó en el teatro Hispano de Nueva York con Bergaza al piano.
Con la llegada de la televisión, “La Unica” volvió a captar la atención del público con su programa Rita y Willy, con Álvarez Guedes como contrafigura. En septiembre de 1952 fue la figura principal de un gran espectáculo ofrecido en el teatro Blanquita (hoy Karl Marx), en el que debutó Benny Moré.
En 1953 fue contratada para presentarse en Radio Continente (Caracas, Venezuela) y luego, en La Habana, actuó en los shows del cabaret Montmartre Son y Danzón. Actuó en la revista La calle, junto a Benny Moré, el Trío Matamoros, Guillermo Álvarez Guedes, Maño López, Leopoldo Fernández, Aníbal de Mar y Mimí Cal.
Rita regresó a las tablas y vivió un resonante triunfo en 1956 con el personaje de Madame Flora en la ópera La Medium de Menotti, estrenada en la sala Hubert de Blanck con la orquesta dirigida por Paul Csonka.
Obtuvo otro éxito en 1956 con Mi querido Charles, con el actor argentino Adrián Cúneo y, al año siguiente, con Fiebre de Primavera, de Noël Coward. Mientras realizaba una de las representaciones, advirtió que se quedaba sin voz en el primer acto, pero se impuso sobre esa dificultad y logró terminarla. Esta fue su última actuación.
Falleció el 17 de abril de 1958. Antes se le tributó un gran homenaje televisado por CMQ TV y el Canal 4, además de veinte radioemisoras en cadena. Participaron decenas de los mejores artistas cubanos haciendo votos por su mejoría. Su sepelio fue multitudinario.