Vivió la mayor parte de su vida en el exterior. Dos veces fue deportado a España, una cuando era niño, acompañando a su padre, y la otra al fracasar la conspiración de Narciso López. Después vivió en Estados Unidos y finalmente, hasta el fin de sus días, en México.
En Nueva York pronunció conferencias de los compatriotas emigrados. Formó parte de la Sociedad Republicana de Cuba y Puerto Rico.
En Nueva Orleans participó en las luchas por la independencia de México y al triunfar Benito Juárez pasó al país azteca, donde fue secretario del Benemérito y diputado al Congreso Federal en siete ocasiones.
Durante la Guerra del 95 fue agente revolucionario de la República de Cuba en Armas ante el gobierno mexicano.
Poesías suyas aparecieron en el poemario "El laúd del desterrado".
El santiaguero Pedro Santacilia, conocido poeta cubano del destierro, comenzó su vida intelectual en las aulas como maestro y en las páginas de diarios, semanarios y otras publicaciones de Cuba y el extranjero. Fue un servidor consecuente de la soberanía de México, país en el que sentó raíces sin olvidar la causa cubana.
A instancias de Santacilia, México constituyó el primer país en reconocer la beligerancia de la República de Cuba en Armas, lo cual agradeció Carlos Manuel de Céspedes en carta al presidente Benito Juárez, el 9 de junio de 1869.
En primer término promovió un decreto presidencial, el 3 de abril de 1869, para recibir en los puertos de ese país barcos con bandera cubana y, después, presentó en el Congreso Mexicano un proyecto de ley de reconocimiento a la beligerancia.
A los 22 años recién cumplidos llega José Martí a la capital mexicana, el 10 de febrero de 1875, a reunirse con sus padres y hermanas, con las huellas en el alma y el cuerpo de las penas sufridas en la cárcel y la deportación. Ese mismo día conoce a Manuel Mercado, quien será su amigo hasta la muerte y la persona que le presenta a Santacilia, ya próximo a los 50 años, diputado federal y yerno de Benito Juárez (1806-1872), casado con su hija mayor Mañuela Juárez y Maza, desde mayo de 1863.
La mitad de la existencia de Santacilia transcurrió en México donde defendió la independencia de su segunda patria y de la tierra que lo vio nacer. La fantasía no alcanza a imaginar que le habrá preguntado el joven Martí sobre Juárez, de quien fue también secretario particular.
Hubo alguna coincidencia en ellos, ambos hijos de militares españoles, lanzados muy jóvenes al destierro, y patriotas que vivieron la mayor parte de su tiempo en el extranjero. La vida cubana de los dos resultó breve, pero intensa.
Pedro Antonio, nacido el 24 de junio de 1826, en Santiago de Cuba de la dominicana Isabel Palacios y del catalán Joaquín Santacilia vivió la tragedia del desterrado siendo un niño de 10 años. Su padre, teniente de granaderos, fue expulsado de Cuba por el capitán general Miguel Tacón, al fracasar el movimiento constitucionalista del mariscal de campo Manuel Lorenzo, Gobernador del Departamento de Oriente.
En 1845, con 19 años de edad, regresó a su ciudad natal donde se dedicó al magisterio y en poco tiempo llegó a colaborar con diversas publicaciones, entre ellas El Redactor, El Orden, Semanario Cubano, El Colibrí, Revista de Cuba, El Artista, El Almendares, La Piragua y La Semana Literaria.
Junto a otros intelectuales fundó, en Santiago de Cuba, la publicación Ensayos Literarios y fue Socio de Mérito del Liceo Científico, Artístico y Literario de La Habana. Pero la felicidad en su patria solo duró hasta cumplir 25 años de edad.
Se le formó expediente al igual que a otros jóvenes, por impedir un baile en El Caney, el 17 de agosto de 1851 y, el convocado nuevamente para el 10 de octubre de ese año en la Sociedad Filarmónica de Santiago de Cuba. El fundamento de la protesta juvenil expresaba el luto por el fusilamiento en Puerto Príncipe, Camagüey, de Joaquín de Agüero y otros patriotas, el 12 de agosto de 1851.
Fue deportado a la Península, en la primavera de 1852, tras guardar prisión en Santiago de Cuba y en El Castillo del Príncipe de La Habana, acusado de conspirador.
Meses después, en 1853, escapó de España a Gibraltar y luego a Estados Unidos; allí estuvo en Nueva York y en Nueva Orleáns donde conoció a Juárez y se convirtió en simpatizante de sus luchas y unió su destino al pueblo mexicano. Colaboró con armas y pertrechos, en 1859 y 1860, año en que marchó a México.
Santacilia salió al exterior con la familia del presidente en labor diplomática para buscar apoyo, mientras Juárez encabezaba la lucha de su pueblo contra la intervención extranjera que impuso como emperador, en 1864, al archiduque de Austria Maximiliano (hecho prisionero y fusilado en 1867).
Aunque nunca más volvió a la patria siguió siendo cubano hasta el día de su muerte, en Ciudad México, el 2 de marzo de 1910, a la edad de 76 años. Por ello fue el primero en reclamar su ciudadanía al abrirse el Consulado de Cuba en México, el 20 de mayo de 1902. ¿Verdad que es muy agradable eso de ser paisano de Heredia y de Maceo?”, escribió el 15 de diciembre de 1901 al también santiaguero Francisco Sellén.
Por su iniciativa fue publicada en 1858 una antología llamada el Laúd del Desterrado en la que incluye poesías patrióticas suyas y de José María Heredia, Miguel Teurbe Tolón, Juan Clemente Zenea y otros poetas.
Ejerció el periodismo a lo largo de su vida. En Estados Unidos, colaboró en El Filibustero, El Guao y La Verdad. En México, entre otros, en el Diario Oficial, La Chinaca, el Heraldo y El Nuevo Mundo, así como en El Cura de Tamajún, todo escrito en verso.
Se dice que Martí le tomó gran estimación por su talento y patriotismo. Con dos pinceladas lo caracteriza: “gracias a usted distraje estas penas con el sabroso castellano de Santacilia…” “…el amigo pobre del fiel cubano Santacilia…”
Varios autores señalan que Mercado le propició trabajar de corrector de pruebas en el periódico El Federalista y Santacilia lo presentó a Vicente Villada, el director de la publicación en la cual Martí se dio a conocer en México. Otros adjudican la presentación al primero.
En México Martí cultivó su gusto por el periodismo; colaboró en el periódico Revista Universal de Política, Literatura y Comercio (marzo de 1875-noviembre de 1876) y al cierre del mismo publicó algunos trabajos en El Federalista, entre ellos La Situación y El Extranjero.
En el primer párrafo de La Situación escribe: “Sin formación de causa, sin orden de juzgado, sin tiempo para arreglar sus asuntos, sin una explicación siquiera, han sido presos y desterrados a Querétaro los señores Delfín Sánchez, Manuel Sánchez Mármol, Pedro Santacilia y Felipe Sánchez Solís. (3)
Ha sido derrocado por el general Porfirio Díaz, el presidente Sebastián Lerdo de Tejada -consejero y ministro de Juárez- quien le sucedió en el cargo (primero interinamente y después, por elección popular) y prosiguió en la misma línea política del Benemérito de la patria mexicana y de las Américas.
Por su dignidad y por hombres como Santacilia, que amaron a Juárez y su ideario, Martí se va de México el 2 de enero de 1877; embarca en Veracruz, en el vapor Ebro, rumbo a La Habana con la identidad de Julián Pérez (su segundo nombre y su segundo apellido).
Antes publica su artículo El Extranjero en el cual pregunta y se contesta: Y tú, extranjero, ¿por qué escribes? Valdría tanto como preguntarme por qué pienso. Y más adelante dice, “…me sentí como herido en el pecho, la tarde en que a la luz opaca del crepúsculo,… leí aquel documento inolvidable en que un hombre se declaró, por su exclusiva voluntad, señor de hombres; por eso, cercano ya mi día de despedida, tomé amorosamente la pluma de la indignación entre mis manos, y escribí La Situación, y otros artículos anteriores…” “…Por serlo, me yergo contra toda coacción que me comprima; por serlo, me esclaviza y me sacude cuanto sea para otros hombres motivo de dolor”. “Y así, allá como aquí, donde yo vaya como donde estoy, en tanto dure mi peregrinación por la ancha tierra,-para la lisonja, siempre extranjero; para el peligro, siempre ciudadano”.