La soprano cubano-estadounidense Mayda Prado realiza en Cuernavaca la labor de transmitir a las nuevas generaciones de cantantes los conocimientos que ella ha adquirido a través de grandes maestros como, María Callas.
Nace en La Habana. Desde niña, Mayda Prado tuvo atracción y facilidad por el canto. En 1961 inició sus estudios de música en Nueva York con el profesor alemán Kurt Scholssberger, quien la inició en la canción clásica italiana y en el lied.
En 1967, por medio del barítono Robert Merrill, ingresó en las clases de Samuel Margolis. Durante este período debutó en los papeles de Nedda, de Los payasos, de Ruggiero Leoncavallo, y Musetta, de "La Bohème", de Giacomo Puccini.
Posteriormente la soprano María Callas la seleccionó para participar en sus Master Classes en la Juilliard School. Entre 1984 y 1987, realizó un bachiller, maestría y parte del doctorado que normalmente se hacen en seis años.
“Yo me gradué de una escuela en Nueva York llamada The Juilliard School”. Ingresó a ella ya habiendo dado sus primeros pasos como soprano.
“Y no tenía tiempo para pasarme 6 o 7 años ahí. Pedí que, para poder hacer mis créditos, me dieran exámenes. Y los pasé todos. Me dieron los créditos que necesitaba y el resto los trabajé en esos tres años. Fue muy, muy, muy difícil”. En este centro docente Mayda Prado continuó su formación bajo la guía de Daniel Ferro, y se graduó en 1987 con un Bachelor y un Master of Music. De Nueva York se trasladó a Milán, Italia, y en esa ciudad tomó clases de perfeccio- namiento con Gina Cigna.
Con nostalgia en la mirada, Mayda recuerda a sus maestros. “Tuve tres maestros maravillosos. El primero fue cuando tenía 7 años y medio, era una niña, y sin su luz y conocimientos no hubiera sido la persona que soy hoy en día; fue como un padre para mí”.
“Pero mi segundo maestro, que se llamó Samuel Margolis (de quien tiene un cuadro en la sala de su casa) me enseñó una cosa primordial para todo cantante que comienza: hay maestros que creen que cuando un cantante comienza sus estudios, se le deben de dar obras fáciles para que, de esa forma, la voz se empiece a desarrollar.
Pero mi maestro me enseñó a retar a la voz, sin que ésta tuviera que forzarse para lograr cantar. Con la voz que uno tiene, que la naturaleza y Dios le ha dado, uno puede cantar obras más difíciles. Eso reta al estudiante y éste se esfuerza y logra un desarrollo más rápido que si lo hacemos de la otra forma”. Esa guía que le dió su maestro a los 13 años es la forma que ahora ella transmite a sus alumnos.
Mayda tuvo el privilegio de ser discípula de la gran soprano estadounidense María Callas, quien impartió clases en Juilliard School en 1971, cuando Mayda tenía 16 años. Recuerda que el 80 por ciento de los alumnos de Callas eran de la escuela “y yo no tenía nada qué ver”.
El otro 20 fue porque Callas abrió audiciones para cualquier cantante de NY. “En mi mente, a esa edad, yo no tenía esperanzas. Decía que quién me iba a elegir, siendo muy joven, con cientos, miles de personas que iban a audicionar”.
Sin embargo, alguien que conocía su talento le propuso: “Si tú vas, audicionas y ella te escoge, yo pago por todas esas clases. Como no tenía nada qué perder, fui, audicióné tres veces y tuve el gran honor de ser una de las elegidas, no sólo por el primer semestre, sino dos: de septiembre a diciembre de 1971 y de febrero a mayo de 1972. Fueron las únicas clases que Callas dio en toda su carrera”.
A tan joven edad, Prado ni se imaginaba el peso que representaba tener a esa maestra. “Cuando uno es muy joven, uno no se da cuenta de quién tiene adelante”. Las clases que impartía Callas eran de 22 alumnos, por eso Mayda, en sus clases, elige también a 22 cantantes.
“En México, el canto es una energía. Uno sale caminando en cualquier lugar de México, y las personas cantan con una facilidad; es una cuestión natural”.
Es de lo que se ha percatado la maestra Prado y es una de las cosas por las que le emociona vivir en nuestro país, “es un pueblo bendecido”. Además de que cantar las rancheras no es nada fácil, “no cantan con micrófonos y uno tiene detrás un mariachi que cuando suena, si no se tiene volumen y no sabe cantar, no se oye”, comenta la cubano-norteamericana.
Cree que en México, para los cantantes el acceso a una clase de calidad es complicado debido a los altos costos, y ella es partidaria de tener consideración la gente de talento, pero que económicamente no tienen solidez. “Normalmente los grandes talentos son los que no tienen nada”, dice la artista radicada en Cuernavaca.
La soprano internacional aplaude la decisión de haber creado la primera Compañía de Ópera en Morelos. “Eso fue un gran logro y tenemos que apoyar al Instituto de Cultura de Morelos, al director, el maestro Jesús Suaste, al Teatro Ocampo, al Centro Morelense de las Artes”. Pero aboga también porque entre todas estas instituciones y el resto de las escuelas de música haya participación y apoyo: “En la unión está la fuerza y es lo que tenemos que lograr en estos momentos.
“Con el favor de Dios, la Compañía va a dirigirse a esos cantantes mexicanos que ya de por sí tienen una carrera, aunque sea modesta, pero ellos necesitan que los den a conocer y los hagan cantar aquí y allá.
“Es a través del arte de estos grandes talentos que nosotros ganamos cultura”, expresa la morelense de corazón, y agrega: “México tiene una gran sensibilidad, está dotado con creación de muchas formas, entre ellas, la literatura, las artes plásticas y la música, y con todo eso tenemos la oportunidad de levantar la cultura para que pueda ser reconocida en el mundo entero”.
Ha actuado con varias compañías de ópera, entre ellas:
Opera Theater of St. Louis.
Dayton & Toledo Opera.
Ópera Colombiana.
Metropolitan Opera
Young Artistic Program.
State Opera of Connecticut.
Long Island Lyric Opera.
Garden State Opera.
Ópera Nacional de Cuba.
También ha dado conciertos con:
La London Symphony
St. Louis Symphony
Nova Scotia Symphony
Filarmónica de Caracas
Brooklyn Philarmonic
North Jersey Symphony
Bergen Philarmonic
Eastern Philarmonic de Greensboro, Carolina del Norte
Recitales
Ha ofrecido recitales en:
Estados Unidos,
Alemania,
Suiza,
Italia,
Y en varios países del Caribe y de América Latina.
Algunos compositores cubanos y extranjeros le han dedicado obras:
Hilario González
Harold Gramatges
Tulio Peramo
José Raúl Bernardo
Luis Felipe Ramón Rivera
Frank Di Giacomo
En el Spanish Institute of New York ofreció un ciclo de canciones cubanas de los siglos XIX y XX.
Fue miembro del Jurado de Canto del Concurso Internacional Homenaje a Ernesto Lecuona, auspiciado por el Instituto Cubano de la Música y la Sociedad General de Autores y Editores de España, ocasión en la que ofreció un recital, en el que incluyó:
La regata veneciana (tres canciones en dialecto veneciano), de Gioachino Rossini.
El ciclo Amor y vida, de Robert Schumann.
Au bord de l’eau, Clair de lune y Toujours, de Gabriel Fauré.
La maja, de Enrique Granados.
Pastorcito santo, de Joaquín Rodrigo.
Cantares, de Joaquín Turina.
Chanson galante, de Hilario González.
La niña tropical, de José Mauri.
Los sones de Manzanillo, Los dos príncipes y Estribillo, de Enrique Ubieta.