Pelotero cubano, lanzador, conocido como el "Guajiro de Laberinto" o el "El Premier". Trabajó en cinco series mundiales amateurs y fue elegido el más valioso en la de 1940, ganada por Cuba. Es considerado como una Gloria del deporte cubano.
Es considerado como uno de los mejores lanzadores cubanos de todos los tiempos. Se impuso en todos los circuitos donde trabajó, apoyado en su notable control y conocimiento exacto de la zona de strike. Casi a los cuarenta años debutó en Grande Ligas, donde luchó por la condición de Novato del año.
Tras el triunfo de la Revolución Cubana se mantuvo en la Isla ayudando a formar las nuevas generaciones de lanzadores. Fue condecorado con el título de Héroe del Trabajo de la República de Cuba y la Orden Lázaro Peña. En su honor el periodista Severo Nieto Fernández escribió el libro biográfico "Conrado Marrero. El Premier".
Fuerte como el roble, campechano y dicharachero a más no poder, es la viva estampa del criollo cubano. Con una memoria fabulosa, capaz de recordar hechos y anécdotas al detalle, siempre acompañado del puro habano, símbolo de innata cubanía.
Pasados tantos abriles, en especial, a partir del invierno de 1937, cuando el club capitalino Atlético de Cuba visitó la ciudad de Cienfuegos para celebrar dos juegos de exhibición con el equipo Casa Stany, el nombre de Conrado Marrero comenzó a sonar...
-Soy y seré siempre del campo. Allá en la finca Laberinto, junto a mis hermanos mayores, ayudaba al viejo, porque eran días difíciles. ¡Qué iba a pensar en jugar pelota ni nada por el estilo! Yo aprendí a fildear a mano limpia y ya usaba pantalones largos y hasta tenía bigote. ¿Sabes cómo aprendí a tirar curvas?: pues a naranjazos limpios.
A menudo, Marrero era invitado los fines de semana a jugar en Sagua la Grande, Isabela de Sagua y otros pueblos cercanos. Precisamente, en Isabela, en el año 1937, defendió la lomita del conjunto local contra los visitantes de la Casa Stany, cuajado de figuras como los hermanos Fleitas –Anselmo, Ángel y Andrés-, Charles y David Pérez.
-Mira, muchacho, la gente de Cienfuegos llegó con una fama tremenda. A ese equipo lo estaban esperando en La Habana para participar en el campeonato de la Unión Atlética Amateur. Y lo puedes creer, los derroté 1 x 0. Entonces, en dueño del negocio, Ricardo Peñas de Armas, me propuso jugar con ellos.
Aunque Conrado Marrero comenzó bastante tarde en la pelota organizada, al debutar con la Casa Stany consiguió balance de 10 y 7. Tal resultado contribuyó a que los representantes cienfuegueros concluyeran en la cuarta posición, antecedidos por el Hershey (campeón), Regla y Fortuna. También logró vestir el uniforme de la selección CUBA, participante en el II Campeonato Mundial Amateur, con sede en el estadio La Tropical, junto a consagrados lanzadores como Pedro “Natilla” Jiménez, Wenceslao González, Eliécer Álvarez y Tamayo Saco.
-De aquella época lanzó el segundo juego contra Estados Unidos y los venció 13 x 3, con cinco hits permitidos. Un día antes, “Natilla” Jiménez protagonizó un inolvidable duelo con el nicaragüense José Antonio Meléndez y ganó 4 x 3.
Sin embargo, lo inolvidable fue la derrota frente al venezolano Daniel “Chino” Canónico en el partido extra del Mundial de 1941. Ellos ligaron bien en las tres primeras entradas y los cubanos solo pudieron anotarle una a Canónico, quien estaba en tarde de gala. Por suerte, al año siguiente, se desquitaron con lechada de 8 x 0 ante el mismo Canónico.
El paso del “Guajiro de Laberinto” por las filas amateurs fue impresionante y así lo confirman los numeritos. En ocho campañas (1938-1945) ganó 123 desafíos y perdió 39, incluidos tres juegos de cero hit cero carrera: Vedado Tennis Club, 11 de mayo de 1942; Universidad de La Habana, 1ro. de septiembre de 1942, y Miramar, 25 de mayo de 1945.
-En realidad, nunca le interesó firmar como profesional, pero en dos oportunidades la Unión Atlética Amateur lo suspendió por participar en juegos de exhibición. La primera, cuando juguó en Camagüey, en 1943; y la otra, en 1945, por hacerlo en Santa Clara. Después de la segunda suspensión no tuvo otra alternativas y Reinaldo Cordeiro le ofreció un contrato para unirse al club Chihuahua, en la Liga Mexicana. Ese año de 1945 conquistó el liderato de los lanzadores con 28 y 8.
El paso de Marrero a las filas profesionales en Cuba no fue en modo alguno fácil, porque al regresar de México no quisieron firmarlo los equipos Cienfuegos y Habana.
La primera experiencia como jugador rentado la recibió en el estadio La Tropical, el mismo escenario de sus grandes éxitos en los campeonatos mundiales, aunque esta vez jugó en la temporada de 1946-1947 con el equipo Oriente en el campeonato de la Federación Cubana.
Al disolverse la mencionada Federación, debido a discrepancias entre los directivos, el torneo quedó inconcluso y Marrero fue contratado por el Almendares en una lucha abierta con el Cienfuegos, uno de los clubes que meses antes rechazara hacerlo. En plena contienda invernal, Adolfo Luque, mentor de los almendaristas señaló: “Marrero es tan bueno como el mejor pitcher derecho de Cuba. Está en mis planes para el próximo campeonato”.
-Si supieras, yo recuerdo con exactitud mi debut en la Liga Cubana. El 30 de enero de 1947, Luque me entregó la bola frente al Marianao y los derroté 4 x 1. Yo estaba apunto de cumplir 36 años de edad.
El siguiente paso triunfal lo determinó su incorporación en el verano de 1947 a la Liga Internacional de La Florida (AA), donde lanzó con los Havana Cubans y ganó la triple corona de los lanzadores por balance de 25 ganados y 6 perdidos; promedio de 1,66 carreras limpias (producto de 50 permitidas en 271 innings lanzados); ponchetes (con 251 propinados) y apenas 46 bases por bolas concedidas.
La noche del sábado 12 de julio, Conrado lanzó en el Nuevo Stadium del Cerro, ante el Tampa, el cuarto juego de cero hit cero carrera de su vida.
Antes de llegar a las Grandes Ligas (1950), ya era conocido como “El Premier”, sumó a la creciente hoja de servicios el primero de los dos triunfos alcanzados en las Series del Caribe con el Almendares. En 1949 derrotó 16 x 1 a Venezuela, representada por el campeón nacional Cervecería Caracas.
-Debido a sus actuaciones durante tres campañas con los Havana Cubans (70 ganados y 25 perdidos), el señor Joe Cambria, scout de los Senadores de Washington, le propuso jugar con ellos. Cuatro días antes de cumplir los 39 años de edad (el 21 de abril de 1950) lanzó el primer partido en las Grandes Ligas y con los Senadores estuve hasta 1944.
La ecuanimidad y el valor de Conrado Marrero fueron dos virtudes que muchas veces merecieron titulares en las páginas deportivas dentro y fuera de Cuba. Para los especialistas, aparte del control, los dos elementos citados le permitieron salir adelante en las situaciones más difíciles y llegar al máximo nivel en el béisbol a una edad en la que otros ya estaban retirados.
-Yo no te puedo explicar ese asunto del valor, porque ahora mismo no sé si soy valiente. Para mí no hay nada capaz de sacarme de quicio, ni de alterarme... Si perdía, mala suerte. Si me metía en complicaciones, trataba de salir. Un pitcher es un artista y su arte consiste en poner outs a los bateadores. Si hay tres hombres en bases y el cuarto en la alineación está en la caja de bateo, lo que se debe hacer es evitar que conecte. Lo principal en el lanzador es pensar...
A la edad de 47 años, después de dos campeonatos sin decisiones con el uniforme del Marianao. “El Guajiro de Laberinto” se despidió de los fanáticos cubanos, quienes a lo largo de 21 campañas como amateur y profesional siempre le prodigaron entrañable cariño. A lo largo de todo ese tiempo acumuló 351 victorias y 168 derrotas.
Se retiró del deporte activo en 1958. Tras el triunfo de la Revolución Cubana permaneció en la isla y desplegó una amplia labor en la formación de lanzadores de varias provincias, lo que en 1999 le valió ser reconocido como Héroe del Trabajo de la República de Cuba.
Sólo se apartó de los estadios cuando casi centenario comenzó a perder la visión, pero continuó escuchando por radio los juegos de beisbol de la Serie Nacional.
Falleció en La Habana el 23 de abril de 2014 a los 102 años de edad. Antes de fallecer era el más longevo de los exjugadores de Grandes Ligas aún con vida.