Araceli García Carranza es una leyenda de la bibliotecología en la Mayor de las Antillas
Ese templo del saber, la Biblioteca Nacional "José Martí" que vio erguirse siendo una adolescente, hoy constituye su segundo hogar, o tal vez el primero, debido a todo el tiempo y esmero que le ha dedicado durante más de la mitad de su vida
Araceli tiene más de ocho décadas de vida y sigue mostrándose enérgica. Conserva la voz dulce como la melodía de un arpa y la sonrisa tierna de una adolescente. Aunque no tiene el don de conceder deseos, encuentra la realización personal en servir a los demás, sean intelectuales o sencillos usuarios. A todos los atiende con la misma pasión.
Araceli García Carranza trabaja en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí hace 61 años. Consagrada a la labor investigativa y bibliográfica, aportando un valioso legado para la historia y la cultura cubanas, es investigadora e historiadora de talla mayor.
Ese templo del saber que vio erguirse siendo una adolescente, hoy constituye su segundo hogar, o tal vez el primero, debido a todo el tiempo y esmero que le ha dedicado durante más de la mitad de su vida. «Siento que me pertenece, que soy su dueña», reconoció Araceli en el coloquio en su nombre, realizado en la propia biblioteca, como parte del agasajo que significa que se le dedique la 31 Feria Internacional del Libro de La Habana.
Sobre su obra y entrega a ese lugar, el investigador Rafael Acosta de Arriba, director de la Revista José Martí de la Biblioteca Nacional, expresó: «Es una institución dentro de la propia institución. Sin embargo, es una persona muy modesta. Más que una jefa es una amiga, maestra, un ejemplo a seguir por sus compañeros; incluso algunos la consideran como una madre».
Como bibliotecaria también asume una labor pedagógica, ayudando a encontrar la información que se busca, respondiendo preguntas; lo cual requiere de un estudio constante. «El bibliotecario necesita abarcar diferentes ramas del conocimiento porque, aunque la vida me ha llevado hacia las humanidades, puede venir algún usuario preguntando sobre temas de Física o Informática, entre otros», comentó García Carranza.
Acerca de su inteligencia y vasta cultura expresó Ileana Ortega Cerra, una de sus discípulas: «Ella constituye una enciclopedia viviente. Se le puede preguntar sobre cualquier cosa», apuntó.
Nació para ayudar al prójimo, vocación cultivada por la influencia, desde su niñez, del Apóstol José Martí, autor de las primeras obras literarias que leyó cuando era niña; y, de adulta, le realizó una bibliografía distribuida en 45 tomos, del cual entregó el último recientemente. «El mejoramiento humano del que habló Martí lo veo a través de la lectura, porque los libros siempre alimentan el espíritu», dijo.
Esta «leyenda de la bibliotecología en la Mayor de las Antillas» –como se refirió a Aracelis García Carranza, Maibel Hidalgo Martínez, investigadora de la Biblioteca Nacional– recibió en 2021 dos importantes reconocimientos. El primero fue la Orden Carlos J. Finlay, máxima distinción que entrega el Gobierno por los aportes al desarrollo de la ciencia en beneficio de la humanidad. El segundo, la Orden Félix Varela de Primer Grado, impuesta por el ministro de Cultura.
Por la obra de vida y, a propósito de las celebraciones por su 85 cumpleaños y los 61 años dedicados a la Biblioteca Nacional, es una de las personalidades de la cultura a la que está dedicada la 31 edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana.
«Primero sentí asombro y ahora, sinceramente, estoy muy agradecida, pero me parece que es demasiado. Esta feria también está dedicada a mi generación y, en especial, a la Biblioteca Nacional. Ella es cultura y patria».