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Omar Quintero, el Pagador de Promesa, llega al Cobre

Ha llegado finalmente Omar Quintero a El Cobre, y con él Buena Fe, cuya coherencia entre el decir y el hacer no nos asombra. Volvemos al video varias veces y vemos que, ante nuestros ojos, son dos los pagadores de promesas que se nos presentan En el Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, en Santiago de Cuba, se vivió ayer un momento especial.

En su respetable predio, se escuchó hacia la tarde un canto que, a fuerza de haberlo hecho vibrar, se sabe de memoria toda la Isla. La voz principal se entona y a ella se unen los presentes, testigos de la consumación de un hecho que nació a modo de promesa religiosa, bálsamo que en su fe procura aliviar un padre sufrido ante la precaria salud de su hijo.

El video trasciende en la página de Facebook del dúo Buena Fe. A una hora de haber sido colocado allí, cuenta con 2 800 reacciones, 557 comentarios y 867 veces ha sido compartido. Si bien compunge verlo, quiere una como arropar con los ojos la emoción del pagador de promesas, tal como se le ha dado en llamar a Omar Quintero Montes de Oca, el hombre de 56 años que saliera hace dos meses de su hogar, ubicado en Marianao, con su carrito que resguarda la imagen de la Virgencita, para llegar caminando hasta El Cobre, y cumplir los votos ofrecidos. «En El Cobre de Santiago de Cuba, con Omar, un hombre que nos ha unido en la fe del amor a la vida.

Un hombre valiente», dice el texto que encabeza la publicación que vemos, una y otra vez, y en la que Israel canta, abrazado al pagador de promesas, el tema Valientes, devenido himno de los médicos cubanos en su lucha contra la pandemia; el mismo que Omar, unos 15 días atrás, le solicitara a la agrupación, que en modo alguno se lo habría negado. «Hemos tenido comunicación con Omar.

Nos ha pedido que le gustaría entrar a pagar su promesa con la canción Valientes, a la Virgencita de la Caridad del Cobre en Santiago de Cuba», se lee desde el 26 de febrero en el muro de la página. «Le alertamos que nuestra presencia allí podría atraer la atención de intereses ajenos a su sacrificio humanitario y hermoso, pues se han encargado de satanizarnos día tras día en medios digitales.

Su respuesta fue tajante: “Para mí será un honor tenerlos conmigo en ese momento”. ¡Nos vemos en Santiago!», concluye el post. La conmovedora andanza de Omar ha llegado a su destino, presenciada por muchos cubanos de alma noble y compasiva. Muchos buenos compatriotas le han ofrecido, al verlo pasar, alojamiento, apegos, ayuda. Ha llegado finalmente Omar Quintero a El Cobre, y con él Buena Fe, cuya coherencia entre el decir y el hacer no nos asombra.

Volvemos al video varias veces y vemos que, ante nuestros ojos, son dos los pagadores de promesas que se nos presentan. ¿Qué estoy haciendo aquí? / Amando a este país como a mí mismo… En un momento de húmeda emoción, Omar pega su rostro al pecho de Israel, que sigue elevando el canto…

Todos cantamos con él. Los presentes y los que quisiéramos, por buenos cubanos, estar dondequiera que sufre un coterráneo. Israel resume el sentir que nos embarga en una frase de su canción, que refuerza con recio énfasis: «Somos la misma humanidad…». Tras este intervalo se atasca el aire. Un aplauso quiebra la escena y la sella. En el Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, en Santiago de Cuba, se vivió ayer un momento especial. En su respetable predio, se escuchó hacia la tarde un canto que, a fuerza de haberlo hecho vibrar, se sabe de memoria toda la Isla.

La voz principal se entona y a ella se unen los presentes, testigos de la consumación de un hecho que nació a modo de promesa religiosa, bálsamo que en su fe procura aliviar un padre sufrido ante la precaria salud de su hijo. El video trasciende en la página de Facebook del dúo Buena Fe. A una hora de haber sido colocado allí, cuenta con 2 800 reacciones, 557 comentarios y 867 veces ha sido compartido.

Si bien compunge verlo, quiere una como arropar con los ojos la emoción del pagador de promesas, tal como se le ha dado en llamar a Omar Quintero Montes de Oca, el hombre de 56 años que saliera hace dos meses de su hogar, ubicado en Marianao, con su carrito que resguarda la imagen de la Virgencita, para llegar caminando hasta El Cobre, y cumplir los votos ofrecidos. n El Cobre de Santiago de Cuba, con Omar, un hombre que nos ha unido en la fe del amor a la vida. Un hombre valiente», dice el texto que encabeza la publicación que vemos, una y otra vez, y en la que Israel canta, abrazado al pagador de promesas, el tema Valientes, devenido himno de los médicos cubanos en su lucha contra la pandemia; el mismo que Omar, unos 15 días atrás, le solicitara a la agrupación, que en modo alguno se lo habría negado.

«Hemos tenido comunicación con Omar. Nos ha pedido que le gustaría entrar a pagar su promesa con la canción Valientes, a la Virgencita de la Caridad del Cobre en Santiago de Cuba», se lee desde el 26 de febrero en el muro de la página. «Le alertamos que nuestra presencia allí podría atraer la atención de intereses ajenos a su sacrificio humanitario y hermoso, pues se han encargado de satanizarnos día tras día en medios digitales. Su respuesta fue tajante: “Para mí será un honor tenerlos conmigo en ese momento”. ¡Nos vemos en Santiago!», concluye el post.

La conmovedora andanza de Omar ha llegado a su destino, presenciada por muchos cubanos de alma noble y compasiva. Muchos buenos compatriotas le han ofrecido, al verlo pasar, alojamiento, apegos, ayuda. Ha llegado finalmente Omar Quintero a El Cobre, y con él Buena Fe, cuya coherencia entre el decir y el hacer no nos asombra. Volvemos al video varias veces y vemos que, ante nuestros ojos, son dos los pagadores de promesas que se nos presentan. ¿Qué estoy haciendo aquí? / Amando a este país como a mí mismo… En un momento de húmeda emoción, Omar pega su rostro al pecho de Israel, que sigue elevando el canto…

Todos cantamos con él. Los presentes y los que quisiéramos, por buenos cubanos, estar dondequiera que sufre un coterráneo. Israel resume el sentir que nos embarga en una frase de su canción, que refuerza con recio énfasis: «Somos la misma humanidad…». Tras este intervalo se atasca el aire. Un aplauso quiebra la escena y la sella.

 

 

 

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