Foto
Granma

En las manos de Rolando Luna, los sortilegios de la pianística cubana

El pasado viernes 13 se pudo comprobar cómo a través del arte es posible hacer añicos «la maldición» que acompaña esa fecha. Nos referimos a la actuación del pianista Rolando Luna y sus invitados, en la sala de conciertos Ignacio Cervantes, para presentar su más reciente producción discográfica, con la Egrem, Mi alma en canciones.

Un concierto es mucho más que tocar temas, razón por la cual Luna convocó «los sortilegios» requeridos para que primara un inobjetable nivel de magia durante todo el espectáculo. Quizá lo primero que debamos señalar es su capacidad de cautivarnos y el rigor profesional como pianista, empeñado en transmitirnos la mayor emotividad en una abarcadora propuesta.

Cada pieza interpretada por las manos del virtuoso instrumentista contenía, en sí misma, la energía propia de toda una sinfonía, evidente tanto en la versión de Guarina, de Sindo Garay, como en el clímax alcanzado con el tema Amar, vivir, de Rembert Egües.

Por otra parte, cuando acompañó a los invitados, se nos reveló su rango jerárquico dentro de la pianística cubana contemporánea, capaz de «arrasar» en el terreno que le soliciten intervenir. En el trío con el bajista Julio César González y Oliver Valdés en la batería, sentimos a Luna como un pez en el océano del jazz, mientras que junto al cantante Maikel Dinza, en el clásico Convergencia, de Bienvenido Julián Gutiérrez, nos reveló el dominio de las complejas habilidades inherentes al pianista acompañante. Igual maestría demostró al compartir escena con las voces del Trío Palabras, en Adriana, de Manuel Corona.

Sencillamente fuimos testigos de la exposición de un concepto clave para comprender la naturaleza de los merecidos elogios a Rolando Luna, profundamente cubano, afincado en sus raíces, capaz de apropiarse del universo de la música toda sin extraviar el sello distintivo del aliento criollo. No por gusto, momentos antes de retirarnos, tuve la certeza de que, si el distinguido piano de la sala Cervantes pudiese hablar, confesaría el inmenso placer de haber tenido como invitado de ocasión a un maestro de su talla.

Por Guille Vilar

Granma

Rolando Luna


compositor, arreglista, música, artes, piano, jazz