Uno de los más ilustres creadores cubanos en el ámbito de la música académica. Premio Iberoamericano de la Música Tomás Luis de Victoria.
Harold Gramatges Leyte-Vidal nació en Santiago de Cuba desciende de una familia de origen catalán. Su padre, un ingeniero, arquitecto y matemático, con afición por la música, fue quien lo inició en el estudio del piano.
Rápidamente, el talento de Harold despuntó y así entra en contacto con la profesora Zoila Figueras, quien le impartió en su ciudad natal las primeras lecciones de piano. A la temprana edad de ocho años, en 1926, realizó la que se considera su primera actuación en público, en la condición de pianista acompañante de su padre, en un concierto de la Sociedad Teosófica “Soy de Oriente”, de Santiago de Cuba.
En 1927, matriculó en el Conservatorio Provincial de Oriente, con la pianista y profesora Dulce María Serret. En 1936 se trasladó a La Habana con el propósito de prepararse para intentar con posterioridad completar su formación musical en el Conservatorio Real de Bruselas, en Bélgica.
En la capital cubana estudió repertorio pianístico con la profesora Flora Mora. Luego matriculó en el Conservatorio Municipal de Música un amplio programa de asignaturas como Análisis, Filosofía, Historia, Estética, Pedagogía, Armonía, Contrapunto y Fuga, Instrumentación y Composición, esta última bajo la dirección de Amadeo Roldán y José Ardévol, fundadores y directores de las orquestas Filarmónica de La Habana y de Cámara de La Habana, respectivamente. Con dichos profesores, Harold descubró toda la música anterior y posterior al romanticismo, hasta llegar a Falla y Stravinsky. La experiencia lo deslumbra y decide no ir a Bélgica.
Por esa etapa, inició su carrera como compositor, con un primer grupo de piezas creadas para el piano, de las que sólo conservaría Pensando en ti (1937), especie de romanza al estilo de Schumann, dedicada a su entonces novia y luego esposa, su eterna compañera Ena Susana (Manila).
Se considera que es en 1940 cuando Gramatges escribió sus primeras dos obras de gran reconocimiento, una para instrumento de viento (Preludio e Invención I), y otra para metales (Preludio e Invención II), así como dos piezas para coro mixto (Canción y Soneto).
El 20 de junio de 1942 estrenó su Sonata para clavicémbalo, ejecutada al piano por él mismo, en un concierto de la Orquesta de Cámara de La Habana, ocasión en la que se presentaron otras cinco sonatas de compositores jóvenes cubanos, con el propósito de optar por una beca de estudios en los Estados Unidos. Entre los concursantes, Gramatges fue el elegido y tuvo entonces la posibilidad de ir a Norteamérica, donde realizó estudios de composición en el afamado Berkshire Music Center, con Aaron Copland y de dirección de orquesta con Serge Kussevitzki.
A su retorno de Estados Unidos, fundó la Orquesta Sinfónica Juvenil del Conservatorio Municipal de La Habana (1944-1948) y asumió la subdirección de la Orquesta de Cámara de La Habana (1946-1957). En esa etapa, también actuó como director invitado de la Orquesta Sinfónica de la emisora RADIO CMQ. Igualmente, por entonces se desempeñó como profesor en el Conservatorio Municipal de Música, en el que ocupó, hasta 1959, las cátedras de armonía superior, contrapunto y fuga, instrumentación, historia y estética de la música, y composición. A la par, sus dotes como músico integral y culto intelectual, le permitirían ofrecer recitales de piano y ejercitar la crítica musical en Cuba y el extranjero.
Desde 1943 y hasta 1948 integró junto a los más destacados compositores cubanos de la época un grupo de vanguardia artística con proyección nacionalista, Renovación Musical, que tuvo entre otros objetivos desarrollar las nuevas tendencias de la música contemporánea; desde aquel entonces, Gramatges trató de estar siempre actualizado con miras a incorporar en su creación todo lo valedero de lo que fuese surgiendo.
El grupo Renovación Musical se propuso de inicio proseguir el legado trazado por Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla, quienes para la fecha ya habían muerto. Empero, dicha continuación sólo sería en parte, ya que los por entonces jóvenes compositores como Harold Gramatges tuvieron la influencia de José Ardévol, un catalán avecindado en La Habana, que estilísticamente era un neoclásico. O sea, puede afirmarse que a diferencia de Roldán y García Caturla, los miembros del grupo estaban rodeados de otro mundo y sumidos en distintas preocupaciones en cuanto a definiciones e integración.
El propósito manifiesto de Harold y sus compañeros de aquellos años era poner al día a la música cubana y situar plenamente a Cuba en la órbita musical contemporánea. Así, en sus composiciones de entonces se aprecia un tratamiento menos directo, menos típico de los elementos cubanos que primaban en Roldán y García Caturla. De tal suerte, en las piezas que por la fecha Gramatges da a conocer, se advierte un nacionalismo muy elaborado y refinado, en correspondencia con su sólida formación cultural e intelectual.
En el concierto que marcó el nacimiento del grupo Renovación Musical, celebrado el 19 de enero de 1943 en el Lyceum Lawn Tennis Club de La Habana, se estrenó una obra de Harold Gramatges nombrada Canción, con texto de Rafael Alberti, creación que ejemplifica uno de los rasgos característicos del insigne compositor santiaguero, es decir, la vocación por hacer piezas a partir de musicalizar textos literarios, en especial los clasificables dentro de los parámetros estilísticos de la poesía de vanguardia. Como se ha afirmado, en este período de los años cuarenta Harold “utilizaría el bagaje técnico del neoclasicismo –la politonalidad, la poliarmonía, el contrapunto puesto al día, etcétera–, para expresarse en un lenguaje musical que llegaría a ser cada vez más personal y al mismo tiempo más cubano”.
Un capítulo de especial relevancia en la vida de Harold Gramatges sería, sin discusión alguna, el trabajo que desarrolló como fundador y orientador de la Sociedad Nuestro Tiempo (1951–1960), institución en la que se nuclearon jóvenes progresistas con el objetivo de promover la cultura contemporánea, guiados por el interés de afianzar en todos ellos la existencia de la identidad nacional.
En 1954 y 1957 asistió a los festivales de música Latinoamericana de Caracas, Venezuela, donde se interpretaron algunas de sus obras. En el primero de aquellos encuentros, se creó la Asociación Interamericana de Música, para la que Harold fue nombrado Vicepresidente y Presidente de la sección cubana. Además, ocupó el cargo de Vicepresidente de la sección cubana de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea (UNESCO).
En 1958 asistió a la primera convención del Centro Iberoamericano de Música (CIDEM), celebrado en México. Tras el triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959, Gramatges pasó a integrar el departamento de música de la dirección de cultura del Ministerio de Educación, labor que desempeñó por poco tiempo, pues tuvo que viajar a París (1960) en misión diplomática por un período de cuatro años. El gobierno francés valoró altamente el gesto de Cuba de nombrar a un creador de la talla de Gramatges al frente de su representación diplomática, y en la condición de embajador, Harold llegó a gozar del aprecio personal del presidente De Gaulle.
De regreso a Cuba, en 1965 fundó el Departamento de Música de Casa de las Américas, el cual dirigió hasta 1970. En el acápite de su desempeño público, también hay que hacer mención a su quehacer como Profesor Titular de Composición y Audiciones Analíticas en el Instituto Superior de Arte y Presidente de la Asociación de Músicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
Durante su larga carrera, obtuvo diversos galardones, entre ellos el Premio Reichold, Orquesta Sinfónica de Boston, por Sinfonía en mi, 1945; Premio Nacional de Música de Cámara, La Habana, 1950, por el Quinteto, para flauta, clarinete, fagot, viola y contrabajo; Premio Especial Interpodium, Festival Internacional de Música Bratislava, 1977, por el Móvil III, para flauta y piano. Obtuvo, además, la Medalla Manuel M. Ponce en el Festival Internacional de Guitarra, México, 1982; la Orden Félix Varela de Primer Grado, Cuba, 1988.
En 1996 sería el primero en recibir el Premio Iberoamericano de la Música “Tomás Luis de Victoria”, creado con objeto “de otorgar en vida el más alto reconocimiento público a un compositor nacido en la comunidad iberoamericana por su contribución al engrandecimiento de la cultura musical de nuestros pueblos”, según se dice en las bases de dicho Premio, instituido por la Sociedad General de Autores y Editores de España (SGAE) y la Fundación Autor. Téngase en cuenta que para aquella primera convocatoria del Premio “Tomás Luis de Victoria”, se hallaban nominados unos cincuenta creadores de unos veinte países; entre ellos, figuras como Joaquín Rodrigo, Cristóbal Halester y otro cubano, Leo Brouwer. Harold Gramatges se enteró de que había resultado ganador en su cátedra del Instituto Superior de Arte, junto a sus discípulos, y su primera reacción fue de incredulidad. Comentó: “Es una apertura grande para la música ‘culta’ y, en especial, significativa para Cuba…”
El conjunto de la obra de Harold Gramatges se nos revela como memoria de los principales caracteres de la música cubana de concierto del siglo XX y, a la vez, como anticipación de las líneas fecundantes de lo que se va gestando en esta nueva centuria.
De la herencia universal, dice la crítica, retoma el sentido del equilibrio y el rigor en el tratamiento de las formas. Pero por sobre todas las cosas, hay en las piezas compuestas por Gramatges una cumplida dialéctica entre lo universal y lo criollo. Es un creador, recalcan los especialistas, que en lo visible y en lo invisible piensa en cubano y se expresa como tal. El pianismo desarrollado por él como compositor es continuador de lo hecho en su tiempo por Ernesto Lecuona.
El disco grabado en 1997 por el pianista cubano Roberto Urbay, gracias a la colaboración de la EGREM y los Estudios Ojalá, así lo demuestra. Formador de creadores cubanos de música académica tan importantes como Tania León o Keyla Orozco, Harold Gramatges siempre trabajó para los que se están haciendo presentes y para los que vendrán. Les dio su música, sus enseñanzas, pero sobre todo, una manera de entender la música como aventura espiritual, goce intelectual y ética comprometida con una identidad.
Obras principales
Ballet: Ícaro, para instrumentos de percusión y piano, 1943.
Coro: Guitarra en duelo mayor, para coro mixto a cuatro voces, texto: Nicolás Guillén, 1968.
Guitarra: Móvil IV, 1980.
Música de cámara: Guirigay, para violín I y II, viola, cello, contrabajo, flauta, oboe, clarinete, fagot y corno, 1985.
Música sinfónica: La muerte del guerrillero, para recitante y orquesta, texto: Nicolás Guillén, 1968-1969.
Piano: Estudio de contrastes, 1974.
Obras
Ballet
Ícaro, 1943, para instrumentos de percusión y piano; Mensaje, 1944, para orquesta.
Bandoneón
Tocata, 1960.
Clavicémbalo
Sonata en sol sostenido, 1942; Sonatina hispánica, 1957.
Coro
Canción, para coro mixto a seis voces, texto: Juan Ramón Jiménez
Soneto, para coro mixto a cinco voces, texto: Luis de Góngora, 1940
Romance de cazadores, para coro mixto a siete voces, texto: Justo Rodríguez Santos
Canción, para coro mixto a tres voces, texto: Rafael Alberti, 1941
Se oye fluir la noche, 1943, para coro mixto a cinco voces, texto: Justo Rodríguez Santos *Dos décimas, 1949
Para coro a tres y cuatro voces, texto: Rafaela Chacón Nardi
Tres madrigales infantiles, 1956, para coro mixto a cuatro voces, texto: Emilio Ballagas *La palmera, para coro mixto a cuatro voces, texto: Gerardo Diego
Canción por la paz, para coro mixto a cuatro voces, texto: Raúl Ferrer, 1959
Tierra de azules montañas, 1964, para coro mixto a cuatro voces, texto: Nicolás Guillén; Dos canciones, 1965, para coro mixto a cuatro voces, texto: José Martí; Guitarra en duelo mayor, 1968, para coro mixto a cuatro voces, texto: Nicolás Guillén; Doce canciones para niños, Álbum núm. 1, 1972, a una y dos voces con ritmos percutidos; Santiago, 1980, para coro mixto a cuatro voces, texto: Rafaela Chacón Nardi; Espera, para coro mixto a cuatro voces, texto: Mirta Aguirre; Nadie lo tiene, para coro mixto a cuatro voces, texto: Nicolás Guillén; Josefa y José, para coro mixto a cuatro voces, texto: Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé), 1984; La esencia de tu nombre, 1988, para coro mixto a cuatro voces, texto: Virgilio López Lemus; Pequeño amor, Como una caracola y Allí el amor, para coro mixto a cuatro voces, texto: Rafaela Chacón Nardi; Amor en primavera, para coro mixto a cuatro voces, 1989, texto: Anónimo.
Guitarra
Pequeña suite (Homenaje a Ravel), 1943, transcripción de Jesús Ortega
Fantasía, 1971; Siete apuntes para la Dama Duende, Diez cuentos para dos guitarras, 1973
Móvil IV, 1980, Como el caudal de la fuente, 1983
Canti di Villa Graziole, El arpa milagrosa (sobre un grabado de F. Pereznieto), 1986.
Música de cámara
Preludio e invención I, para clarinete y fagot, y Preludio e invención II, para dos trompetas y trombón, 1940
Dúo en la bemol, 1943, para flauta y piano; Trío, 1944, para clarinete, cello y piano
Capriccio, 1945, para flauta, clarinete y cello
Quinteto, 1950, para flauta, clarinete, fagot, viola y contrabajo
Calígula, 1955, concertante para piano, clarinete, flauta, corno y percusión
Quinteto, para flauta, oboe, clarinete, fagot y corno, y Divertimento, para trompeta, corno, trombón y tuba, 1957
Móvil II, 1968-1970, para flauta, corno, piano, vibráfono, xilófono y percusión
Síntesis, 1971, para flauta, guitarra, viola y percusión
Infierno, para barítono, guitarra, flauta, cello y vibráfono, texto: José Martí
Para la Dama Duende, para guitarra, flauta, viola, cello y percusión
Reparando el camino, primera versión: coro, flauta, guitarra y percusión; segunda versión: Soprano, dos flautas, guitarra y percusión
Cantata para Abel, coro mixto, narrador y diez percusionistas, textos: José Martí, Raúl Gómez García, Abel Santamaría, Haydée Santamaría, Fidel Castro y Juan Almeida, 1973
Otros días vendrán (Homenaje a Chile en la muerte de Salvador Allende), 1975, para soprano, recitante, piano, flauta, clarinete, trompa y percusión, texto: Pablo Neruda
Diseños, 1976, para flauta, oboe, clarinete, corno y fagot con percusión
Móvil III, 1977, para flauta y piano; En el huerto del cantar, 1979, cantata para soprano y orquesta de cámara, texto: Ángel Gaztelu
Trío para cuatro, para piano, violín, cello y corno
Diálogo, para violín y piano, 1981; Guirigay, 1985, para violín I y II, viola, cello, contrabajo, flauta, oboe, clarinete, fagot y corno
Corimeu, 1987, para violín, cello y piano
Pax verum eninvero, 1995, para flauta, oboe y clarinete, bajo.
Música incidental para teatro guiñol
Los caprichos de Mariana (Alfredo de Musset), 1943
No hay que perder la cabeza (farsa anónima para guiñol), Floripondito (farsa para guiñol)
texto: Nicolás Guillén, 1951; Calígula (Albert Camus), 1955
Amor de don Perlimplín con Belisa en el jardín (aleluya erótica de Federico García Lorca), Medea la encantadora (José Bergamín), 1957
Volpone (Ben Jonson, versión de Rolando Ferrer), 1966
Anfitrión (Plauto, versión de Rolando Ferrer), 1970
Las tres hermanas (Antón Chejov), 1972
Reparando el camino (teatro-testimonio de Hoang Trung Thong), El inspector (Nicolai Gógol), La dama duende (Pedro Calderón de la Barca, versión de Rolando Ferrer), 1973.
Música para el cine
Los tiempos del joven Martí, cortometraje, dirección: José Massip, ICAIC
La vivienda, cortometraje, dirección: José Massip, ICAIC, 1959
Rebeldes (Historias de la Revolución), dirección: Tomás Gutiérrez Alea, ICAIC, 1960
Carnet de viaje, cortometraje, dirección: Joris Ivens, ICAIC
Habana 61, documental, dirección: Jerzy Hoffman y música de Edgar Korzewski
Serenata de cuerdas, Polonia, 1962
Cimarrón, cortometraje, dirección: Sergio Giral, ICAIC, 1967
David, documental sobre Frank País, dirección: Enrique Pineda Barnet, ICAIC, 1969.
Música sinfónica
Sinfonía en mi, 1945
Serenata, 1947, para orquesta de cuerdas
Dos danzas cubanas: «Montuna» y «Sonera», 1950; Sinfonietta, 1955
In Memoriam (Homenaje a Frank País), 1961
La muerte del Guerrillero, 1968-1969, para recitante y orquesta, texto: Nicolás Guillén («Che Comandante») Tríptico, 1972, para soprano y orquesta, texto: José Martí
Para la Dama Duende, 1974, concierto para guitarra y orquesta; Oda martiana, 1978-1979, para barítono y orquesta, texto: José Martí («Flores del cielo» e «Infierno»)
Discurso de la América Antigua (Homenaje a Haydée Santamaría), 1985, para soprano y orquesta, textos: Anónimos precolombinos («Gucunatz», «Nuestro canto», y «Kacharpari»).
Piano
Sonata en sol sostenido, 1942
Pequeña suite (Homenaje a Ravel), 1943
Tres danzas (Homenaje a Ignacio Cervantes), 1947
Dos danzas cubanas, 1949
Preludio para el álbum, 1950
Tres preludios a modo de tocata, 1951
Suite cubana para niños, Guajira, 1956
Sonata hispánica, 1957
Móvil I, 1969
Estudio de contrastes, 1974
Incidencias, 1977
Seis danzas antiguas, 1989
Paisaje de dos para cuatro, 1996.
Voz y guitarra
Canción de Medea, para soprano, texto: José Bergamín
Canción de Belisa y Coplas, soprano, texto: Federico García Lorca, 1957
Canción por la paz, soprano o barítono, 1959, texto: Raúl Ferrer
Guitarra en duelo mayor, para soprano o barítono, 1967, texto: Nicolás Guillén.
Voz y piano
Tríptico, 1954, para soprano o barítono, texto: José Martí
En el huerto del cantar, para soprano, texto: Ángel Gaztelu
Dos canciones, para soprano, texto: Emilio Ballagas, 1956
Canción de Belisa y Coplas, para soprano, texto: Federico García Lorca
Canción de amor de don Perlimplín, para tenor, texto: Federico García Lorca
Canción por la paz, para soprano o barítono, texto: Raúl Ferrer
Cantares, para soprano o barítono, texto: Antonio Machado, 1959
Guitarra en duelo mayor, para soprano o barítono, 1967, texto: Nicolás Guillén
Dos canciones, 1971, para soprano o tenor, texto: José Martí
La perla, para soprano, texto: Humberto Hedman
Tórtola, para soprano, texto: Pablo Armando Fernández
Tienes el don, para barítono, texto: José Martí, 1982
Discurso de la América Antigua, para soprano, textos: Anónimos precolombinos
Canción eterna, para soprano, texto: Emilio Ballagas, 1985
Dos canciones, 1993, para soprano, texto: Nicolás Guillén.