Hombre que a lo largo de su vida profesional, no ha dejado de hurgar en el pasado de nuestra historia para destacar los hechos más relevantes y rendir tributo a las personalidades más destacadas de las ciencias médicas cubanas. Martiano legítimo ha
seguido la guía del Maestro: ¡Honrar, honra!.
Natural de Melena del Sur, nieto de farmacéutico, hijo de historiador y esposo de enfermera, este eternamente luchador contra la ignorancia, batallador por el rigor científico en las investigaciones históricas, orgulloso de su identidad nacional y de su pertenencia al Hospital General Calixto García, al que está ligado desde su época de alumno ayudante de la cátedra de bacteriología, llegó al Dispensario de Oro de Guisa, en la Sierra Maestra, en 1964, para iniciar el cumplimiento de su Servicio Rural.
De allí fue a Maffo, más tarde asumió la dirección del hospital de
Jiguaní y finalmente fundó el hospital Carlos Manuel de Céspedes.
Había ido por un año a Oriente y permaneció durante seis.
A su regreso a la capital comenzó a cursar la especialidad de
Microbiología. En 1972, ya con el título de especialista, fue nombrado
Historiador de Salud Pública, tras el fallecimiento de César Rodríguez
Expósito. A partir de ese momento compartió su trabajo en el
Hospital Diez de Octubre, como docente, y su quehacer como
historiador.
Fundó la Cátedra de Historia de la Salud Pública, en el desaparecido
Instituto de Desarrollo de la Salud, que posteriormente fuera la
Facultad de Salud Pública y hoy es la Escuela Nacional de Salud Pública, donde imparte clases de postgrado desde hace 22 años.
Su trabajo como investigador lo realiza en la casona de la Calzada de
El Cerro, donde radica actualmente la Oficina del Historiador de Salud
Pública. Allí trabaja afanosamente para poder editar los números de
los Cuadernos, publicación fundada por su maestro, César Expósito, a
quien permanece siempre fiel en el recuerdo.
Con su paso ágil de joven andante se mueve entre la rica biblioteca
personal, en su casa de El Vedado, heredada de su padre, el ilustre
historiador de Melena del Sur, Gregorio Delgado Fernández, la
biblioteca de la Oficina del Historiador de Salud Pública, en el Cerro, y
el archivo de la Universidad de La Habana, donde tiene la posibilidad
de acceder a los expedientes académicos de todos los médicos y
estomatólogos graduados en Cuba.
De su fructífera obra no puede dejar de destacarse su monografía La
doctrina Finlaísta, con la que obtuvo el Premio de la Academia de
Ciencias de Cuba del año 1981, aunque de la obra que dice sentirse
más orgulloso es la Historia de la enseñanza superior de la medicina
en Cuba de 1726 a 1900. Es además autor de 19 libros, 13 folletos y
más de 250 artículos y ensayos. En 1997 recibió el Premio Nacional
de Salud Pública, en la modalidad de libro.
Vicepresidente de las Sociedades Cubanas de Historia de la Medicina y de Historia de la Ciencia y la Tecnología. Es miembro de las Sociedades de Historia de la Medicina de Bulgaria, Bolivia, Seattle, EUA, entre otras. Es profesor invitado del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Fuente: Infomed