Gertrudis Gómez de Avellaneda

Gertrudis  Gómez  de Avellaneda
Tula, La peregrina, la Avellaneda
Nacimiento:  
23
/
3
/
1814
Fallecimiento:  
1
/
2
/
1873

Literatura, Cuba
Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873). Narradora, poetisa y dramaturga cubana. Es una figura excepcional para las letras en lengua española del siglo XIX.

Gertrudis Gómez de Avellaneda nació en Puerto Príncipe (hoy Camagüey). Su padre era un oficial de la Marina española y su madre, una camagüeyana.

Muy tempranamente comenzó a escribir; si se atiende a lo declarado en páginas autobiográficas, antes de cumplir los nueve años construía versos apasionados. Estudió francés y realizó abundantes lecturas (principalmente de autores españoles y franceses) en su ciudad natal y, además de empeñarse en la literatura, se distinguió como actriz aficionada.

En 1836 partió hacia Europa con su familia y, luego de pasar por Burdeos y de vivir un año en La Coruña, se estableció en Sevilla, donde mantiene amores frustrados con Ignacio Cepeda.

Empezó a publicar en varios periódicos y revistas, y se relacionó con intelectuales españoles como Quintana, Espronceda o Zorrilla. Desde entonces vivió la mayor parte de su vida en España, escenario de sus mayores triunfos.

Sobre el año 1844 mantuvo amores con el poeta Gabriel García Tassara, generadores de un hija que murió a pocos meses de nacida.

Tras un retiro conventual, motivado por la muerte de su primer esposo, Pedro Sabater, fallecido en Burdeos apenas tres meses después del casamiento, se asentó en Madrid y allí desarrolló una intensa actividad intelectual.

En 1944 prologó el Viaje a La Habana de la Condesa de Merlín, con quien compartía su condición de mujer escritora y de cubana residente en Europa.

Entre 1846 y 1858 estrenó cerca de trece obras teatrales con gran éxito de crítica y de público. Hacia 1853 intentó ingresar en la Academia Española, pero su solicitud fue denegada por su condición de mujer.

En 1859 regresó a su país natal junto a su nuevo esposo, el coronel Domingo Verdugo, y dado su prestigio dentro y fuera de Cuba, al año siguiente la Avellaneda fue homenajeada en acto público celebrado en el teatro Tacón de La Habana, y allí fue coronada por la poetisa cubana Luisa Pérez de Zambrana, a quien la Avellaneda prologó su libro Poesías, ese mismo año.

En la capital habanera inauguró y dirigió a partir de 1860 el Álbum cubano de lo bueno y de lo bello, una publicación importante para la renovación del gusto literario nacional y para la defensa de los derechos femeninos.

Muerto Verdugo en Pinar del Río en 1863, regresó a España en 1864 y se dedicó a cuidar de la edición revisada de sus Obras literarias. El epistolario y las memorias, publicados póstumamente, permiten comprender cómo sus obsesiones, decepciones e intimidades se manifiestan de múltiples maneras en su obra literaria. En varios escritos utilizó el seudónimo de La peregrina.

En 1836 tuvo lugar el nacimiento literario de la Avellaneda con la composición de su primer poema de importancia, “Al partir”, motivado por su marcha a España junto a su familia. Entonces, se abrió la primera etapa de su obra lírica, que se prolongó hasta 1850, y a ella pertenecen tanto sus poemas de mayor significación como sus imitaciones y traducciones de la poesía francesa. La segunda etapa, de menor creatividad, va de 1857 a 1869.

Desde sus primeras composiciones, la Avellaneda demostró una exigente voluntad estilística y un gran rigor autocrítico.

De temperamento esencialmente romántico, con una fuerte formación neoclásica y marcada intención de corresponder al gusto lírico de su época, toda su poesía mantiene una uniformidad tanto temática como composicional, aunque se advierte una mayor tendencia, en los últimos años de su vida, hacia el misticismo y la religiosidad. De ahí que algunos de sus poemas resulten vehementes y apasionados, como aquellos dedicados a su eterno amante Ignacio Cepeda, no así sus versos religiosos, contenidos y melancólicos, donde el sujeto lírico expresa humildad ante un interlocutor implícito (casi siempre, Dios).

Pero si los temas fundamentales de la poesía de la Avellaneda son el amor y la religiosidad, también sobresalen la nostalgia por Cuba, el anhelo de libertad, la exaltación de la poesía, las reflexiones filosóficas y las composiciones de ocasión dedicadas a grandes figuras de las letras y de la historia mundial.

La obra poética de la Avellaneda también se caracteriza por su maestría versificadora; no solo trabajó todas las combinaciones métricas (desde bisílabos hasta versos de veinte sílabas), también realizó innovaciones en la composición de versos de catorce sílabas (los llamados alejandrinos), con períodos de 8 y 6, y no de 7 y 7.

En la dramaturgia, la Avellaneda prefirió temas y personajes ajenos a Cuba y sí relacionados con la tradición cristiana y el ambiente español. Por esto, en general, su obra teatral se caracteriza por un lenguaje peninsular, por preferir legendarias circunstancias cortesanas y por un misticismo expresado en su elección de figuras y temas bíblicos. Según lo expuesto por la Avellaneda en algunos de los prefacios de sus obras, su ideal dramático era el de fundir los postulados neoclásicos con los románticos.

Caracterizada por el dominio técnico de su arte dramático, escribió más de veinte obras para la escena, algunas de las cuales fueron adaptaciones de piezas francesas, como La aventurera (1853), de Emile Augier; o Catilina (1867), de Alejandro Dumas padre y Auguste Maquet.

En 1840 escribió su primera obra: Leoncia, cuyo argumento resulta esencialmente romántico gracias al empleo de determinados recursos repetidos también en las comedias posteriores La hija de las flores o Todos están locos (1852). Entre esos recursos se encuentran el uso de parentescos ocultos o ignorados, o de confusiones y casualidades relacionadas con el estado civil de los personajes.

Pero los mayores aciertos teatrales de la Avellaneda son sus seis piezas de carácter trágico: Saúl (1849) y Baltasar (1858), las más sobresalientes, donde se demuestra su interés por las historias bíblicas y con las cuales obtuvo un éxito rotundo. Baltasar será la más importante y lograda de sus obras dramáticas por la efectiva estructura en el diseño de la trama, por la profundidad del pensamiento histórico y por la complejidad psicológica de su personaje principal (el rey de Babilonia durante el siglo VI antes de Cristo), que encarna el hastío, la misantropía y el pesimismo romántico, pero al mismo tiempo la representación simbólica de la humanidad sin Dios.

Además de la naturaleza y de la pertenencia a un espacio propio desde el cual proclamar su identidad, entre los tópicos de su obra narrativa aparece el amor en sus múltiples variantes, siempre desde un punto de vista pesimista y amargo.

Se trata de elementos típicos del romanticismo, a los cuales la Avellaneda supo dar su impronta personal. El cuestionamiento sobre dónde se encontraban los verdaderos valores de la sociedad, la preocupación ética, asociada a la virtud y a la capacidad de sacrificio, fue otro de los grandes temas recogidos por su narrativa. Sab (1841), Dos mujeres (1842-1943), Espatolino (1844) y El artista barquero (1861) son protagonizadas por el esclavo, la mujer, el bandolero y el artista, sujetos desplazados por la sociedad.

En Sab, la Avellaneda aprovecha los desengaños amorosos de dos personajes para identificar el destino de una mujer blanca y un mulato (ninguno de los dos puede ser feliz por causa de los convencionalismos sociales).

En Dos mujeres también acude a reflexiones valientes sobre la condición social de la mujer y se pronuncia contra el matrimonio aceptado como un contrato social indisoluble. Sin embargo, la novela histórica Guatimozín o el último emperador de México (1845) cosechó mejores elogios de la crítica, sobre todo por el tratamiento del tema indigenista y por su acercamiento a la historia de la conquista de México.

La elección de personajes sometidos, sin posibilidad de legitimarse o que se rebelan ante las injusticias, hizo de su obra narrativa un foro de cuestionamiento explícito sobre los poderes político, económico y social. Debido a este espíritu trasgresor, se llegó a prohibir la entrada en Cuba de algunas de estas obras.

Fallece en Madrid, España

Fuente: EnCaribe.org