Villate, cuyos aportes musicales se hicieron presentes en las óperas, las zarzuelas, obras sinfónicas y de cámara, a pesar de solo vivir 40 años, tuvo una trayectoria musical realmente intensa, centrada en la ópera, habiendo alcanzado un reconocido prestigio en Cuba y en el exterior, particularmente en Francia.
A los 14 años, Villate compuso un Ave María, a cuatro voces con coro y orquesta, y a los 16, la ópera Angelo Tirano de Padua, sobre el drama de Víctor Hugo. Serían los inicios de una carrera artística de un gran músico que se coronaría con óperas merecedoras del aplauso y lo mejor de la crítica periodística y musical. Entre las mismas se relacionan Zilia, estrenada en el Teatro de los Italianos de París, en 1877 y en Cuba, en el teatro Payret, en 1881; Zarina, en el Teatro Real de la Haya, en 1880 y Baltasar --basada en el drama de Gertrudis Gómez de Avellaneda--, en el teatro Real de Madrid, en 1885. La trascendencia de esta última obra llevó al compositor cubano a recibir una alta distinción de la Reina Isabel la Católica. Un año después compuso la marcha fúnebre que acompañó el sepelio de Alfonso XII.
Villate fue uno de los alumnos de piano del maestro Nicolás Ruíz de Espadero, ambos devinieron figuras destacadas de la cultura cubana, como fueron, además, los casos de Cecilia Arizti, Ignacio Cervantes, Carlos Alfredo Peyllerade, y otros.
El habanero Villate completaría sus estudios de piano en Estados Unidos, hacia donde se dirigieron sus padres al iniciarse la guerra independentista de Cuba contra España, en 1868. Tenía entonces 17 años.
Un año después se le vería trabajando en Nueva York como organista en varias iglesias, hasta que en 1871 regresa a su patria, donde escribe la ópera Las Primeras Armas de Richelieu.
Una característica de Villate fueron sus entradas y salidas desde Cuba hacia Europa y viceversa. Así, deseoso de ampliar sus conocimientos musicales, viaja a Francia y se convierte en alumno de Bazín, Danhauser y Foncieres en el campo de la composición. Es en dicho país, donde estrenó, en 1877, su ópera Zilia, en el teatro de los Italianos de París.
En 1880, de nuevo, se halla Villate en La Habana, donde estrena la ópera Zarina, lo que haría también en 1885, en el Teatro de Madrid.
Entre 1884 y parte de 1885, tomó auge un viejo anhelo de los músicos cubanos para crear una Academia o Conservatorio de esa especialidad, habiendo encontrado en Villate a uno de los principales entusiastas para alcanzar ese objetivo, junto a Cervantes, Desvernine y algunos más. Sin embargo, los esfuerzos realizados resultaron infructuosos, correspondiéndole al prestigioso músico holandés Hubert de Blanck, fundar el primer Conservatorio de Música y Declamación de Cuba.
Por otra parte, varios autores han hecho referencia a la influencia que pudo haber ejercido el gran compositor italiano Giuseppe Verdi (1813-1901) en la obra musical de Villate. Se mencionan mensajes cursados entre sí, pero no de encuentro personal alguno.
Como es conocido Verdi llevó a la escuela operística italiana del siglo XIX a su máxima expresión, y fue autor de famosas óperas como Rigoletto, La Traviata, Aída y muchas otras.
Sin lugar a dudas, Gaspar Villate fue un destacado representante de la cultura cubana de finales del siglo XIX, de los que han dado sólido prestigio a nuestra patria a través de los años. Por tanto, profundizar en su dinámica y provechosa vida como compositor no puede omitirse en el presente por estudiantes, investigadores y artistas dedicados a la música, en especial a la ópera.
Al fallecer en París, había realizado una importante carrera musical. Además de sus óperas, también había compuesto numerosas danzas y contradanzas cubanas para piano, habaneras y marchas fúnebres.
Meses después, en 1892, los restos mortales de Villate fueron trasladados a Cuba, la tierra que tanto amó, donde descansan para siempre.