Anyelo Montero asciende a Primer Bailarín del Ballet Nacional de Cuba
El Ballet Nacional de Cuba (BNC), dirigido por la primera bailarina Viengsay Valdés, dio a conocer una nueva evaluación de su elenco artístico, como resultado de un minucioso trabajo de sus principales maîtres y profesores.
De especial relevancia ha resultado la promoción del joven bailarín Anyelo Montero a la máxima categoría artística del elenco, la de Primer Bailarín.
Nacido en La Habana en 2001, inició sus estudios en los Talleres de la Cátedra de Danza de Ballet Nacional y los continuó en la Escuela Nacional de Ballet bajo la guía de la eminente pedagoga Ramona de Sáa y otros destacados profesores como Lourdes Arnau y Marta Iris Fernández.
Durante su etapa escolar realizó presentaciones en las ciudades mexicanas de Cancún y Guadalajara, así como en Costa Rica, como parte de intercambios culturales entre Cuba y esas naciones.
Al graduarse en el curso 2019-2020 pasó a integrar el elenco del Ballet Nacional de Cuba, donde pronto se destacó por sus cualidades técnicas y artísticas y un disciplinado quehacer en clases y ensayos. En virtud de ello fue ascendido a la categoría de bailarín principal en el 2022, la que ostentaba hasta el momento de su reciente ascenso.
Su repertorio incluye, entre otros, Coppelia, Cascanueces, El Lago de los Cisnes, Giselle, Don Quijote y La Bella Durmiente, en las versiones coreográficas de Alicia Alonso; Tema y Variaciones de Balanchine, Carmen, de Alberto Alonso, Suite Génesis y El poema del Fuego de Alberto Méndez, Love Fear Loss del brasileño Ricardo Amarante, Concerto DCH del ruso Alexis Ratmanski y Séptima Sinfonía del alemán Uwe Scholz; Sinfonía para nueve hombres del norteamericano James Kelly, Celeste de la belga-colombiana Anabelle López Ochoa y Lucile, del danés Johann Kobborg. Con el Ballet Nacional de Cuba ha actuado en varios países de Latinoamérica y Europa y como artista invitado del Ballet de la Cátedra Alicia Alonso en Madrid, España; en la Gala del Modern Theatre en Grossetto, Italia y en el Ballet Clásico Ruso de Costa Rica, entre los años 2022 y 2024.
El ascenso de este joven bailarín es prueba fehaciente del nivel alcanzado por la danza masculina cubana, en todos estos años, en que un sistema pedagógico, el de la Escuela Cubana de Ballet, ha permitido encontrar y desarrollar una amplia gama de talentos y personalidades. Fue la propia Alicia Alonso, quien, de manera sabia, supo definir el fenómeno, cuando afirmó:
Los bailarines cubanos, especialmente los hombres, actúan por todo el planeta y esto despierta la curiosidad, porque en el mundo del ballet los bailarines de tan alta calidad escasean. Nosotros lo hemos logrado con un trabajo duro, muy duro, diría yo, ya que exige al mismo tiempo que este sea un atleta de alta potencia y un artista.
La preocupación por el desarrollo de la presencia masculina en el ballet cubano fue una constante en el quehacer de la tríada fundadora, Alicia, Fernando y Alberto Alonso, quienes, sin claudicar, lucharon contra innumerables prejuicios sociales y escollos económicos, que limitaban la presencia de los cubanos en la escena del ballet profesional.
La presencia de los hermanos Fernando y Alberto Alonso en la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana abrió el camino, con el ingreso de Alberto, en 1935, en el Ballet Ruso de Montecarlo, que lo convirtió en el pionero de ese quehacer en nuestra patria, el que seguiría Fernando en los Estados Unidos, a partir de 1937.
“Un fuerte trabajo pedagógico en la Escuela Nacional de Ballet permitió la graduación y el desarrollo artístico de una pléyade de bailarines, que desde la primera promoción en 1968 ha garantizado la presencia masculina en el ballet cubano”.
En la década del 40 se sumarían los nombres de Luis Trápaga y de Enrique Martínez, quienes también alcanzaron el rango de primeros bailarines. Eran tiempos difíciles y no fue hasta la creación de la Academia de Ballet de Alicia Alonso en 1950, que el trabajo con los bailarines masculinos tomó otro derrotero. Sería el santiaguero Joaquín Banegas el mejor fruto de esos esfuerzos, que lo llevaron a la máxima categoría en 1960.
Pero no sería hasta el triunfo de la Revolución, que la presencia masculina encontraría su verdadero camino, al crearse la Escuela Provincial de Ballet de La Habana en 1961 y la Escuela Nacional de Ballet al año siguiente, como parte del complejo de la Escuela Nacional de Arte.
En años posteriores alcanzaron la máxima categoría artística dos bailarines de talento, pero con una formación técnico-artística desigual, fueron ellos Roberto Rodríguez y Alberto Méndez. Un fuerte trabajo pedagógico en la Escuela Nacional de Ballet permitió la graduación y el desarrollo artístico de una pléyade de bailarines, que desde la primera promoción en 1968 ha garantizado la presencia masculina en el ballet cubano, merecedora de los más grandes elogios de la crítica mundial.
La reciente promoción de Anyelo como Primer Bailarín viene a sumarlo a una prestigiosa lista de 30 bailarines que han prestigiado y prestigian la Escuela Cubana de Ballet.