Es escritor, periodista, guionista, fotógrafo y humorista.
Sus primeros años los vivió en su natal Matanzas. Al triunfo de la Revolución se traslada para La Habana y, al fundarse en 196l la revista Palante, se inició en el periodismo humorístico, hasta 1966 como colaborador, y después como parte de su colectivo, donde permaneció hasta su muerte, pero ya había perdido el nombre de Juan Manuel Betancourt González, desde hace mucho ya era Betán.
No conocido por, sino Betán de veras, de modo omnipresente. Muchos han pensado que ya en Palante, después de tantos años, ignoraban el nombre que llevaba en su carné de identidad. Todos, los de la redacción y los lectores, a lo largo y ancho de las catorce provincias y el municipio especial de Isla de la Juventud, lo llamaban y reconocían como Betán.
Su obra como periodista, escritor y humorista se ensanchó entre 1968 y 197l. Tres de sus libros de historietas merecieron en ese lapso un Premio Especial de la OIP: Matilda y sus amigos, Los siete samurais del 70 y Pol Brix contra el Ladrón Invisible.
Entre reportajes, artículos y otras variantes del humorismo periodístico, Betán comenzó a aparecer también con sus cuentos y relatos en varias antologías de humor, tales como: Una bocanada de humor (Agenor Martí), Ese personaje llamado la muerte (Imeldo Alvarez), Más de 100 años de humor político, Veinticinco años de humor Palante y Revistón de Palante, las tres últimas organizadas por Évora Tamayo.
En 1989, por la Editorial Pablo de la Torriente Brau, trabajó en la selección y coordinación de una antología de humor: Humor de puño y letra. Poco después, por esta misma editora, publicó Breve muestra de humor gráfico cubano.
Cuando salió su libro Guía para tontos de capirote, que vio la luz en 1982, se dijo: “Este es de los buenos, de los que llegan para enriquecer la tradición del humorismo criollo, en el que se refunde, con sabor antillano y aire pícaro, toda la sabiduría popular que temen los empachados y aplauden los poetas y artistas fieles al humanismo de nuestra cultura”.
Frente a las afectaciones del “período especial”, lejos de amilanarse porque el semanario Palante se convirtió de pronto en mensuario, agarró la máquina de escribir – todavía no había llegado la maravilla de la computadora – y comenzó a escribir noveletas, novelas, la primera en la línea de sus textos humorísticos, como Parece que va a llover, aún inédita, y en los entreactos de su actividad creativa, arma una selección de los trabajos que publicó en su sección de Palante denominada Amplíe su cultura si puede, incluso machaca seguidamente tres noveletas del “genero Oeste”, que también están inéditas en su papelería, el caso era romperle el espinazo a la necesidad de expresión, hallar caminos a sus inquietudes.
Estimulado por sus compañeros de la redacción, decidió escribir una novela policiaca, basada en una idea original de su esposa, la escritora, caricaturista y diseñadora pintora de Palante, Miriam Alonso.
La sorpresa toca a las puertas de esta pareja de creadores: Crimen con brumas, que así se titula la novela, obtuvo mención en el Concurso de Literatura Policial que cada año convoca la Dirección Política del Ministerio del Interior. Este reconocimiento estimuló a Betán y en la siguiente convocatoria recibió el Primer Premio con la novela Pentagrama negro, por lo que continuó adelante en el cultivo del fascinante género.
Betán entró en el grupo de cultivadores del género policial, pero sin olvidar que era un humorista nato. Sus relatos, noveletas y novelas detectivescas y de misterio lo mismo gustan a los lectores adultos que a los niños y jóvenes, sin duda no solo por las historias que conforman la ficción narrativa, sino por el atractivo de la fantasía de la fabulación, por las peripecias e intrigas que viven los personajes, por el suspenso que logra en la elaboración de la trama, realistas y a la vez simbólicos, tomados de la realidad, del acontecer cotidiano, pero al mismo tiempo abiertos a diferentes escenarios y medios.
Por ejemplo: tres de sus novelas policiacas (Entre el amor y la muerte, La muerte del cargabates y Traficantes de tinieblas), se han transmitido en adaptaciones radiales producidas en Radio-Arte y por varias emisoras provinciales y municipales del país. Esta última obtuvo el Segundo Premio en el Festival Nacional de la Radio 2004.
La novela policiaca Perros de pelea, que recrea con realismo y ternura la práctica inhumana de efectuar combates con esos animalitos, incluye un anexo con fichas técnicas de las razas de perros que se mencionan en la obra.
A principios del 2003 Betán recibió la invitación del escritor y también humorista cubano residente en Chile José Pelayo, para escribir a cuatro manos una novela breve de corte infantil-humorístico-policiaco que le fuera encargada por la filial de la Editorial Alfaguara en la patria de Pablo Neruda.
La obra, titulada El chupacabras de Pirque, fruto de ese esfuerzo, ha devenido todo un éxito, por la venta de ejemplares, por las varias reediciones que ya tiene, por su presencia en numerosas escuelas del país andino como lectura complementaria de clases y la recepción de la crítica especializada.
La labor conjunta de Betán y de Pelayo logró nuevos éxitos con las siguientes obras detectivescas de humor: Por una nariz, El secreto de la Cueva Negra, En las garras de los mataperros, El enigma del huevo verde y Eternamente Yolanda, de próxima aparición. En solitario, Betán presentó a la Editorial Alfaguara la novela de aventuras para jóvenes titulada Percival Paz y la leyenda del ahorcado.
Siempre en Palante, junto a su esposa Miriam y sus compañeros de redacción, Betán siguió escribiendo. Fiel a su estilo, a su revista, a su patria, a sus proyectos creativos, quizás un poco al margen de las tertulias de consagrados, pero seguro de sus sueños, trabajando.
Obtuvo más de cuarenta premios nacionales y extranjeros en literatura policial y humorística, dibujo y fotografía. Fue guionista de historietas didácticas las cuales merecieron un Premio Especial de la OIP.
Publicó en Cuba el libro Guía para tontos de capirote (Editorial Letras Cubanas, 1982) y sus cuentos han aparecido en numerosas antologías.
Ha escrito nueve novelas policiacas, dos de ellas premiadas en el concurso nacional que anualmente convoca el Ministerio del Interior de Cuba, en tanto otras tres han sido adaptadas para la radio y una de ellas premiada en el Festival Nacional de la Radio 2005.
En coautoría con Pepe Pelayo ha publicado El chupacabras de Pirque, El secreto de la cueva negra y En las garras de los mataperros (Editorial Alfaguara-Chile. 2003, 2004 y 2005).