Eduardo Roca Salazar, Choco, que mereció el año pasado el premio nacional de Artes Plásticas, ha reencontrado sus raíces durante la celebración de la 38 edición del Festival del Caribe.

El artista fue al reparto Nuevo Vista Alegre, que en los días de su niñez era un enclave marginal, hasta que la Revolución en 1960 edificó viviendas y dignificó a sus moradores. La familia de Choco fue una de las beneficiadas por la transformación social y eso no lo olvida, como tampoco los amigos que jugaban béisbol –pelota manigüera– ni la inclinación inicial por el dibujo.

Haber sido de los primeros en formarse como instructor de arte y luego de transitar por la Escuela Nacional de Arte de Cubanacán ganar nombradía como uno de los representantes de la vanguardia artística cubana, no apartan al creador de la savia popular que nutre su experiencia vital y estética.

Es por eso que Choco gozó de lo lindo cuando en Nuevo Vista Alegre el presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular, Raúl Fornés, le entregó las Llaves de la Ciudad fuera de todo protocolo, o cuando dignatarios de Ifá le tributaron su homenaje, o cuando su amigo y colega Alberto Lescay y la poeta Nancy Morejón ponderaron los aportes del artista a la visualidad insular.

La exposición de Choco se suma a otras en la agenda de la Fiesta del Fuego, entre las que destacan Eros, de Lescay; El cañaveral y Mitologías marinas, de Rosy Auguste (Guadalupe); Realismo sintético, de Jairo Hernández (Colombia); Rostros de Santiago, de Jacques Bourleau (Francia); La siesta, de Dante Loyola e Hilda Bustamante (México), e Inspiración caribeña, de Juan Pulache (Perú).