Ramón Luis
Miranda
Torres

Ramón Luis  Miranda  Torres
Nacimiento:  
29
/
7
/
1836
Fallecimiento:  
27
/
1
/
1910

Se destaca como el médico de Martí, debido a su excelente labor asistencial durante los últimos años de vida de nuestro Héroe Nacional.

El galeno se destacó en otros aspectos poco divulgados, por lo que opinamos que no se le ha otorgado su verdadera dimensión pues fue oftalmólogo. En Cuba trabajó en el Cuerpo de Sanidad Militar de La Habana y en el Hospital Militar de San Ambrosio. También prestó servicios como médico en la Real Casa de Beneficencia y Maternidad de La Habana.

Nació en Matanzas, sus padres fueron don Bernardino de Miranda y doña Gumersinda Torres. A los ocho años se trasladan a La Habana y Ramón ingresa como alumno en el Colegio "El Salvador"; que ya constituía verdadera institución de la enseñanza, dirigida por el insigne patriota José de la Luz y Caballero. Transcurridos los diferentes niveles de escolaridad con excelentes resultados, en 1853 matricula la carrera de Medicina y aprueba con notas sobresalientes los dos primeros cursos.

Como era frecuente en los jóvenes de la época, se traslada a París e ingresa en la Facultad de Medicina. Desde sus años de estudiante en Francia comienza a mostrar simpatía por la oftalmología. La Revista "Eco de París", que él había fundado en unión con otros cubanos que cursaban estudios en la capital francesa, evidencia su interés por estos temas. En junio de 1857, marca la primacía del estudiante Miranda, al publicar en el número correspondiente a ese mes, su primer artículo titulado "Revista Extranjera", donde ofrece el resumen de algunos hechos divulgados por la prensa.

Ahí describe el tratamiento de diversas enfermedades y los resultados. Entre ellas se refiere a un tumor vascular de la órbita y su tratamiento, la exéresis del nervio maxilar superior en tres casos de neuralgia facial y otros. En agosto del mismo año alude al vértigo, en la sección Clínica Médica. Así presenta casos, donde refiere a la forma de diagnosticarlos, los tratamientos y resultados e insiste en que puede aparecer unido a enfermedades del aparato de la visión.

También abordó los tumores sanguíneos de la bóveda del cráneo, en comunicación con la circulación venosa intracraneal, donde señaló que algunos pueden extenderse a los párpados y crecer exageradamente. De estas lesiones destaca "estos tumores que en la Sociedad de Cirugía se han comparado con los aneurismas venosos observados con frecuencia en algunas regiones del cuerpo, pero nunca en el cráneo, no se hallan descritos ni siquiera indicados en los tratados de cirugía tanto antiguos como modernos: hoy gracias a las investigaciones… se ha podido trazar bastante bien la historia general de esos tumores…".

El 10 de mayo de 1861 realiza brillantes exámenes y se gradúa de médico. De su examen, distinguió el Dr. Gustavo López, citado por Rodríguez Expósito: "Allí ante el competente tribunal que lo graduó, supo sostener su tesis que tituló 'La parálisis del motor ocular común'. Sus argumentos fueron muy bien acogidos, justificando así la felicitación que recibió del profesor Martín Malgron, que tenía al doctor Miranda entre sus discípulos predilectos".

Una vez más vemos su relación con la Oftalmología, escoge para defender su tesis la parálisis del III nervio craneal. En el texto explica con detalles las afectaciones que sufren tanto la musculatura intrínseca como la extrínseca. Al ser propuesta por el tribunal para publicación, la tesis fue editada en París con la dedicatoria: "Al mejor de los padres, cuán dichoso me considero hoy en poder ofrecerte este simple fruto de mis trabajos, y ojalá que así se encuentren recompensados en algo tu tierna solicitud y tus paternales sacrificios. A mi buena madre: amor eterno. A mi hermano querido: cariño y unión".

Su tesis de grado fue resultado de trabajos y experiencias adquiridas durante el tiempo que permaneció en los laboratorios de Fisiología del profesor Malgron y mereció un cálido elogio del profesor Paul Broca, eminente científico francés, quien localizó el centro del lenguaje articulado en el pie de la tercera circunvolución frontal izquierda.

De Francia se trasladó a España, donde dada la procedencia francesa, se le obligó a examinar todas las asignaturas. El joven galeno respondió ampliamente los interrogatorios. Su examen de grado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid fue muy notable. Realizó una operación de labio leporino, que le valió no solamente el grado sino la felicitación del profesor de Medicina Operatoria, que expresó satisfecho: "He aquí un cirujano estético".

Al regresar de España tenía 25 años. En Cuba instaló su consultorio en La Habana y poco a poco se ganó la admiración de sus numerosos pacientes. Gran parte de ellos vivían en los barrios pobres, cuarterías y solares, adonde Miranda acudía puntualmente, les llevaba su amor y sus conocimientos médicos. Se conoce que no sólo no percibía los honorarios sino que muchas veces dejaba el dinero junto a las recetas para la compra de las medicinas. Fueron muchas las noches en que interrumpía el sueño y montaba su coche o volanta, para acudir a la casa de un pobre necesitado de sus servicios. Esta función la hacía como un deber y con un enorme placer.

Para aspirar a Académico Supernumerario de la Sección de Medicina en la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, presentó un trabajo titulado "De la anestesia local", interesante estudio que fue muy bien aceptado. El 28 de octubre de 1866 el Dr. Luis M. Cowley, ilustre personalidad médica de la época informa en el pleno de la academia, sus opiniones acerca de la memoria presentada por el Dr. Miranda. Cowley termina solicitando a los presentes que se acceda gustoso a la aspiración del autor dándole el título de Miembro Numerario y que se publique el texto que encierra hechos importantes y observaciones sumamente minuciosas. Es aprobada por unanimidad la ponencia del Dr. Cowley y aceptada la solicitud de Miranda Torres.

En la sesión del 11 de noviembre de 1866, asistió el Dr. Miranda, para tomar posesión de su cargo de Académico. Se inicia así una intensa actividad académica que desarrolló con profesionalidad, dedicación y verdadero entusiasmo. Actividad que prosigue en el extranjero, cuando en mayo de 1874 fija su residencia en Nueva York. Continúa con sus colaboraciones y el 11 de enero de 1885 envía un informe a la academia,6 de la anestesia local producida a partir de hidroclorato de cocaína.

Hace énfasis en el proceder y explica que los experimentos realizados por distintos oftalmólogos, muchas de dichas operaciones ha presenciado, demuestran que la solución dilata la pupila por un efecto en el sistema nervioso simpático, y produce la anestesia no sólo en la mucosa ocular, sino en la boca, la laringe etc., lo cual relaciona con la inervación de la zona.

Su interés por la oftalmología lo llevó como él explica a presenciar varias operaciones, aunque -hasta donde hemos avanzado en nuestras investigaciones- no hemos encontrado que ejerciera la oftalmología directamente. En 1887 publica un trabajo sobre la diabetes sacarina y vuelve a referirse al tema que analizamos. Ahí narra la historia de uno de sus enfermos diabéticos que al examinarlo presentaba7 "mirada vaga, dificultad en distinguir los objetos, pupilas contraídas".

Entre los días 2 y 9 de octubre del año 1900, se celebró en París la Exposición Internacional y el XIII Congreso Médico Internacional. Allí asistió en representación de Cuba -según el Dr. Miranda- el destacado oftalmólogo cubano Dr. Juan Santos Fernández Hernández. Juntos asistieron a las diferentes sesiones del evento, recorrieron la Exposición e intercambiaron sobre el desarrollo de la Oftalmología en Cuba. En la sesión del 28 de octubre la academia discutió un informe escrito por el Dr. Miranda, publicado posteriormente8 donde explica lo acontecido en la capital francesa. Hace énfasis en la aceptación que han tenido "los instrumentos para los ojos y los magníficos ojos artificiales".

Posiblemente en los primeros días de diciembre de 1909, en Nueva York, sufre un ictus debido a una hemorragia cerebral que lo dejó en cama, grave y con hemiplejia derecha. Decimos en los primeros días de diciembre porque Gonzalo de Quesada -patriota cubano yerno de Miranda- envía con fecha 13 de diciembre un cablegrama a la academia, en respuesta a la solicitud de esta institución, donde destacó la gravedad del galeno. El 30 de diciembre el Secretario de la Academia envía la siguiente carta al Dr. Gonzalo de Quesada: "Reunida esta Academia anoche por primera vez después del ataque sufrido por nuestro muy querido Académico de Mérito Dr. Ramón Luis Miranda, se dio cuenta de su grave dolencia y la corporación acordó hacer contar los vivos sentimientos que le animan y sus votos por el pronto restablecimiento del querido enfermo...".

A pesar de todo el esfuerzo realizado por los médicos que le atendieron, a las tres de la madrugada del 27 de enero de 1910 falleció el Dr. Miranda. Así lo confirma el cablegrama enviado por Gonzalo de Quesada a su querida academia, donde fue muy profundo el dolor al conocer la desagradable noticia. Al día siguiente 28 de enero, la reconocida institución envía una comunicación a Nueva York. La misiva expresaba: "Enterada la Academia, por el cablegrama de ayer del sensible fallecimiento de nuestro querido académico de mérito, Dr. Ramón Luis Miranda, acordó, en su sesión de anoche, suspenderla como manifestación de duelo…". Irreparable pérdida que repercutió ampliamente entre los académicos que lo admiraban y respetaban.

Fuente: Revista Cubana de Oftalmología