Esther
Borja
Pérez

Esther Borja Pérez
Foto
Encuentro Latino Radio
La Damisela encantadora
Nacimiento:  
5
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12
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1913
Fallecimiento:  
28
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12
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2013

Esther Borja, considerada una de las principales voces de Cuba en el siglo XX. Con voz de mezzosoprano, fue una de las más importantes promotoras del arte lírico en Cuba y es considerada la mejor intérprete de las canciones del famoso compositor y pianista cubano Ernesto Lecuona (1895-1963), de quien fue amiga personal.

Conocida como la “damisela encantadora”, a partir de una de los temas de Lecuona que más la identificó, Borja actuó en zarzuelas y operetas, trabajó en la radio, el teatro, el cine y la televisión, donde incluso animó un programa musical durante varios años.

Era hija de Ladislao Borja y Ramona Pérez, quien cantaba canciones cubanas y trozos de zarzuelas en veladas familiares acompañada al piano, y fue su maestra inicial.

La familia recibía a músicos destacados de la época, como Antonio María Romeu. Siendo adolescente, Esther Borja conoció a Rosendo Ruíz Suárez, quien era su vecino, y a Sindo Garay, dos grandes de la Trova tradicional cubana.
En 1929 se presentó por primera vez en público en el poblado de Santiago de Las Vegas, cantando Noche azul y Canto siboney, de Ernesto Lecuona. Cuando concluyó sus estudios secundarios comenzó a tomar lecciones de música en el Centro Gallego. Se graduó de piano con medalla de plata en 1932.

Por los primeros años de la década de 1930 cantó como aficionada en la estación radial CMCA, donde se relacionó con Juan Brouwer, hijo de la compositora Ernestina Lecuona, a quien también conoció poco después. Fue Ernestina Lecuona quien le preparó su primer recital. En 1934 Esther Borja hizo una gira por varias ciudades de Cuba con un repertorio de canciones cubanas y mexicanas.

Comenzó su vida profesional en 1935 junto a Ernesto y Ernestina Lecuona, ofreciendo conciertos en el Lyceum Lawn Tennis Club y el Teatro Nacional (hoy Gran Teatro de La Habana), y actuando en las emisoras CMK y CMX. Estrenó, de Lecuona, Para Vigo me voy, Soñé que me dejabas y Mi amor del aire se azora. En el Lyceum presentó ese año un ciclo de canciones que Lecuona le dedicó, con textos de José Martí: Un ramo de flores, La que se murió de amor, Una rosa blanca, Es mi canto de amor, Tu cabellera y Sé que estuviste llorando. De Ernestina Lecuona, en el teatro Auditorium, dio a conocer las canciones Bésame, loca y Cierra, cierra los ojos.

En septiembre de 1935, en el mismo escenario, hizo su debut teatral en la zarzuela Lola Cruz, con música de Ernesto Lecuona y libreto de Gustavo Sánchez Galarraga, junto a la soprano Caridad Suárez y los tenores Miguel de Grandy y Pedrito Fernández. En esa obra estrenó el vals Damisela encantadora, con éxito extraordinario.
En 1936 realizó su primera gira por América Latina. Actuó, junto a Ernesto Lecuona, en Valparaíso y en Santiago de Chile. En Buenos Aires debutó en el Gran Teatro Broadway, obtuvo un contrato de exclusividad para cantar en Radio El Mundo y más tarde participó, junto a Lecuona y Bola de Nieve, en la película Adiós, Buenos Aires (1937), dirigida por Leopoldo Torres Ríos, con los actores Amelia Bence y Tito Lusiardo.

En 1940, en el teatro Principal de la Comedia de La Habana, participó en la puesta en escena de Las Leandras, de Francisco Alonso, con Rosita Fornés, e hizo el papel de Julieta en la opereta El conde de Luxemburgo, de Franz Lehar. Ese mismo año, en Buenos Aires, cantó las zarzuelas de Lecuona El cafetal, Lola Cruz, Rosa la China y María la O. Dos años más tarde, en Cuba, protagonizó las zarzuelas Luisa Fernanda y Azabache, de Moreno Torroba; la opereta La bayadera, de Kalmán, y la ópera cómica Don Gil de Alcalá, de Penella.

En 1942 fue contratada en exclusiva por CMQ Radio para participar en programas estelares. Al año siguiente debutó junto a Lecuona en el Hall of America y luego en el Steinway Hall de Nueva York, interpretando canciones cubanas. Fue contratada por el compositor y empresario Sigmund Romberg para integrar su compañía, con la que se presentó en el Carnegie Hall, respaldada por su gran orquesta de conciertos.

Con la compañía de Romberg realizó una prolongada gira por cuarenta y cuatro estados norteamericanos. Entre otros escenarios, se hizo aplaudir en los teatros Orchestra Hall y Schubert, de Chicago; Lyric, de Baltimore; Academy of Music, de Filadelfia, y Radio City Music Hall, de Nueva York.

Regresó a Cuba en 1948, y ofreció conciertos y recitales en varios teatros habaneros. El 15 de abril de ese año ofreció en el teatro Auditorium su Concierto Panamericano, respaldada por cinco notables pianistas-compositores de su generación: Orlando de la Rosa, Felo Bergaza, Carlos Barnet, Mario Fernández Porta y Julio Gutiérrez.

Interpretó, entre otros títulos, Tristeza andina, del peruano Carlos Valderrama; Ese lero, lero, lero, de la mexicana María Greever; Los arbolitos, del mexicano Martínez Gil; Love, come back to me, del norteamericano Romberg, y Alma llanera, del venezolano Pedro Elías Gutiérrez. También, de autores cubanos, Al recordar tu nombre, de Carmelina Delfín; No lo dudes, de Ernestina Lecuona; Si lo quisiera Dios y Por qué me has hecho llorar, de Ernesto Lecuona; Mi guitarra guajira, de Olga de Blanck, y La palma, de Rodrigo Prats. También Experiencia, de Arturo R. Ojea; Canción del amor que vuelve, de Mario Fernández Porta; Un momento, de Julio Gutiérrez y Para cantarle a mi amor, de Orlando de la Rosa.

Con la llegada de la televisión en 1950, fue contratada con frecuencia por programas estelares. Hasta 1953 participó en las temporadas de zarzuelas y operetas en el teatro Martí, de La Habana. En marzo de 1953 cantó, en los teatros Álvarez Quintero, de Madrid, y Cómico, de Barcelona, las zarzuelas de Lecuona El cafetal y María la O. Fueron esas sus últimas actuaciones en ese género teatral. En octubre del mismo año, en la capital española, grabó su primer disco de larga duración, Rapsodia Cubana, para la firma Montilla, con la orquesta de Cámara de Madrid, que dirigieron Fernando Mulens y Daniel Montoiro. Antes había grabado varios discos de 78 revoluciones, para los sellos RCA Victor y Columbia, en Estados Unidos, y Alkázar y Alhambra, en España.

Rapsodia cubana está considerado un disco ejemplar, tanto por la depuración del arte de la intérprete y la belleza de los arreglos orquestales como por el repertorio escogido, compuesto por joyas de la canción cubana como El arroyo que murmura, de Jorge Anckermann; Lágrimas negras, de Miguel Matamoros; Canto siboney y Damisela encantadora, de Ernesto Lecuona; Mírame así, de Eduardo Sánchez de Fuentes, y Lamento Cubano, de Eliseo Grenet.

Un nuevo hito en la carrera discográfica de la artista tuvo lugar en 1955 con la aparición de Esther Borja canta a dos, tres y cuatro voces -que significó un hecho sin precedentes en la historia de las grabaciones en el país-, disco en el cual demostró su absoluto dominio de la técnica vocal al asumir las cuerdas de contralto, mezzosoprano y soprano en obras de Sindo Garay, Jaime Prats, Manuel Corona, José Marín Varona, Félix B. Caignet y Ernestina Lecuona. El acompañamiento estuvo a cargo de Numidia Vaillant y de Luis Carbonell, quien seleccionó el repertorio e hizo el montaje de las voces.

La siguiente producción discográfica de Esther Borja (como la anterior, para la firma Kubaney), fue una antología de canciones de Ernestina Lecuona, con el acompañamiento de una orquesta dirigida por Humberto Suárez. Entre 1957 y 1958 aparecieron dos nuevos discos suyos; en el primero -compartido con la soprano América Crespo, e interpretando obras de Gonzalo Roig- Esther Borja canta, entre otras, Dolor de amor y Nunca te lo diré, dos de las canciones que la acompañarían durante toda su carrera.

En el último disco de larga duración que grabó para Kubaney, Ayer y hoy, con orquesta dirigida por Roberto Sánchez Ferrer, se incluyeron obras de compositores de las décadas de 1940 y 1950, entre ellos Osvaldo Farrés (Toda una vida), René Touzet (No te importe saber), Mario Fernández Porta (No te alejes) y Orlando de la Rosa (Para cantarle a mi amor).

Tras el triunfo revolucionario de 1959 Esther Borja actuó en varios países, entre ellos Ecuador, la extinta Unión Soviética, China y Polonia. Popularizó la canción Despertar, de Eduardo Saborit, dedicada a la Campaña de Alfabetización y, en 1961, comenzó a conducir el programa Álbum de Cuba, que permaneció en pantalla a lo largo de veintitrés años. Su siguiente disco, que tomó el nombre de ese espacio televisivo y que apareció en 1965 bajo el sello Egrem, recogió obras de Gonzalo Roig (Lloro aún al recordarte), Adolfo Guzmán (Lloviendo), Rodrigo Prats (Miedo al desengaño), Ernesto Lecuona (¿Por qué me has hecho llorar?) e Isolina Carrillo (Sombra que besa).

Ofreció numerosos recitales en escenarios habaneros como el Auditorium Amadeo Roldán, el teatro de Bellas Artes, la Biblioteca Nacional, y en teatros de otras provincias, con Mario Romeu al piano.

En 1972 comenzó a ser acompañada por Nelson Camacho, joven pianista estudioso de la obra de Lecuona y de otros autores del país. Juntos prepararon conciertos antológicos de la canción cubana, con los cuales recorrieron varias ciudades.

Respaldada por Camacho al piano, realizó tres discos de larga duración en 1975 para la firma Areito-Egrem, con obras vocales e instrumentales de Ernesto Lecuona: Mi vida eres tú, Soy razonable, Te he visto pasar, Te vas, juventud, Canción del amor triste y Quisiera ser hombre (con versos de Juana de Ibarborou), además de El jardinero y la rosa (con letra de los hermanos Álvarez Quintero).

Tras más de medio siglo de carrera, Esther Borja se retiró del canto en 1984. Continuó impartiendo conferencias sobre la canción cubana dentro y fuera del país, y participando activamente como jurado en los festivales de la radio, y como asesora de programas culturales.

En el año 2002 fue galardonada con el Premio Nacional de la Música.

A su discografía oficial se suman cientos de grabaciones realizadas para la radio y la televisión, conjunto que integra un repertorio ejemplar, compuesto de obras notables de todas las épocas. Sus interpretaciones abarcan desde El azra, del compositor del siglo XIX Lico Jiménez, hasta canciones de Alberto Villalón, Armando Oréfiche, César Portillo de la Luz, Ela O’Farrill, Ñico Rojas y Silvio Rodríguez.

Su centenario fue recordado con homenajes de artistas y músicos en la isla, falleció días después de haber cumplido los 100 años.


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