Pedro Luis Ferrer: Ciento por ciento cubano

Sobrino del educador Raúl Ferrer y uno de sus alumnos más aventajados, el trovador ha dado cuerpo a temas que han sido atesorados como imprescindibles por ese público fiel que lo ha seguido durante décadas en sus conciertos.

Yo era un niño cuando escuché por primera vez a Pedro Luis Ferrer. Creo que fue en un spot de Radio Taíno que tenía como fondo un brevísimo pasaje de una de sus canciones. Durante los primeros años de la adolescencia entré de golpe en el mundo del rock and roll en el preuniversitario "Raúl Cepero Bonilla" y no tuve más noticias por ninguna vía de este músico hasta mucho tiempo después. No fue, por suerte, en otro spot de la radio, sino en un concierto al que llegué casi por casualidad a finales de los 90 en la sala Avellaneda del Teatro Nacional, donde pude calar la magnitud de este músico cubano, uno de los grandes trovadores que ha dado este país en los últimos cuarenta años.

Pedro Luis Ferrer (Yaguajay, 17 de septiembre de 1952) ha sido un compositor que ha decidido vivir según sus propias reglas. Y en ese complejo camino no ha dejado de ser ese trovador que con agudeza, inteligencia, ironía y fino humor criollo ha plasmado en sus canciones su particular visión del país que habita y de esa isla que también él ha sido durante su larga carrera. Sobrino del educador Raúl Ferrer y uno de sus alumnos más aventajados, el trovador ha dado cuerpo a temas que han sido atesorados como imprescindibles por ese público fiel que lo ha seguido durante décadas en sus conciertos.

El trovador ha sido un músico rodeado de leyendas. Sus conciertos, aparte de un excelente encuentro con una de las obras de mayor peso de la música cubana, son una auténtica clase sobre la tradición y evolución de las tradiciones sonoras de la isla. Mientras va interpretando sus temas, cuenta anécdotas de sus viajes, de sus orígenes en el campo cubano, de sus sueños y naufragios como si fuera una especie de Onelio Jorge Cardoso de la trova, y habla sobre ritmos que sustentan las torres de la razón de la música cubana. Cualquiera que haya ido al menos una vez a su presentación –algo que ningún seguidor de la buena música debería pasar por alto– lo habrá visto repasando de manera formidable la historia del ­changüí, de la ­guaracha y de cuanto género musical haya nacido en esta tierra que él conoce como nadie.

La trayectoria de este juglar todavía hay que contarla a plenitud en la música cubana. Sus letras, su música, cuentan las pequeñas y a veces difíciles historias dentro de otras historias y reflejan los dramas cotidianos del hombre común, es decir, de todos nosotros, que hemos visto cómo el trovador nos retrata como si fuéramos parte de su vida. Pedro Luis Ferrer, quizá muchos lo desconozcan, dio libertad a sus primeros ímpetus juveniles cuando en los años 70 integró como vocalista la banda Los Dada junto a Mike Pourcel, entre otros músicos, una alineación que marcó pautas en la escena del rock en Cuba y lo hizo en una época en que este género comenzaba a dar guerra por imponerse entre los jóvenes.

Hace poco escribía que el músico espirituano a veces canta como si tuviera que aliviar su alma o ponerle sonido a la soledad. Y lo hace en esa especie de pelea interna que, para bien, lo habita, aunque en sus conciertos siempre reciba a sus seguidores con una sonrisa de lado a lado. Pero en su estudio casero en La Víbora, donde han quedado grabadas varias de sus piezas de mayor calibre, se encuentra a solas con lo que ha llegado a ser y sabe que, para él, es una cuestión de sobrevivencia plasmar todas las experiencias que le estrujan el corazón en canciones que debían ser promovidas en los medios de difusión sin mayores dolores de cabeza.

El trovador, a sus 66 años, está en plena forma. Lo comprobé recientemente durante un concierto que ofreció en el Museo Nacional de Bellas Artes como parte del festival Danza en Paisajes Urbanos, organizado por Isabel Bustos. Allí, acompañado de su hija Lena Ferrer, entre otros músicos, volvió a hablar entre bromas de cosas muy serias que gravitan en la naturaleza de los cubanos y como siempre fue aplaudido por un público que lo respeta, lo sigue y le agradece por seguir cantando como siempre y dando, como un profesor sabio, lecciones imprescindibles sobre la música cubana, esas que, más temprano que tarde, contribuirían a ampliar la mirada de tantos jóvenes que van a verlo para escuchar todo lo que tiene que decir y demostrar que en pequeños espacios hay muchos que todavía buscan una música que les mueva la cabeza y la brújula de la educación sonora en otro sentido.

Son innumerables las canciones que ha colocado casi en silencio en la historia de la cultura musical cubana. Inseminación artificial, Fundamento, Él tiene delirio de amar varones, Cómo me gusta 'hablal' español y La tarde se ha puesto triste, son solo algunos de los temas grabados en los fonogramas Ciento por ciento cubano, Pedro Luis Ferrer, En espuma y arena, Rústico, Natural, Tangible, y Final, entre otros, y que han pasado de generación en generación como verdaderos himnos de un músico que supo imponerse y aprovecha cada concierto para dar fe de que su obra se actualiza con el tiempo y que con más de cinco décadas de carrera no han cambiado en lo más mínimo para él las reglas bajo las que decidió vivir. Y el público, debajo, lo agradece como solo se agradece la vida de un hombre que ha sido sincero con él y con su tiempo. Y nada más.


Pedro Luis Ferrer


compositor, música, intérprete, artes, guitarra

Pedro Luis Ferrer. Compositor y guitarrista prácticamente autodidacta que ha compuesto preludios y fugas para piano y es uno de los autores más importantes de la música popular cubana. Cultiva la décima, el soneto, la redondilla y formas libres de la poesía.