Chano Pozo: su obra y legado musical merecen mayor visibilidad

Cuando casi se cumplen 70 años de su asesinato, Chano se resiste a morir de leyenda: ha dejado lo suficiente para reaparecer una y otra vez en el imaginario de todos lo que alguna vez, escucharon o pronunciaron su nombre o recordaron algún segmento de esa vida que sin dudas, fue un verdadero thriller digno de la mejor cinematografía. Chano ha decidido hacerse corpóreo y tangible, reclamando ser tenido en cuenta más allá del anecdotario acerca de las peripecias de su compleja vida.

Y es que sin duda, su obra y legado musical merecen, junto a su anecdotario, una mayor visibilidad y reconocimiento consciente en nuestro país, por ser no sólo el genial compositor, percusionista y actor performático que fue, sino uno de los músicos cubanos que mayor influencia ha ejercido en la música a nivel mundial, con su participación responsable, junto a Dizzy Gillespie, en la incorporación orgánica de la percusión afrocubana al jazz.

A medida que comencé a inventariar las incursiones en este tema realizadas por los que me antecedieron desde el periodismo, la literatura y el audiovisual, tuve conciencia de que quería valerme esencialmente de fuentes y testimonios primarios y servirme con cautela de fuentes secundarias y sucesivas.

Y fue mi propósito casi obsesionante trascender el anecdotario, reconociéndolo o sometiéndolo al escrutinio de la duda y su posterior verificación, allí donde fuera posible, para visibilizar aún más al Chano músico, al Chano compositor, al Chano actor performático, calidades personales estas que padecen aún de la supremacía y hasta simpatía por el Chano marginal.

Ha sido él mismo, a través de las huellas dejadas durante su corta pero intensísima vida, quien ha guiado mis pasos hacia las fuentes primarias que pueden evidenciarlas; de su mano aparecen en este libro su impronta personal perfectamente documentada en la que parece ser la única entrevista encontrada y concedida por Chano a un periodista, la cual tiene un carácter esencialmente autobiográfico hasta el momento en que fue publicada en junio de 1942.

Se aprecia también en el libro el lugar que la prensa cubana le dedicó en sus múltiples facetas y hechos de diverso signo, desde la primera aparición de una noticia referida a él a la temprana edad de 13 años, hasta su muerte, y que demuestra el tamaño de la popularidad e incidencia de Chano Pozo en la vida y la escena musical cubana en esos años, antes de viajar a Estados Unidos.

No fue un marginal al que tocó una varita mágica y lo colocó en un avión o un barco hacia Nueva York: hubo un crecimiento exponencial desde el total empirismo de las calles, los Aires Libres de Prado pasando el cepillo, los carnavales, hasta conquistar el reconocimiento como músico en su propio país.

De especial significado fue recorrer el paso de Chano Pozo por la radioemisora RHC Cadena Azul durante la primera década de los años cuarenta, cuando la RHC era la emisora de mayor rating, y que tuvo una importancia ineludible en el despegue de su carrera musical con incursiones en la radio, los teatros, el cabaret y hasta el cine en Cuba.

Me interesaba particularmente reflejar y analizar las impresiones y recuerdos de los músicos cubanos y norteamericanos que compartieron con él escenarios y giras y que pudieron decantar a través de biografías, memorias y entrevistas que aportaron al libro informaciones y opiniones de primera mano. De particular significado son los recuerdos vertidos sobre Chano por los cubanos Miguelito Valdés, a quien le unió una amistad proverbial desde muy temprano; Silvestre Méndez, rumbero y compositor; el bolerista Miguel D’Gonzalo, Ramón Cabrera, popular compositor y amigo de Benny Moré, Mandy Vizoso, el periodista, productor y promotor Ibrahim Urbino y, muy importante, el magnate tabacalero y radialista Amado Trinidad, entre otros.

Ya de su etapa norteamericana, aparecen en el libro los testimonios de músicos que trabajaron con la banda de Gillespie en la época de Chano, como el contrabajista Al McKibbon, el compositor y multinstrumentista George Rusell, el trompetista Benny Bailey, el arreglista Walter Gilbert Fuller, el crítico y promotor Leonard Feather y otros, y por supuesto, el propio Dizzy Gillespie.

Ha sido una suerte poder hallar documentos de inapreciable valor y que se recogen en el libro, como críticas especializadas redactadas al pie de muchos escenarios por periodistas de Estados Unidos, Suecia, Bélgica, Francia; anotaciones y comentarios escritos por quienes entonces eran simples melómanos y luego llegaron a ser intelectuales prominentes, como es el caso del antropólogo francés Michel Leiris y del periodista y crítico de jazz danés Ebbe Traberg. Y por supuesto, el vínculo vivencial de Chano Pozo con los músicos cubanos radicados en Nueva York y que lidereaban el naciente cubop: Mario Bauzá y Frank Grillo Machito.

Todo este complejo de vínculos interpersonales y musicales sitúan a Chano Pozo en el centro de opiniones y sentimientos contrapuestos, pero que en ningún caso cuestionadores de su excelencia sobre el escenario y ante los tambores.

Contextualizar la mayor cantidad de momentos o estaciones en la vida de Chano Pozo fue también un propósito, limitado únicamente por el número de páginas que habría de tener este libro. La necesidad de distinguir dentro del libro la labor de Chano Pozo como compositor, para poder valorar realmente su dimensión, provocó los dos anexos que incluyen las obras creadas y documentalmente registradas, y también las primeras grabaciones de éstas. Un tercer anexo recoge su discografía originaria comentada en su calidad de intérprete principal y músico de sesión, tanto en Cuba como en Estados Unidos.

También me obsesionaba la idea de poder aportar una atrayente carpeta fotográfica que ilustrara la vida de Chano. Es en este punto donde quiero agradecer a la Editorial Oriente, en la persona de su director Noel Pérez García, que acogieron con entusiasmo, complicidad y sin limitaciones este proyecto.

Agradezco también a todas las personas que en el Instituto del Libro han ayudado a que estemos presentándolo hoy aquí. Y por supuesto a todos los que de una manera u otra participaron en este proyecto, que no me canso de decir, no habría sido posible sin esa ayuda.

Disfruten, conozcan y comprendan a Chano Pozo. Eso también nos permitirá disfrutar, conocer y comprender a los Chanos postmodernos que, con idénticos orígenes, hoy intentan hacer lo mismo que él.

Por: Rosa Marquetti.
Fuente: Bohemia.cu


Luciano Pozo González


compositor, música, artes, percusión

Percusionista cubano de son montuno y jazz afrocubano, hermano del trompetista Félix Chapotín. También conocido como El Tambor de Cuba, fue un revolucionario entre los tamboreros de Jazz, injertó en el Jazz de Norteamérica una nueva y vigorosa energía. Limpió zapatos y vendió periódicos, tocó música en muchos lugares. Fue bailarín y tamborero de las comparsas El Barracón, La Mexicana, La Colombiana, La Sultana, La Jardinera y Los Dandys. Inició su carrera artística en la radioemisora RHC Cadena Azul, en la cual fundó el Conjunto Azul, del cual fue trompetista Félix Chappottín.