Mariana
Grajales
Coello

Mariana Grajales Coello
Nacimiento:  
12
/
7
/
1815
Fallecimiento:  
28
/
11
/
1893

Madre del Lugarteniente General del Ejército Libertador, Antonio Maceo. Cubana por nacimiento; hija de emigrados dominicanos y casada en primeras nupcias con Fructuoso Regüeiferos, padre de Felipe, Fermín, Justo y Manuel.

Tras enviudar en 1840, contrae matrimonio a los 35 años de edad con Marcos Maceo, el 6 de julio de 1851, en la iglesia de San Nicolás de Morón y de San Luis, Oriente, engendrando a Antonio y a otros ocho hijos: María Baldomera, José Marcelino, Rafael, Miguel, Julio, Dominga de la Calzada, José Tomás y Marcos.

Junto a su esposo educó a todos sus hijos en la honestidad, la amistad, la moral, el amor patrio y la conducta cívica. A lo largo de su vida y en los más difíciles momentos hizo gala de una tremenda fortaleza de carácter. Logró formar muchachos y jóvenes disciplinados, ordenados, de buenas costumbres y limpios, incluso incapaces de pronunciar palabras obscenas. Inoculó a sus hijos una energía inquebrantable a través de su ejemplo.

Desde el 12 de octubre de 1868 exhortó a todos los integrantes de la familia a incorporarse a las huestes libertadoras y les acompañó en el monte, en los avatares de la guerra sin consideración de su edad y género.

Sobran muestras de su patriotismo, lealtad a los principios, amor a su esposo e hijos. Ante el llanto de mujeres por la gravedad de las heridas recibidas por el Lugarteniente en el combate del Potrero de Mejía, el 7 de agosto de 1877, José Martí pone en boca de doña Mariana Grajales la frase: “¡Fuera, fuera faldas de aquí! ¡No aguanto lágrimas! Traigan a Brioso”.

De sus 13 hijos solo dos sobrevivieron a las guerras: José Tomás y María Dominga.

Muere en el exilio, en Jamaica, el 28 de noviembre 1893. Sus restos fueron traídos a Cuba el 23 de abril de 1923.

El propio José Martí, cuando justipreciaba los padres de Antonio Maceo y su influencia en él, dejó para la posteridad lo siguiente: “... de la madre más que del padre, viene el hijo, y es gran desdicha deber el cuerpo a gente floja o nula, a quien no se puede deber el alma; pero Maceo fue feliz, porque vino de león y de leona”.