María
Escobar
Laredo

María Escobar Laredo
La Coronela
Nacimiento:  
8
/
5
/
1866
Fallecimiento:  
3
/
7
/
1919

Colaboradora del Ejército Libertador cubano durante la Guerra del 95. Mantuvo contacto permanente con los principales jefes insurrectos en la provincia de Las Villas durante toda la contienda. El General en Jefe Máximo Gómez la distinguió con el título de Coronela.

Nació en Caibarién el 8 de mayo de 1866. Sus padres fueron, Don Hipólito Escobar y Martell, rico comerciante español y Doña Restitula Laredo Farto, natural de Remedios y procedente de una de las principales familias de aquella población.

Los primeros años de su vida se desarrollaron en familia y su educación, aunque deficiente, transcurrió en un colegio particular que dirigía Lutgarda Fleitas.

Se destacó como propulsora de las ideas separatistas y liberales. Su fisonomía era delgada, esbelta y femenina en todos sus aspectos, de buen trato, pero de carácter firme.

Su temperamento era apasionado al extremo de sentirse revolucionaria en una época de grandes trabas sociales para la mujer. Su inteligencia fue clara aunque no tuvo una cultura que hubiera acentuado la misma.

A la edad de 23 años, en 1889, contrajo matrimonio con un español, Francisco A. Jolis, comerciante de cuyo matrimonio tuvo 2 hijos: un varón que murió a los 3 años y una niña, Macuca Jolis.

Pocos años después del matrimonio se dijo que existían desavenencias matrimoniales por cuestiones patrióticas. Su esposo al comenzar la guerra se ausentó hacia los Estados Unidos.

Sus ideas separatistas se manifiestan por primera vez, cuando al principio de la guerra, en cierta ocasión se hospedan en su casa por compromiso de su marido algunos oficiales del Ejército Español y ella los satirizó en sus conversaciones acerca de los malos tratos del gobierno español para con los cubanos.

En enero de 1895 escribió algunas cartas a los patriotas que se encontraban peleando en la manigua y recibió un mensajero de las fuerzas libertadoras que le entregó una carta donde le pedía efectos de escritorio papel y tinta, con el objetivo de poder publicar un períodico. También necesitaban una imprenta. Este es el primer contacto con el General Francisco Carrillo.

Fue una tarea riesgosa cumplir esta misión, pues Caibarién tenía un fuerte Cuerpo de Voluntarios y estaba invadido por una gran columna de tropas españolas.

El patriota Marino Federico Pedrosa (Dr. Rafael) fue el encargado de trasladar a la orilla del mar los abultados utensilios de la imprenta. Las partes más pesadas se llevaron en un ataúd y se aprovechó un aguacero.

Como un entierro de pobres se llevó a cabo la instalación de la imprenta Mambisa donde se publicó primero el períodico La República que más tarde modificado y aumentado por el General Carrillo se llamó Las Villas. El papel y otros efectos eran costeados por María Escobar Laredo y también los facilitaba el patriota Abelardo Figueroa que regateaba de la imprenta del periódico El Orden en Caibarién.

Esta patriota María Escobar Laredo fue la presidenta del Club Vencedores integrado por 48 hombres y mujeres que combatían clandestinamente en los puertos del enemigo. Este club como otros surge al llamado del Partido Revolucionario Cubano fundado por José Martí.

Utilizó dos seudónimos Esmeralda y Vencedor. Este club dirigido por María Escobar Laredo enfrentó las más difíciles tareas dentro de las filas enemigas haciendo ella una labor de inteligencia militar. Por mediación de María salían para New York hombres que traerían expediciones y que los miembros de su club infiltrarían por lugares seguros de las costas de nuestra provincia de Las Villas.

Varias veces tuvo que comparecer María y sus subordinados ante la Comandancia Militar al ser descubierta una correspondencia importante sobre todo la que hablaba de un empréstito que haría una Casa de Comercio de Caibarién que era María Escobar Laredo, pero lograron salir ilesos.

Tuvo que correr riegos como un tiro que atravesó su casa e hirió a una jóven que pasaba por enfrente, pero supo que este atentado era para ella, no obstante declaró a la Comandancia que pensaba que el tiro era de alguien limpiando sus armas.

Mantuvo una valiosa correspondencia con los principales Jefes de la insurrección de esta provincia destacándose el General Francisco Carrillo y el General eb Jefe Máximo Gómez. Cumplió todos los pedidos de la Revolución.

Cada vez que ella o sus hombres eran citados a la Comandancia General Española, insistía con talento, planteando argumentos de defensa muy certeros. También cuando era entrevistada en su hogar por el Comandante Militar Lamadrid supo negar con astucia cualquier acusación o sospecha.

El aporte del club dirigido por María Escobar en correspondencia, armas, municiones, alimentos, medicinas, ropas, zapatos fue el mayor de todos aún en medio de la Reconcentración de Weyler.

También le correspondió atender toda la correspondencia que procedía de Estados Unidos así como las gestiones difíciles que se derivaban de ellas. Gran importancia tuvo la atención a la correspondencia del General Máximo Gómez que incluso después de la guerra se mantuvo como muestra de una amistad fuerte.

Al terminar la Guerra y durante la estancia del Jefe Máximo de la Revolución en Caibarién, María Escobar acompañó al Generalísimo en todos los actos oficiales y el la destacó con el grado de coronela por su valiosa labor clandestina.

Don Francisco Jolis, esposo de María Escobar regresó a Caibarién unos meses después de terminada la guerra y reinicia su vida al lado de su esposa. Pocos años después muere.

Los Veteranos le rindieron Guardia de Honor ante su cadáver y el día de su entierro las Fuerzas del Ejército Nacional cubano hicieron las descargas del reglamento, en orden a su jerarquía militar de Coronela.