José Joaquín
Tejeda
Revilla

José Joaquín Tejeda Revilla
Nacimiento:  
6
/
9
/
1867
Fallecimiento:  
3
/
3
/
1943

Pintor cubano cuyo sector más logrado fue la paisajística. Fue profesor y director de la Academia Municipal de Bellas Artes, presidente de la Asociación Artística de Oriente, miembro de la Academia de Artes y Letras, y presidente, animador y figura principal del “l Congreso de Arte”.

Su afición precoz por la pintura le lleva a copiar litografías de su abuelo, Don Joaquín de Mata y Tejada, uno de los pioneros del grabado cubano. Muy joven obtuvo una beca del Ayuntamiento de Santiago de Cuba y va a España primero, a Italia, Francia y Holanda después. Visita los Estados Unidos, expone sus cuadros en Nueva York, y su obra merece comentarios muy favorables, incluido el famoso artículo que le dedicó José Martí.

Su obra más divulgada fue La lista de lotería, también conocida como La Confronta, cuyo original se exhibe en el Museo Emilio Bacardí Moreau, en Santiago de Cuba.

Los acontecimientos de la Guerra por la independencia de Cuba lo llevan a México donde reside 3 años, en sus pinturas de esta época se refleja la influencia del peculiar color de las tierras aztecas. A su vuelta a la patria fija su residencia permanente en Santiago de Cuba.

El paisaje oriental es el sector más logrado de su variada y abundante producción, en la que se nota la influencia de los paisajistas de la escuela de Barbizon (Francia), por su modo de tratar la atmósfera y su tendencia a poetizar el paisaje.

Esparce sus ideas conservaduristas a través de la enseñanza inculcada a sus discípulos y en medio de tales circunstancias da a conocer sus magníficos ensayos en la revista Luz de Oriente. Su labor teórica se inicia a finales de 1922 con el ensayo El Arte de la Pintura Comparado. En este documento el autor hace hincapié en las diferencias de la pintura con respecto al resto de las artes (Música, Literatura, Teatro, Arquitectura y Escultura) y afirma la complejidad que en cuanto a su enseñanza presenta, pues reconoce la existencia de talentos artísticos de las anteriores manifestaciones, en cambio, precisa la ausencia de estos en el mundo de las artes plásticas.

Aboga por un carácter realista-naturalista del concepto pintura y lo contrapone al mensaje abstracto que poseen por ejemplo: la música y la literatura. Es partidario del lenguaje directo empleado en el lienzo, que resulta más asequible a todo tipo de público, y esto permite su reafirmación dentro de un espíritu académico y conservador. Sin embargo, no deja de admitir la relación biunívoca que se establece entre la pintura y el resto de las artes, pues para él todas funcionan como un todo, es decir, el discurso plástico apoya y complementa al discurso literario o escenográfico por solo citar dos ejemplos.

Siempre parte de la condición sine qua non del arte como imitación de la naturaleza y sus bellezas intrínsecas. Su vocabulario denota el conocimiento técnico sobre la materia tratada y deja entrever la profundidad de sus conocimientos en el vasto mundo de las artes en general. Hace sentir en sus líneas una reflexión sociológica del fenómeno artístico pues valora al público receptor del mensaje como objeto influyente dentro del hecho artístico y viceversa.