José Antonio
Echeverría
Bianchi

José Antonio  Echeverría  Bianchi
Manzanita
Nacimiento:  
16
/
7
/
1932
Fallecimiento:  
13
/
3
/
1957

Fue uno de los dirigentes revolucionarios más destacados que tuvo la juventud cubana y, muy especialmente, el movimiento estudiantil universitario.

Nació en Cárdenas, Matanzas. Fue el primer hijo del matrimonio formado por Antonio Echeverría González y Concepción Bianchi Tristán. En esta misma ciudad transcurre su niñez, cursa los primeros estudios y se gradúa de Bachiller en Ciencias.

Luego se traslada a La Habana e ingresa en la Universidad donde matriculó la carrera de Arquitectura en el curso 1950-1951. Desde este momento se afianza su pensamiento político-revolucionario e inicia sus luchas por una Cuba independiente.

Cuando apenas había rebasado los 20 años de edad, su pensamiento político se caracterizaba ya por el radicalismo revolucionario y el antiimperialismo. Por su firme posición contra las fórmulas pacifistas de los politiqueros burgueses y por su convicción de que en la lucha armada estaba el camino de la liberación, José Antonio logró agrupar en torno suyo a los combatientes más honestos y valerosos del estudiantado universitario. La abnegación y el coraje ejemplar con que desenvolvía todas las actividades revolucionarias también contribuyeron a darle prestigio como dirigente.

En septiembre de 1954 fue electo presidente de la FEU y en 1955 volvió a ser reelecto para este cargo por su decisión de lucha, su valentía y madurez política. A finales de ese mismo año fundó junto con otros compañeros, el Directorio Revolucionario, organización clandestina de los estudiantes para combatir a la tiranía.

El Directorio Revolucionario se convirtió en la organización más representativa del estudiantado cubano como sector social en el campo de la lucha contra la tiranía. Bajo la dirección de José Antonio las acciones estudiantiles se intensificaron, a diario se producían en todo el país manifestaciones, mítines y paros que generalmente desembocaban en choques sangrientos con la policia.

Su labor como dirigente revolucionario no solo se enmarcó en Cuba. A mediados de 1956, José Antonio, salió hacia Chile para participar en un congreso de estudiantes latinoamericanos, y más tarde recorrió varios países en los cuales denunció el régimen de terror impuesto en Cuba por la tiranía batistiana y divulgó las ideas revolucionarias de la juventud cubana.

En agosto de ese mismo año viajó a México para sostener una reunión con Fidel Castro, en la que participarían también por el Directorio Revolucionario Faure Chomón y Fructuoso Rodríguez, así como otros dirigentes del Movimiento 26 de Julio, entre ellos el Jefe de Acción y Sabotaje de la provincia de Oriente, Frank País.

Esta reunión se realizó con el objetivo de coordinar los planes acción de ambas organizaciones con respecto a la lucha armada que se llevaría a cabo en la Isla a partir de ese momento. A raíz de estas conversaciones Fidel y José Antonio suscribieron un documento llamado Carta de México o Pacto de México, que constituyó un paso de extraordinaria importancia en la unificación de las fuerzas revolucionarias que llevarían a cabo la etapa final y definitoria de la guerra de liberación en Cuba.

Finalizada esta reunión en México, José Antonio, Faure, Fructuoso y Frank País regresaron a Cuba. Luego de esta reunión, y estimulados por sus resultados, las fuerzas revolucionarias intensificaron sus acciones a finales de 1956. Como consecuencia de la intensificación de las acciones revolucionarias en las ciudades y para darle seguimiento a lo pactado en la “Carta de México”, el 13 de marzo de 1957 José Antonio, junto a los otros dirigentes del Directorio Revolucionario, deciden atacar el Palacio Presidencial y así eliminar al dictador Fulgencio Batista y, por otro lado, tomar la emisora Radio Reloj para divulgar los hechos.

Este día perdió la vida este valeroso dirigente estudiantil al terminar la operación de Radio Reloj y cuando se dirigían a la Universidad de La Habana, el auto donde viajaban tiene un encuentro con una perseguidora y se entabla el combate, en ese tiroteo resultó muerto José Antonio Echeverría.

El 13 de marzo de 1957, pocas horas antes de caer en desigual combate, el presidente de la Federación Estudiantil Universitaria, José Antonio Echeverría, sentenció en su testamento político. “Si caemos, que nuestra sangre señale el camino de la libertad”.

Ese día en La Habana un grupo de jóvenes, en su mayoría estudiantes universitarios, protagonizó uno de los episodios más audaces durante la lucha insurreccional que condujo al triunfo de la Revolución cubana: el asalto al Palacio Presidencial. Aquella gesta formaba parte del compromiso suscrito en 1956 por el Directorio Revolucionario y el Movimiento 26 de julio, en la Carta de México, documento en el que ambas organizaciones hacían suyas la tradición de lucha legada por generaciones de cubanos que en otras épocas también emprendieron el camino de la historia y sembraron ejemplos.

Tras varios días de minuciosa actividad clandestina, se produjo la acción por parte de un comando del Directorio Revolucionario, que penetraría por sorpresa en la mansión palatina con el propósito de ajusticiar al dictador Fulgencio Batista. A la hora prevista, 3 y 22 minutos de la tarde, dos autos y un camión con el sugerente rótulo Fast Delivery (entrega rápida) se detuvieron al unísono frente a una de las postas de Palacio y a fuego limpio no sólo lograron irrumpir en el interior del recinto sino mantener en jaque a la guarnición militar que se replegó ante el derroche de coraje de los revolucionarios; Batista huyó despavorido hacia la azotea de Palacio y pudo escapar del pueblo.

La superioridad del enemigo en hombres y armas, junto a la no entrada en acción de un grupo de combatientes que apoyaría el asalto, fueron factores que impidieron el éxito. En el momento en que tenía lugar “aquel colosal diálogo a balazos”, el líder estudiantil José Antonio Echeverría junto a otros jóvenes, ocupaba los micrófonos de la emisora Radio Reloj para anunciar el ajusticiamiento del tirano y convocar a la insurrección popular.

Su encendida arenga quedó trunca, porque el régimen de turno sacó la emisora del aire. Minutos después cayó, pistola en mano, al enfrentarse a los sicarios de un carro patrullero junto a los muros de la Universidad de La Habana. La acción del 13 de marzo de 1957 no alcanzó el triunfo esperado, sin embargo, le demostró a la tiranía el heroísmo de hombres hermanados en un ideal común frente a la explotación, el abuso y la ignominia y fue, asimismo, expresión de lealtad al pueblo y a la Revolución liderada por Fidel Castro.

Fruto de lo más valioso de la juventud estudiantil de su época, José Antonio Echeverría inscribió su nombre en la historia, cuando cayó en combate frente a los muros de su querida trinchera de lucha: la Universidad de La Habana. Rubricada por Fidel y José Antonio, la Carta de México se erigió en compromiso de combate de toda una generación para derrotar a la dictadura impuesta en Cuba con el beneplácito yanqui y bajo la fuerza de las armas y el terror. Con la guía de aquel estudiante de Arquitectura y el sacrificio de muchos compatriotas, las calles de La Habana dejaron de ser una panacea para el oprobioso y criminal régimen de Fulgencio Batista. La palabra empeñada por José Antonio de enfrentar al tirano con las armas en la mano, se hizo realidad el trece de marzo de mil novecientos cincuenta y siete con el asalto al Palacio Presidencial y la toma de Radio Reloj.