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Dícese Esther Borja y se irradia canción

Tuvo la prudencia exacta para saber andar al compás del tiempo. Jamás sucumbió al elogio fácil, no cultivó la envidia y mucho menos se creyó inmaculada. Pero tan formidable y perfumado es su encanto que dícese Esther Borja y se irradia canción, Cuba, damisela encantadora o "la dueña de la tarde", como recalcaría mi admirada Fina García-Marruz.

Lecuona, deslumbrado ante las posibilidades de una voz que, bien encaminada, podría conquistar el firmamento lírico de aquellos años, prolíficos en timbres femeninos de valía, compuso para ella en 1935 "Damisela encantadora". Si bien recorrerá los más disímiles temas del cancionero nacional hasta sumar más de medio siglo de carrera, Esther no pudo desprenderse de la que sigue siendo su más afamada interpretación.

En la medianía de la década del 80, cuando comprendió que ya su voz no era la misma, abandonó los escenarios, al tiempo que ofreció una lección de inteligencia. Tal vez por ello su melodía regresa al oído sin desgarros ni altisonancias: impecable.

Muchos suelen encomiar su dignidad artística. Yo, que solo alcancé a ver grabaciones televisivas de sus recitales y alguna que otra emisión de su programa "Álbum de Cuba", prefiero recordar a la anciana de sonrisa bondadosa y ojos incisivos que me presentaron un Sábado del Libro de julio de 1999 en el Palacio del Segundo Cabo. Poco después, todavía en la secundaria, gané un concurso de literatura y en el acto de premiación me sorprendí cuando ella me entregó el diploma.

Besó mi mejilla y puso su mano en mi cabeza, mientras sus ojos me hipnotizaron. Ahí supe que vivíamos muy cerca y que, como una suerte de trofeo del barrio, en el Municipio de Educación de Playa le habían pedido aquello que nada tenía que ver con ella, y que por su grandeza espiritual fue incapaz de rechazar.

Pasó el tiempo y de vez en cuando conversamos en su casa. Tenía la magia de hacerme partícipe de su desempeño en épocas remotas como si yo las hubiese vivido. Desgraciadamente, no conservo ni una foto de esos momentos inolvidables. Luego sobrevino una agonía larguísima y demasiado injusta que la mantuvo cautiva en una cama hasta tres semanas después de cumplir los 100 años.

Pero todavía, si cierro los ojos, puedo verme sentado en el portal de la calle 98 mientras ella tararea una canción y mutila con ternura los rosales del pequeño jardín, hasta conformar un mazo de flores que depositará en el jarrón verdeazul de la sala. Y me veo arrodillado junto a un banco del patio frente a la sala Villena de la Uneac, año 2005 o 2006.

Hay espacio solo para tres, pero ella está en el centro y a su lado dos amigos eternos: Cuca Rivero y Luis Carbonell. Yo hablo con ambas, no recuerdo de qué; Luis me autografía una foto suya que me trae de regalo, pues aparece con alguien demonizado en Cuba pero así y todo querido por mí. Y en ese instante un fotógrafo agazapado en una esquina, que después me percato al ver su chaleco es mi amigo Liborio Noval, aprieta el obturador de su cámara repetidas veces.

Durante años le prometí a ese campechano monarca de la lente que iría a su estudio a buscar las fotos, que según él eran conmovedoras, por lo espontáneo de la escena y la expresión del jovencito franqueado por tres leyendas de este país. Nunca lo hice y me arrepiento hasta el infinito. Ninguno de los protagonistas vive ya, pero soy cautivo de sus resonancias. ¡Y me sigue acompañando la imagen sonriente y el embrujo de tu mirada, encantadora damisela que este 5 de diciembre estarías de cumpleaños!

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Esther Borja Pérez


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Esther Borja, considerada una de las principales voces de Cuba en el siglo XX. Con voz de mezzosoprano, fue una de las más importantes promotoras del arte lírico en Cuba y es considerada la mejor intérprete de las canciones del famoso compositor y pianista cubano Ernesto Lecuona (1895-1963), de quien fue amiga personal. Conocida como la “damisela encantadora”, a partir de una de los temas de Lecuona que más la identificó, Borja actuó en zarzuelas y operetas, trabajó en la radio, el teatro, el cine y la televisión, donde incluso animó un programa musical durante varios años.