René Cirilo
Vallejo
Ortíz

René Cirilo Vallejo  Ortíz
René Vallejo
Nacimiento:  
29
/
3
/
1920
Fallecimiento:  
13
/
8
/
1969

Nació en Manzanillo, fue médico y combatiente, por sus actividades revolucionarias la Dirección del Movimiento 26 de Julio le ordenó marchar a la Sierra. Llegó a territorio libre de Cuba el 27 de marzo de 1958. Al incorporarse al Ejército Rebelde, Vallejo prestó servicios médicos a las tropas en operaciones e intervino en varios combates.

Tras el derrocamiento de Batista, desempeñó diversas tareas que le asignó la Revolución en la aplicación de la Reforma Agraria en Camagüey y Oriente. Pasó a prestar servicios desde 1961 junto al Comandante en Jefe sin abandonar su profesión de médico.

EL doctor René Cirilo Vallejo Ortiz, nació en Manzanillo; Oriente. Sus padres, Antonio Vallejo Cisneros y Carmen Ortiz Pacheco,de situación económica bastante holgada, pues por esta etapa poseía el padre un tostadero de café. Tuvieron otros tres hijos: Antonio, Carmen y Rolando.

Cursó la primaria en su ciudad natal y el bachillerato en Santiago de Cuba y Manzanillo, pero al interrumpirse el curso por motivo de las huelgas estudiantiles, sus padres aprovecharon esta ocasión para enviarlo a los Estados Unidos, a fin de que estudiara inglés, de donde regresó cuando murió la madre.

El tostadero de café del padre quebró como resultado de la crisis económica de su familia. Entonces el joven Vallejo se dedicó a repartir leche para ayudarla. Como sabía bien el inglés, obtuvo un contrato con una emisora de Manzanillo como traductor del inglés al español de las series mundiales de beisbol, lo cual hacía en vivo.

En 1938 matricula Medicina en La Habana, y se gradúa el 3 de mayo de 1945, siendo seleccionado con otros 24 médicos pata integrar el grupo de la UNRRA -organismo de la ONU- creado para laborar en la rehabilitación de víctimas de la II Guerra Mundial y fue enviado a Francia, país donde radicaba la sede.

Es destinado a Tirschenreuth (Alemania), para integrar la unidad no. 168, a fin de organizar un hospital en dicha localidad, en la que permaneció alrededor de un año.

Llegó a Tirschenreuth a mediados del mes de septiembre. En este lugar se encontraban miles de refugiados de la guerra de diferentes nacionalidades, en su mayoría ex prisioneros de los campos de concentración nazi. Todos querían ver al médico. Todos deseaban ser atendidos. Algunos apenas podían caminar a causa de la desnutrición; otros tenían principios de gangrena, muy frecuente en aquellos tiempos debido a las heridas infectadas. Había mucha hambre en toda Europa.

El doctor Vallejo se destacó, entre otras cosas, por el auxilio médico prestado en los recién liberados campos de concentración nazis, donde en algunos casos se mantuvo varios días consecutivos realizando intervenciones quirúrgicas a los exprisioneros atacados por enfermedades pulmonares.

En Tirsehenreut, Alemania, trabaja durante un año como miembro de la Unidad 168. Desde su llegada, Vallejo acomete la tarea de organizar el hospital, en un hotel destinado a esos efectos, con la ayuda de la Cruz Roja. Debido a sus demandas e insistencias, se consiguen cuotas de abastecimiento y ropas para los enfermos, y gracias al dominio de varias lenguas, su labor se facilita. Además del inglés y francés, aprendió allí el alemán y llegó a comprender el ruso y el polaco.

En noviembre de 1945 el hospital fue inaugurado y ya en 1943 contaba con 181 camas, departamento de cirugía, ginecología, clínica, ortopedia, y cinco camitas más para niños.

Trasladado posteriormente a Wildflecken, organiza un hospital para personas procedentes de campos de concentración y otro para tuberculosos en el mismo lugar que había sido campamento de la Gestapo.

En 1947, luego de una breve estancia en París, visita Berlín, donde entabla relaciones con el doctor Sauerbruch famoso cirujano especialista en cirugía pulmonar y asiste a dos de sus operaciones, luego viaja a Innsbruck, Austria, donde visita hospitales y centros científicos.

Más tarde fue trasladado para Wildflecken, donde también organizó un hospital para personas procedentes de campos de concentración nazi. Hizo cirugía, ginecología, medicina interna y atendía a los enfermos con problemas de desnutrición. Aquí también organizó un hospital para tuberculosos, ya que el lugar, ubicado entre espesos bosques de pino a una altura considerable, se prestaba para el tratamiento de dichos enfermos. Wildflecken había sido con anterioridad un campamento de la Gestapo nazi.

A su regreso a Wildflecken, contrae matrimonio con María Witowska, de cuyo matrimonio nacen René Vladimir, hoy médico y Carmen Alexandra.

Posteriormente visita los mejores centros médicos de Londres y más tarde, el Massachussetts General Hospital y la Clínica de los Hermanos Mayo, en Estados Unidos. Su contacto, permanente con médicos eminentes, y sus visitas a esos centros hicieron de él un brillante cirujano, especializado en cirugía pulmonar.

En 1948, rechazando magníficas proposiciones para trabajar en Estados Unidos, regresa a Cuba, prefiriendo ejercer su carrera en el Manzanillo natal. Se trata ya de un hombre con ideas progresistas y profunda sensibilidad humana que ha sabido sacar conclusiones de su experiencia de la post-guerra. Ha sido también testigo de los horrores que dejó tras si el afán expansionista e imperial nazi.

En Manzanillo ocupa la dirección del hospital Caymari y, pese a las condiciones políticas del momento, lleva a cabo una efectiva labor de atención al pueblo, saneamiento administrativo y mejoramiento de los servicios médicos. Su actividad constructiva le lleva a chocar con los intereses de la politiquería al uso, lo que provoca, más tarde, su separación del cargo.
Decidido a llevar adelante sus proyecciones funda entonces, en la propia ciudad, la clínica "La Caridad". Este centro pese a su carácter privado, mostró la orientación eminentemente social y humana, que caracterizaba a Vallejo y a sus compañeros, al margen de toda concepción mercantilista.

En los meses anteriores al desembarco del Granma, comenzó en Manzanillo la integración de los primeros núcleos del Movimiento 26 de Julio y el doctor Vallejo se unió a los grupos revolucionarios que actuaban en la clandestinidad. Poco antes del arribo de la expedición, el 2 de diciembre de 1956 Celia Sánchez y Vallejo se ponen de acuerdo para convertir la clínica en unidad al servicio de la Revolución. Colabora en el propósito el doctor "Piti" Fajardo, médico del centro, y desde los primeros combates en la Sierra Maestra la Clínica se convierte en importante foco conspirativo y base de apoyo al movimiento insurreccional, donde son atendidos varios heridos provenientes del teatro de la lucha armada.

Detectadas esas actividades por los esbirros de la tiranía, "La Caridad" es asaltada y saqueada. Detenido y puesto en libertad por la presión del pueblo, Vallejo aprovecha la primera oportunidad y marcha hacia el Territorio Libre en la Sierra Maestra, el 27 de marzo de 1958.

Incorporado al Ejército Rebelde, donde presta servicios médicos junto a las tropas en operaciones, interviene en diversos combates. Más tarde dirige y toma parte en la construcción del hospital de Pozo Azul, que bautiza "Hospital 26 de Julio", donde además de atender a los heridos rebeldes y a los campesinos de la zona, desarrolla una intensa labor social que incluye la construcción de escuelas para niños y adultos, conferencias sanitarias y arreglo de caminos que unían al hospital con la Habanita, Montería y Cupeyal.

Uno de sus grandes méritos, como médico rebelde, fue sembrar las bases de lo que posteriormente se convertiría en la obra revolucionaria de medicina rural, educación y desarrollo social.

Una carta escrita por él en plena lucha en la montaña da la medida de su condición revolucionaria: "[...] Después de lo que he visto en esta Tierra de Libertad tengo, si cabe, una más firme determinación de luchar con todas las tuerzas de mi ser porque se cumplan los grandiosos destinos de Cuba."

Después del triunfo, ya con los grados de Comandante, René Vallejo fue Jefe de Ia Reforma Agraria en Manzanillo, delegado provincial del INRA en Camagüey primero y luego en Oriente, donde permaneció hasta 1961.

A partir de ese momento pasó a prestar servicios junto al Jefe de la Revolución, hasta su fallecimiento, ocurrido el día 13 de agosto de 1969.

Con la desaparición del Doctor René Vallejo, la revolución perdía a un luchador infatigable, de fidelidad a toda prueba, modesto y capaz, que cumplió siempre su deber como combatiente y como profesional.

Las enfermeras del hospital de Manzanillo lo recuerdan siempre afable, sonriente. Antes de una intervención quirúrgica, bromeaba con el equipo, relataba un chiste; mientras se preparaba para entrar a la sala de operaciones, recitaba un poema.

En las vacaciones de la Universidad de La Habana, muchos de los entonces estudiantes de Medicina se iban a ese hospital para recibir gratuitamente de Vallejo formación teórico-práctica.

El Comandante René y el Ejército Rebelde.
Detectado en sus actividades revolucionarias por los esbirros de la tiranía, la Dirección del Movimiento 26 de Julio le ordenó marchar a la Sierra_Maestra. Llegó a territorio libre de Cuba el 27 de marzo de 1958.

Al incorporarse al Ejército Rebelde, Vallejo prestó servicios médicos a las tropas en operaciones e intervino en varios combates. Tomó parte en la construcción del hospital de Pozo Azul, en el que fue médico principal y director.

Entre el 26 de agosto y el 10 de septiembre de 1958, se consigna en un informe del Ejército Rebelde, en ese centro se intervinieron quirúrgicamente a 86 heridos de bala, incluyendo a 48 soldados de la tiranía.
A pesar de las condiciones en que fueron realizadas las operaciones, le dio infinitas gracias a Dios, por no haber tenido ninguna defunción.

En cartas al Ché y Faustino, de esa época, comentaba con frecuencia casos clínicos y se refería "a un plan para garantizar la continuidad de la asistencia médico-sanitaria de la Sierra... Hemos continuado con las conferencias (sanitarias) e intensificando la construcción de letrinas".

En un informe a la Comandancia General, planteaba: "El campo que ofrece la Sierra para el desarrollo de una labor médico-social que sin duda será brillante, es de una magnitud descomunal. Mi entusiasmo es tal y más grande aún mis esperanzas para el futuro"

Una vez, ante un grupo de colegas, definió: "El papel que debe asumir la clase médica es el de garantizar los servicios médicos a toda la población... Socializar la medicina es, ante todo, la humanización de esa labor, llevar la asistencia médica al rincón más remoto de la República".

Como combatiente y como médico, el Comandante doctor René Vallejo Ortiz cumplió cabalmente lo que una vez escribió: "Tengo, si cabe, una más firme determinación de luchar con todas las fuerzas de mi ser porque se cumplan los grandiosos destinos de Cuba".

Fallecimiento
Víctima de una hemorragia cerebral, que le mantuvo en gravísimo estado por espacio de varias semanas, falleció en la noche del 13 de agosto de 1969 el comandante y médico René Vallejo Ortiz, como señalara Fidel:

"nunca le faltó la fe en la Revolución ni confianza en la capacidad del pueblo cubano para luchar y triunfar en todos los terrenos".

Palabras de Fidel Castro en las honras fúnebres de René Vallejo Ortiz

Resumen: Versión de las palabras de Fidel Castro en las honras fúnebres de René Vallejo, el 14 de agosto de 1969 en el cementerio de Colón.

Palabra pronunciadas por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, en las honras fúnebres del Comandante René Vallejo. Cementerio de Colón, agosto 14 de 1969, “Año del esfuerzo Decisivo”. (DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRÁFICAS DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO.)
Compañeras y compañeros:

Como amigo y compañero revolucionario del Comandante Rene Vallejo, pronunciaremos en este minuto doloroso unas breves palabras.

El accidente que puso fin a su vida -accidente biológico- fue tan abrupto como larga la agonía que precedió a su muerte. Hace aproximadamente 40 días dejaron de respirar espontáneamente sus pulmones, y en el día de ayer su corazón se detuvo definitivamente. Y aunque este desenlace se esperaba durante muchos días, sin embargo a todos nos ha dejado sumidos en profunda pena.

Hombre desprendido, no vaciló en abandonar todo, no vaciló en abandonar bienes y comodidades para incorporarse a la filas revolucionarias y marchar como médico y como combatiente a la Sierra Maestra.

Hombre optimista, nunca, ni en los más difíciles momentos, le faltó la fe en el triunfo de nuestras armas; nunca le faltó confianza en la capacidad de nuestro pueblo para luchar y para triunfar en todos los terrenos y encaraba siempre las dificultades con una absoluta confianza en el éxito.

Hombre estudioso, autodidacta, adquirió una amplia cultura general y además profundizó en el campo de la medicina y adquirió notable pericia como médico cirujano.

Hombre trabajador, jamás escatimó un minuto al esfuerzo, jamás vaciló un instante en su noble trabajo como médico y como revolucionario.

Hombre generoso, no tenía nada de sí mismo y siempre se le encontró presto a ayudar a los demás, a sacrificarse por los demás.

Hombre servicial, son incontables las personas que en un momento u otro lo necesitaron y siempre solícito les prestó ayuda. Se desvivía por atender a todo el mundo, por servir a todo el mundo.

Hombre esencialmente bondadoso, hombre afectuoso y hombre leal.

La Revolución y los compañeros revolucionarios siempre podíamos contar con su más absoluta fidelidad.

Estos factores de su personalidad y de su carácter lo hicieron acreedor, igualmente, al afecto y al cariño de todos.

Vivió con nosotros largos años de lucha, vivió con nosotros las dificultades y vivió con nosotros los éxitos, pero sobre todo vivió las dificultades en la guerra y las dificultades en estos años.

Duele pensar que cuando nuestro pueblo se aproxima a importantes logros y éxitos por los cuales se ha trabajado duramente en este tiempo, cuando incluso algunas de las tareas importantes que captaron la atención de todos están al realizarse, él no haya podido participar también de esos éxitos.

Como médico siempre fue agresivo frente a la enfermedad y rápido. Como médico civil y como médico guerrillero y revolucionario, salvó incontables vidas; ayudó a recuperar la salud a incontables personas. Y frente a su propia gravedad -que no había sido la única, puesto que hace algunos años estuvo semanas enteras al borde de la muerte-, en esta ocasión también los médicos que lo atendieron usaron el mismo espíritu, el mismo estilo, y libraron contra la muerte una lucha tenaz y titánica. Actuaron con él tal como él habría actuado en un caso semejante.

Y debemos decir y expresar nuestro reconocimiento y nuestra admiración por el grupo de médicos eminentes que durante cuarenta días lucharon en las más difíciles circunstancias, puesto que el pronóstico de la hemorragia era muy desfavorable y no por ello dejaron de luchar con un tesón ejemplar día y noche, sin apartarse un solo instante de su lecho.

Las más modernas técnicas de la medicina, y sobre todo un conjunto de médicos que demostraron en este caso un ejemplar espíritu, se emplearon en tratar de salvar la vida del Comandante Vallejo. Es notable el caso de que incluso un eminente especialista neurocirujano, el profesor búlgaro Karagiosov, se trasladó desde Kuwait, en el Cercano Oriente, a nuestro país, para contribuir a ese esfuerzo.

No pudo ganarse esa batalla, porque era una batalla que estaba tal vez perdida desde el primer instante. Incluso opinamos que tal vez la medicina pueda llegar a prevenir un poco más, pueda adoptar procedimientos que contribuyan a prolongar la vida humana; pero ya frente a un accidente de esta naturaleza, en determinadas condiciones, no luce posible, a la luz de los conocimientos que se poseen, encontrar una solución.

Sin embargo, esa lucha titánica por salvar una vida que no logró salvarse, aparte de lo que tiene de alentador, aparte de lo que tiene de ejemplar, no podrá considerarse una batalla estratégicamente perdida; puesto que esta experiencia, las cosas que pudieron demostrarse, la posibilidad de prolongar la vida durante cuarenta días mediante respiración artificial, la posibilidad de prolongar la vida en condiciones biológicas muy difíciles mediante una atención intensiva, con el empleo de técnicos y equipos modernos, y todo lo que esta lucha demostró, sin duda que habrá de ser útil en el futuro a innumerables personas. Puesto que muchos otros casos no exactamente de la misma gravedad en personas que sufran accidentes cerebrales y enfermedades que en un porcentaje alto conducirían a la muerte, los médicos que han librado esta batalla opinan que empleando esa misma técnica, empleando ese mismo tratamiento intensivo, empleando esos equipos recientemente desarrollados podrían salvarse muchas vidas.

De modo que aun en ese instante, en ese instante en que los médicos lucharon por la vida de otro médico, aun en ese último instante, la vida del Comandante Vallejo prestaba a sus compatriotas un último servicio.

El instante de venir a dar sepultura a un compañero, a un amigo siempre es amargo. Y no porque sea una experiencia conocida por los revolucionarios a lo largo de la lucha, mucho tiempo, nadie puede acostumbrarse a ello. La muerte del compañero siempre es amarga y dolorosa.

Pero frente a la muerte, a los revolucionarios nos queda el deber. Para los que mueren llega la hora del descanso definitivo; para los que viven queda el deber, queda el trabajo, quedan las tareas, que son como un mandato de todos los que han luchado por ellas, de todos los que han dado su vida o su salud por ellas. Y en el trabajo, en el deber, encontraremos siempre la única y legítima compensación al dolor, para concluir lo que ellos no vieron concluir, para llevar adelante lo que ellos no pudieron terminar.

Sirvan siempre estos momentos amargos para exhortarnos al cumplimiento del deber, de modo que la vida para el hombre tenga siempre el más profundo y verdadero sentido.

Muchas gracias.

¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!

Manifiesto de René Vallejo

Resumen: Manifiesto al pueblo de Manzanillo y términos adyacentes donde René Vallejo explica las diferencias con la Junta de Patronos del Hospital Caymari y por qué se le sustituye como director de dicho centro asistencial.

AL PUEBLO DE MANZANILLO Y TÉRMINOS ADYACENTES
22 de Enero de 1954.
Sr. Don Ramón Escobar Tamayo.
Presidente Junta de Patronos del Hospital Caymari y Señores Miembros de la Junta de Patronos del Hospital Caymari.
Ciudad.

Señores:
En la tarde de hoy he leído una comunicación vuestra, que me fué entregada por el Sr. César Saez, Administrador tesorero del Hospital Caymari en la que esa Junta me informa haberme destituido como Director del Hospital Caymari dejándome como Médico del mismo. He devuelto, sin firmar, dicha comunicación por estimar incorrecta la actitud de esa Junta no entregándomela uno de sus Miembros o citándome a una Reunión para notificarme.

Por la presente vengo a presentar ante esa Junta mi Renuncia, con carácter Irrevocable, al cargo de Director y Cirujano del Hospital Caymari, pero con fecha del día primero del entrante mes de Febrero del presente año de Mil Novecientos Cincuenta y Cuatro (1 de Febrero de 1954) ya que los enfermos recluídos, que han sido intervenidos quirúrgicamente por mí, soy yo, naturalmente el único responsable de la evolución de dichos enfermos y únicamente Dios puede impedirme el que los siga atendiendo Yo, Personalmente, hasta el día en que los mismos sean dados de alta, que será, con el favor de Dios, para dicha fecha.

Ignoro los motivos que haya tenido esa Junta para destituirme y cambiar tan bruscamente de opinión en cuanto a ni persona, ya que en numerosas ocasiones todos y cada Uno de Ustedes, no en una, sino en múltiples ocasiones, me habéis alabado y aplaudido mi actitud y actuación al frente del Hospital Caymari.

Es verdad que en los últimos meses habían surgido discrepancias entre esa Junta y Yo, por oponerme, en principio, a rebajar el número de camas para enfermos pobres así como las Medicinas que se han venido suministrando a los mismos; caras, es cierto, pero Imprescindibles para salvarles la vida (casos de Tétano, Fiebre Tifoidea, Acidosis, etc. etc.)

Sigo entendiendo, contrario a la opinión de esa Junta que no es, en lo absoluto, crítica la Situación económica del Hospital y sí todo lo contrario como puede fácilmente demostrarse.

De todos modos, no creo que es el momento de dar explicaciones quien debe pedirlas y aprovecho la oportunidad para dar las gracias a esa Junta por las atenciones, halagos y alabanzas que siempre me prodigó así como para reiterar todos y cada uno de sus Miembros la expresión de mi consideración más distinguida. Aprovecho asimismo la oportunidad para reiterarles también que si alguno, en cualquier momento, cree que, personal o profesionalmente puedo serle útil, no vacile en acudir a mi Persona, que sabré corresponder.

De Ustedes muy atentamente,

Dr. Rene C. Vallejo Ortiz.
Director del Hospital Caymari.

23 de Enero de 1954.
Con fecha del día primero del entrante mes de Febrero del presente año de Mil Novecientos Cincuenta y Cuatro he presentado mi Renuncia al Cargo de Director-Cirujano del Hospital Caymari de esta ciudad, por haberme destituido la Junta de Patronos de dicho Hospital del cargo de Director del mismo.

Creo, que, fundamentalmente, se debe dicha destitución a discrepancias surgidas entre esa Junta y yo sobre el número de enfermos pobres que deben ser admitidos a dicho Hospital así como a opiniones distintas entre dicha Junta y Yo en lo que respecta a la Situación Económica del Hospital Caymari.

Todo el pueblo de Manzanillo y de muchos lugares adyacentes conoce bastante bien nuestra actuación al frente de dicho Hospital por lo que no creo necesario repetirla aquí; de todos es sabido que de un Hospital, sin equipos, con edificios en ruina, sin crédito, con promedios de 18 a 20 enfermos hospitalizados, se ha logrado, a Dios infinitas gracias, convertirlo en una Institución Modelo en su clase que ha llegado a tener más de Cien Enfermos hospitalizados con un Servicio de Consulta Externa y dispensario, etc, como, y no podemos decirlo sin Orgullo, hay muy pocos en la República.

La misma línea de Conducta que hubimos de trazarnos al hacernos cargo de la Dirección del Hospital Caymari en Noviembre de 1948 la hemos mantenido hasta hoy; es decir, admitir enfermos sólo cuando efectivamente dichos enfermos requiriesen ser hospitalizados sin tener en cuenta su Raza, su Religión, su Filiación Política, etc., etc. y a Dios gracias, esa misma línea hemos mantenido hasta hoy.

Abandonamos el Hospital con Alegría; Alegría que produce la satisfacción de haber cumplido a cabalidad con nuestro Deber y servido a Todos, en todo momento, sin vacilaciones, ni titubeos de ninguna índole.

Lo Abandonamos con Tristeza: con Tristeza por ver que todavía las ambiciones y el egoísmo siguen cegando a los Hombres.

Queremos aprovechar esta oportunidad para darle nuestras más sentidas gracias a todo el pueblo de Manzanillo por las atenciones de que nos ha hecho objeto en todo momento así como por la valiosísima ayuda que siempre nos ha dado.

La aprovechamos también para reiterarles a Todos nuestra franca y entera disposición y Voluntad para Servirlos, en todo y en todo momento sin Distingos de ninguna clase.

Dr. Rene C. Vallejo Ortiz.

Nota: Se ha respetado la ortografía original.

Fuente: EcuRed