Destacada narradora cubana, escritora, declamadora. Ha escrito innumerables obras para la radio. Con más de 100 años y le dicen "La Señora de los Cuentos".
Nació en Sagua la Grande, poblado situado al centro de la isla, a la orilla de este río, sentada sobre una piedra o con los pies sumergidos en el agua, una niña de mirada inquieta y tez morena solía escuchar cada tarde los cuentos de la abuela, nacidos en su mayoría de la tradición oral. Hechizada por duendes y hadas, con apenas cuatro años ella también comenzó a contar cuentos. A esa edad ya sabía leer y escribir, gracias a la abuela, y un año después debutó públicamente en una representación que se hizo en su natal Sagua la Grande, meses antes de que la familia la trajera a vivir a La Habana.
Con el paso del tiempo, se convirtió en una de las más prestigiosas narradoras del continente. Profesora de Solfeo y Teoría de la Música; fue la recitadora de Regino Pedroso hasta los 18 años, y aprendió la técnica narrativa con Eliseo Diego.
En 1964 empezó con él, como oyente en un curso en la Biblioteca Nacional. Allí conoció a Mayra Navarro, que en ese momento era mecanógrafa; y Eliseo y María del Carmen Garcini la pusieron a estudiar narración para que hiciera las demostraciones a los alumnos.
«Eliseo quería que me quedara a trabajar con ellos, pero no pude. Sí fui con frecuencia a narrarles a los niños en un saloncito —semejante a una cueva— que había allí (dicen que volverán a ponerlo). Durante años escribió para todas las emisoras de radio y laboró en muchos lugares, entre estos la conocida tienda El Encanto.
Pero nunca dejó de narrar. Dirigió la única escuela de narración oral que existió en el país como parte del Plan Cultura-MINED, ideado por la doctora Consuelo Porto, quien llamó a varias personas para que la ayudaran con el proyecto. Estuvieron preparándolo durante todo el 69. Los alumnos venían de todo el país a La Habana, a recibir el curso, y después regresaban a trabajar».
Hace más de tres décadas que trabaja con Eusebio Leal en el Centro Histórico de La Habana.
Se reúne con adultos, una vez al mes, en la Biblioteca Rubén Martínez Villena, y con los niños en la Casa de la Obra Pía.
En noviembre recibió la Placa Medalla al Mérito de la Oralidad 2006, que por primera vez concede la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica (CIINOE); y el Premio Nacional Cuentería 2006 otorgado por el Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, por la excepcional contribución a la investigación y al desarrollo de la cultura, la oralidad, la comunicación y el mejoramiento humano. Su libro de cuentos para niños, Namach, fue presentado el pasado año en la Feria de La Habana.
Son doce historias, algunas tradicionales y otras de su autoría. El título, leído al revés, dice Chamán, que es una especie de hechicero del Asia septentrional, de brujos de las sociedades primitivas que en su mayoría eran fabulosos oradores y convirtieron la palabra en leyenda. Namach incluye relatos como “Rosabella”, “El espantapájaros Luisín” y “El sol en medio de la calle”, entre otros.
Para Haydeé narrar es «Mi vida. Como tomarme un vaso de agua o el desayuno en las mañanas. Narrar es compartir. Siempre que cuento alguna historia pongo en una esquina la técnica y sigo el estilo que me enseñó mi abuela. He logrado comunicarme incluso con espectadores que hablan otro idioma.
«Me nutro de las raíces de la historia. En cada viaje que hago busco a la gente más vieja e investigo. Me he reunido con campesinos, con indios huicholes (en México), con los y yekuazan, a la orilla del Amazonas (por la parte de Venezuela)... ¡Esos son los cuenteros verdaderos!».
