Trovador popular, es reconocido como «el juglar mayor de Cuba» y alcanzó fama como «el rey del doble sentido» por su habilidad y gracia para hilvanar complejos relatos cantados en los que hacen gala el humor y la picardía.
Desde muy pequeño, y con un hogar familiar de extrema humildad, solía acompañar a un tío, quien vendía ropas en las colonias cañeras de los centrales Palma, San Germán y Miranda, territorios de la antigua provincia cubana de oriente. Con su constitución física y su altura bien pudo haber sido un famoso deportista, pero él se decidió por la música, sobre todo por el Tres, instrumento que fue su compañero de por vida.
En las primeras décadas del pasado siglo XX en los pueblos y ciudades del interior de nuestro país, las actividades musicales resultaban muy escasas, y es por ello que nuestros músicos no podían mantenerse como tal y se dedicaban a otros oficios, pero Oramas Osorio se mantenía siempre con su tres a “capa y espada” por todos los rincones de su región oriental dando recitales sin tregua, ni tiempo en cualquier caserío o pueblo.
Desde 1938 adoptó el mote de «el Guayabero» por el título de una de sus primeras composiciones . En su honor se convoca hace varios años el concurso «Música con humor», a lo cual dedicó su vida profesional, con gran arraigo popular en toda la isla de Cuba. Su sentencia más usada era: «santa palabra».
A los 15 años Faustino Oramas Osorio ingresó en el “Sexteto Tropical”, donde permaneció varios años actuando en toda la regiones holguineras, tiempo después se incorpora a la agrupación “Conjunto Trovadores Holguineros”. Posteriormente formó su propio grupo integrado por Santana Oramas Osorio, cantante y maracas, y Candito Oramas Batista, bongó. Más tarde se incorporó Misael Pino. Cultiva un son montuno tradicional, que nos recuerda a los primeros soneros de la región donde surgió este género.
Su ritmo es sencillo, a base de tres, claves, maracas y su canto picaresco, lleno de doble sentido que, según él, lo pone el que escucha.
En 1926, en una actividad efectuada en un central azucarero con el Conjunto Trovadores Holguineros, fueron atendidos por una jovencita algo zalamera, lo que produjo la ira de su esposo, un cabo de la Guardia rural, quien raudo partió como una fiera rumbo a los músicos creando una estampida musical. Según cuenta Oramas Osorio al periodista que lo entrevistara años después, es allí en aquel saloncito llamado Guayabero donde posteriormente Faustino crea el famoso son montuno “El Guayabero”.
En el año 1968 la popularidad de su son montuno, “El Guayabero”, le cambió su nombre original y pasó a ser reconocido simplemente como El Guayabero, en vez de Faustino Oramas. Esta situación se produce cuando el destacado intérprete Pacho Alonso graba la obra en cuestión a fines de los años 1960, y este son montuno se convierte en uno de los números más famosos de nuestro país en aquella etapa interpretado por casi todas las agrupaciones cubanas.
Realizó giras por México, se presentó en el Festival Cervantino; y en España actuó con el rockero Santiago Auserón, cantante y líder de la banda Radio Futura, y en el café-concierto El Sol.
Afable siempre, el Guayabero gustaba vestir de traje blanco y un sombrero, también de ese color, que él mismo confeccionaba. Al igual que su cuerpo magro de carnes, así era de perfilado su rostro. De nariz y labios muy finos, se caracterizaba además por tener ojos penetrantes y un tartamudeo empedernido.
Según Pablo Milanés:
El Guayabero «es un genio popular cuyas características muy especiales dentro de la música popular cubana no pueden clasificarse en una tendencia determinada. Creo que, desgraciadamente, no hay otro como él [...]. El Guayabero imprime una ternura especial como pocos, en tanto cultor de la picaresca. Él proyecta como nadie la cubanía de su verso y lo hace con bastante maestría.»
Para el tresero Pancho Amat:
«El Guayabero es un juglar popular que canta las anécdotas y sucesos de su entorno y de su tiempo, matizado por el gracejo cubano. Afianza su música en la tradición sonera, la llena de vida. Desde el punto de vista musical, puedo hablar del tresero. Él es un tresero popular de tumbas, que utiliza un diseño melódico rítmico muy reiterado, en cuya célula más elemental radica el sabor cubano. Lo he estudiado con detenimiento, porque a veces se producen cierres en la orquesta que me permiten arrancar con un tumbao que gusta a todo el mundo, le quito o le pongo algo más, pero me inspiro en Faustino Oramas. Sus tumbaos son complejos; para cada número tiene uno distinto, y cuando los tocas levantan la música. Cabe en su pequeño grupo, pero también en formato de orquesta. En cuanto a la rima, ha sido muy explotada en la música campesina y él la utiliza con acierto, incluso en aquella rima que no completa, pero que insinúa y usted le pone el doble sentido. Su mérito consiste en haber hallado su raíz, y en su virtuosismo al expresarla. Creo que todo tresero, debe conocer sus “tumbaos”.»
Faustino Oramas resulta una personalidad en nuestro mundo artístico musical, sus tumbaos en el tres son inconfundibles, su forma de vestir, su sombrero de pajilla blanco, su eterna corbata, sus chistes dichos con una sobriedad increíble donde nunca se asoma ninguna sonrisa, es la admiración de todos. De sus obras, acota Faustino, que el no las crea con picardía -esas se las suponen sus admiradores.
Nunca quiso vivir en la capital cubana (La Habana). Esto viene dado porque en la región oriental él era tratado con mucha consideración y afecto y además escogió un instrumento y un ritmo oriundo de esa parte de nuestro país para convertirlo en un “Hombre Espectáculo” nada corriente en la cultura nacional cubana.
Premios y Condecoraciones
Premio Nacional del Humor
Orden “Félix Varela” por la cultura cubana
Medalla “Raúl Gómez García”
Réplica del Hacha de Holguín
Baibrama de Holguín
Premio “Memoria Viva”
Miembro de Mérito de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)
Obras destacadas
¡Ay, candela!
Cómo baila Marieta
Cómo vengo este año
Cuida’o con el perro
El tren de la vida
En Guayabero
Félix Solano no quiere trabajar
La yuca de Casimiro
Mañana me voy a Sibanicú
Mi son retozón
Siempre en la cola
Tumbaíto.