Antonio María
Romeu
Marrero

Antonio María  Romeu  Marrero
Nacimiento:  
11
/
9
/
1876
Fallecimiento:  
18
/
1
/
1955

Célebre pianista, compositor y director de orquesta cubano. Uno de los creadores clásicos del danzon.

Nació en Jibacoa, poblado de las cercanías de La Habana. Fue el más fecundo de los autores de danzones. Comenzó sus estudios de música a los ocho años de edad con el presbítero Joaquín Mariano Martínez, quien le permitía estudiar en el armonium de la iglesia de Jibacoa.

Luego continuó su formación de manera autodidacta. A los doce años compuso una mazurca, su primera obra para piano; ya por entonces tocaba el instrumento en bailes y fiestas.

El 5 de agosto de 1887 debutó como pianista en el Casino Español del poblado de Aguacate, interpretando el danzón Cariño, no hay mejor café que el de Puerto Rico.

El 22 de enero de 1899 se trasladó a La Habana, y en la noche de su llegada interpretó danzones al piano en el café La Diana, acompañado por un güiro. En ese establecimiento compuso su primer danzón, Ten Dollars o Ten Days.

Según el cronista y compositor cubano Rosendo Rosell, en 1904 Antonio María Romeu -asistido del violinista Juan Quevedo y de su hermano Armando Romeu, a la sazón de catorce años de edad, como güirero- grabó cilindros Edison para la casa Mosquera, situada en la calle O’Reilly de La Habana.

El danzón, desde la década de 1870 hasta la de 1910, era interpretado por orquestas “típicas”, constituidas fundamentalmente por instrumentos de viento (cornetín, trombón de pistones, figle, dos clarinetes), dos violines, contrabajo, dos timbales (o tímpanis) y güiro.

Se ha atribuido con frecuencia a Romeu la creación del formato orquestal conocido como “charanga francesa”, el cual conserva los dos violines, el contrabajo y el güiro de la “típica”, pero sustituye los tímpanis por timbales más pequeños (llamados pailas criollas), y suplanta los instrumentos de viento por una flauta de madera de cinco llaves y por el piano.

Las charangas francesas (llamadas así, al parecer, identificando “lo francés” como delicado y exquisito) fueron eliminando la competencia de las orquestas típicas hasta hacerlas desaparecer. Romeu tocó por primera vez el piano en una agrupación danzonera con la orquesta del flautista Leopoldo Cervantes.

En 1900 comenzó a presentarse en el céntrico café Manzanares. Entre 1904 y 1910 formó parte de la charanga de Tata Alfonso, músico que incorporó al danzón cantos de claves y guaguancó.

En el año 1909 estrenó su famoso danzón El barbero de Sevilla, en el cual utilizó fragmentos de la ópera homónima de Rossini. También se basó, para componer danzones, en aires populares cubanos, sones, rumbas, boleros y canciones.

Según la mayoría de los investigadores, Romeu fundó su propia orquesta en el año 1911, con Feliciano Facenda (violín), Alfredo Valdés Brito (flauta), Rafael Calazán (contrabajo), Remigio Valdés (timbal) y Félix Vázquez (güiro).

En 1916 comenzó a grabar discos para las firmas Columbia y RCA Víctor. A esa primera etapa de la charanga de Romeu corresponde la grabación del danzón de su autoría Ojos triunfadores (1918), algunos de cuyos motivos fueron utilizados en 1920 y 1921 por el compositor francés Darius Milhaud en su obra Saudades do Brasil.

La de Romeu fue la orquesta danzonera que mayor número de grabaciones realizó en época de tecnología acústica. En muchos de esos primeros registros fonográficos intervino Armando Romeu -también compositor-, tocando el saxofón alto o el clarinete. La participación de Armando Romeu se haría más destacada en los discos que la charanga realizó a partir de 1925, año en que comenzó a grabar por el sistema eléctrico.

En 1922 Antonio María Romeu formó parte de la recién fundada Sociedad Solidaria Musical de La Habana. En 1926, Amadeo Roldán trabajó sobre fragmentos de obras suyas en la parte final de “Fiesta negra” de Tres pequeños poemas. En 1929, los discos de la charanga de Romeu fueron premiados en la Feria Internacional de Sevilla.

Luego de estrenarse en la ciudad de Matanzas el primer danzonete (Rompiendo la rutina, de Aniceto Díaz), Romeu compuso algunas piezas de ese género. De 1930 en adelante introdujo cantantes en su orquesta; al inicio en dúos: Fernando Collazo y Enrique García; Rogelio Martínez y Caíto (Carlos Díaz Alonso), cantantes de la Sonora Matancera; Antonio Machín y Daniel Sánchez; Siro Rodríguez y Miguel Matamoros. En algunas ocasiones también respaldó a cantantes solistas, como Collazo y el trovador Guyún (Vicente González Rubiera).

A partir de 1931 se presentó sistemáticamente en el programa radiofónico La hora múltiple, que trasmitía la emisora La Voz de las Antillas. La estación El Progreso Cubano –actual Radio Progreso– contrató a su orquesta durante años, a la vez que Antonio María actuaba, como pianista solista, en el programa de frecuencia diaria La hora íntima, en que comenzó a llamársele “El mago de las teclas”.

Aunque incluyó cantantes en las presentaciones y discos de su charanga, Romeu continuó tocando y componiendo danzones instrumentales, que alternaba con los cantados.

En 1937 ingresó en la orquesta el cantante Barbarito Diez, quien hasta entonces había interpretado canciones y boleros trovadorescos con el tresero Isaac Oviedo y el guitarrista Graciano Gómez.

En la película cubana Estampas habaneras, estrenada el 10 de abril de 1939, Romeu interpretó Tres lindas cubanas (basado en un son de Guillermo Castillo, del Sexteto Habanero), primer danzón que incluyó un solo de piano.

A propósito de los solos de piano, el maestro narró en una entrevista que, durante una fiesta en la sociedad Unión Fraternal , y puesto que no había podido escribir el danzón anunciado, anotó dos partes de la pieza para que la tocaran los músicos, quienes debían interrumpir su ejecución a una señal suya, pues él continuaría solo al piano. La improvisación de filigranas colorísticas y rítmicas detuvo a los bailadores y captó poderosamente su atención; desde entonces se inició la costumbre de los solos improvisados en el danzón, característicos de su estilo.

Entre 1939 y 1940 la charanga grabó varios boleros-sones y danzonetes, con Barbarito Diez como cantante, pero en el último año Romeu decidió dejar de utilizar voces en su orquesta.

Cuando la emisora RHC Cadena Azul lo contrató para actuar en sus programas, el maestro añadió a su charanga el sonido de la trompeta, el trombón de pistones y el clarinete, y rebautizó la agrupación en 1945 como “orquesta gigante”. Realizó varias grabaciones con ese formato para la RCA Víctor, pero dejó de hacer discos en 1947.

En 1950 cesó sus presentaciones como pianista, y se dedicó a la composición y la instrumentación.
En el año 1954, en pleno auge del chachachá -ritmo que puso de moda nuevamente el sonido de las charangas-, reapareció la orquesta de Romeu, fiel al danzón, entonces dirigida por su hijo, el violinista Antonio María Romeu Jr.. Respaldaba la voz de Barbarito Diez en boleros y canciones “arreglados” al estilo danzonero, en discos cubanos de la firma Panart de una colección titulada Así bailaba Cuba (para las piezas instrumentales) y Así cantaba Cuba (para los discos con números cantados).

Antonio María Romeu compuso más de quinientos danzones, algunos de enorme difusión, como Marcheta (con un interesante trabajo en la percusión), Alemán, prepara tu cañón, Eva, Siglo XX, La danza de los millones, El servicio obligatorio, Cinta azul, El mago de las teclas, Jibacoa, Ay, que me vengo cayendo, Los frescos, y La flauta mágica, en colaboración con Alfredo Brito.

Hizo orquestaciones para el tiempo musical y la estructura del danzón de muchas canciones, entre ellas Guarina, de Sindo Garay; Me da miedo quererte, de Alberto Villalón; Mares y arenas, de Rosendo Ruiz; Mercedes, de Manuel Corona; Perla marina, de Sindo Garay; Aquella boca, de Eusebio Delfín, y La cleptómana, de Manuel Luna.

Antonio María Romeu falleció en La Habana el 18 de enero de 1955.
Se ha reeditado en disco compacto la mayor parte de las grabaciones que realizó a partir de 1935, y lamentablemente muy escaso número de las efectuadas durante el periodo acústico. Su pieza más conocida es Tres lindas cubanas, que ha sido grabada por pianistas cubanos de varias generaciones.

Fuente: EnCaribe.org