Armando
Oréfiche

Armando Oréfiche
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Nacimiento:  
15
/
6
/
1911
Fallecimiento:  
24
/
10
/
2000

Oréfiche nació en La Habana y logró una excelente formación musical a partir de las aulas de ese querido sitio durante muchos años conocido como Conservatorio Municipal de La Habana y honrado luego con el nombre de Conservatorio Amadeo Roldán.

Muy joven, luego de haber perfeccionado sus estudios con afamados maestros, entró en la vida musical activa. Gran pianista acompañante, que le ganó la preferencia de Ernesto Lecuona desde las temporadas de conciertos que el Maestro desarrollara para mostrar su música, muy especialmente en el Teatro Encanto, en cuya excelente orquesta el joven Oréfiche asumía la responsabilidad como pianista.

A comienzos de la década de los treinta, Lecuona decide desarrollar una de esas temporadas en España y garantizar la calidad acompañante de los espectáculos haciendo viajar, desde Cuba, a dicha orquesta. Luego de una exitosa aunque relativamente breve serie de actuaciones, razones de salud le obligan a regresar a Cuba.

Los músicos, en su mayoría, deciden permanecer en Europa. El joven pianista Oréfiche no sólo se hace cargo de dirigir y mantener la orquesta, organizada sobre bases de calidad sino que decide acrecentar el atractivo que la música cubana había demostrado ejercer sobre el público español, dotando al conjunto, desde el punto de vista visual, de toda la espectacularidad posible. Así aparece el elemento de vestuario a partir del llamado “traje de rumbero”, a lo cual suma detalles lumínicos y de movimiento, todo lo cual -amparado en una excelente calidad-trajo como resultado un éxito memorable para los músicos e incrementó la divulgación de los ritmos y estilos de la música cubana en las plazas principales de Europa.

Al desatarse la guerra mundial en 1940, la orquesta regresa a Cuba y es, a partir de esa fecha, cuando comienza a popularizarse en el público cubano, latinoamericano y estadounidense.

A mediados de los cuarenta, Armando Oréfiche coincide con Ignacio Villa (Bola de Nieve) en Argentina. Es entonces cuando concibe esa estampa dramático-musical que conocemos como Messié Julián y es ahí donde salta de nuevo la visión del creador que había convertido la presencia de una orquesta en un espectáculo sin que, por ello, se resintiera su calidad musical o se resquebrajaran sus esencias. Es ahora cuando intuye, en el arte de aquel Bola, la garantía para dejar colocada y lista para siempre, tal cual la estaba concibiendo, esa pieza única del cancionero cubano.

"Nunca en Cuba se le ha dado a Oréfiche el reconocimiento que se le debe como director, compositor y difusor de la música cubana por todo el mundo. Cuando estaba en Cuba, las crónicas periodísticas se perdían en fruslerías sobre si debía usar o no el nombre de Lecuona, de que si su música sonaba exótica, etc.

Sergio Vermel, el sagaz director artístico del hotel Excelsior de Venecia, descubre en Logroño aquel grupo de inusitada sonoridad y lo contrata para el exclusivo Lido veneciano, intuyendo el encanto que ejercerían sus cálidos ritmos sobre el público europeo.

El 3 de julio de 1934 llegan a la romántica ciudad como los Lecuona Cuban Boys, en reconocimiento a quien los había llevado a Europa y para llevar un nombre más acorde con las exigencias de la vida nocturna de la época. Del Lido pasan a Zurich y de allí se lanzan a la gran aventura, a París, la plaza más apetecida por todos. Y la más temida, porque de su buena o mala acogida dependía todo.

La Ciudad Luz ya se deleitaba con la música cubana gracias al quehacer de figuras como Eliseo Grenet, Moisés Simons y sus arrebatadores "Mamá Inés" y "El Manisero". El teatro Empire, que solo recibía a grandes como Chevalier, había acogido sin reparos a la orquesta de Don Azpiazu, que según Carpentier había llegado para desalojar definitivamente la música americana de los dancings parisienses.

En el París de la época proliferaban los locales nocturnos donde se escuchaba música de acá, entre ellos El Palermo y El Barco Ebrio, en el Barrio Latino. La huella cultural de la isla caribeña también se hacía sentir en el Plantation y La Cabaña Cubana, cuya atmósfera cubana hacía las delicias de un público muy variopinto integrado lo mismo por bohemios que por críticos de arte o aristócratas snob. Bajo ese clima, el 5 de octubre de 1934, el escenario del ABC parisino sirvió para el debut de los Lecuona Cuban Boys. El éxito los acompañó de inmediato gracias a la frescura con que interpretaban la música cubana a pocos años de su "descubrimiento" por Europa.

Ganar el favor de los públicos europeos supuso no sólo hacer buena música, sino también valorar sus apetencias y sicología para ofrecer un producto que no por comprensible fuera menos artístico, y sin que a un primer momento de deslumbramiento le sucediera el cansancio. A tal fin concibieron y montaron su repertorio al estilo de un espectáculo integral de alta calidad, con carácter de escenificación y evocaciones del ambiente cubano. Cada uno desempeñaba un papel de amplio diapasón que rebasaba la mera interpretación musical y que constituyó, amén de una sorpresa, un claro antecedente de ese espectáculo participativo musical hoy tan típico en las orquestas de música bailable.

Hasta 1939 los Lecuona Cuban Boys, con Oréfiche al frente, recorren los más lujosos casinos y teatros de la Europa preguerra, compartiendo escenario con figuras como Maurice Chevalier, Josephine Baker y Raquel Meller, y realizando grabaciones para las principales firmas disqueras, estaciones de radio y la recién nacida TV.

Ya por entonces Oréfiche no sólo es un destacado director de orquesta y escénico, sino también un prolífico compositor y arreglista. En la primera de esas facetas demostró su singular talento musical; en la segunda, su veneración hacia algunos de los más destacados compositores cubanos.

El mismo Oréfiche cuenta en una vieja entrevista que …Entre las primeras está la titulada "El primer beso", de la que hizo una creación el trovador Guyún y que más tarde edité en París. A esa época pertenece también "Te he arrancado de mí". (…) En España escribió "La Filipina", que estrenó Raquel Meller en Barcelona.

Después se dedicó por algún tiempo a hacer arreglos de números de los principales autores cubanos (…), adecuándolos a las necesidades de la orquesta. Entre ellos se cuentan: "María la O", "Canto indio", "Siboney" y "La Rumba musulmana", de Lecuona; "Folie Negre" y "Cubanacán"; de Moisés Simons; "Hindú", de Armando Valdespí; "Tabú", de Margarita Lecuona, y otros.

A veces se ha criticado en Oréfiche aquella manera tan suya de adecuar los ritmos y giros cubanos a la percepción europea. Si en verdad los fines justifican los medios, en su favor habría que alegar que quizás nadie como él, en cualquier época, ha difundido más y mejor la música cubana por todo el mundo. El advertía con pesar, que no obstante sus esfuerzos, la música cubana no "entraba" como debía en aquellos públicos. Entonces, para hacérselas comprender, se dedicó a hacer arreglos de piezas conocidas por ellos, adaptándolas al ritmo y manera propios de la música cubana. (…) Así surgieron "Rumba azul", "Rumba Internacional" y "Antillana".

La inminencia de la guerra precipita a Oréfiche a regresar a Cuba el 4 de noviembre de 1939. En escasos seis meses los Lecuona Cuban Boys se presentan en los principales teatros y clubes habaneros y del interior del país, hasta que en 1940 inician una amplia tournée de seis años por la América hispana, donde se les abre un nuevo espectro de posibilidades.

Al parecer, el contacto con el cálido universo latino favorece en Oréfiche la creación de boleros y canciones, como el conocido "¿Corazón para qué?", compuesto en Buenos Aires en 1941 con letra de Rodolfo M. Taboada. En el propio año, en Montevideo, compone "La Conga del Carnaval de Uruguay", que provoca un verdadero frenesí bailable, y "Quién", que dedica a Elvira Ríos.

En 1942 crea "Misterioso Nilo Azul", después nombrado "Bolero árabe", con letra de César Lenzi. Y en 1943, "Escúchame", con letra de Fernando Torres, y "Mi sueño y tú", incorporado al repertorio de Rita Montaner. En 1944 lanza "Me estoy enamorando de ti", y al año siguiente, en La Habana, "¿Cuándo me vas a querer?" y "Mi noche sin luna". Países como Perú y Chile se vieron privilegiados con los boleros "Perú" y "Linda chilena", también compuestos en 1944.

Otra pieza suya muy conocidas fue "Cariñosamente", de gran éxito en La Habana de los 50 en voz de Tina de Mola.

Tras el regreso a Cuba, el 2 de febrero de 1945 debutan en el cabaret Tropicana. Antes del año parten hacia los Estados Unidos bajo el nombre de Havana Cuban Boys, tras la escisión sufrida por la orquesta.

Tras una breve estancia en aquel país, la orquesta viaja en 1947 a Europa y al Cercano Oriente. En diciembre de 1950 vuelven a La Habana para presentarse con Josephine Baker y Roland Gerbeau en el teatro América, y para inaugurar la TV en Cuba.

En 1951 viajan por Sudamérica y en 1952 regresan a la patria, donde hacen temporadas en teatros y cabarets y en giras alternas entre Sudamérica y Europa dejan actuaciones tan memorables como las de 1953-54 en la inauguración del hotel Tamanaco de Caracas y en la X Conferencia de Cancilleres, celebrada en la propia capital venezolana. Allí coinciden con orquestas como a de Machito y sus Afrocubans, la de Xavier Cugat y las cubanas Anacaona y Casino de la Playa.a "Festival" en TV.

En 1959 la orquesta andaba por Europa. En 1961 Oréfiche visita Cuba y luego se establece como pianista en España. Al decir de un crítico que lo ve actuar en la discoteca madrileña Long Play, "…a uno le parece estar frente a un virtuoso pianista veintiañero que deleita y embriaga con su arte y sus canciones"

En 1994 Oréfiche es invitado a participar en los EE. UU. en un espectáculo de pregones cubanos llamado "Si te quieres por el pico divertir". Allí, animado por un público que lo aplaude de pie, rinde tributo a Lecuona interpretando "El cisne", "Juventud", "Para Vigo me voy" y "Panamá", además de los pregones "El frutero", "El dulcero" y "El pulpero".

Las cenizas del célebre pianista y compositor cubano Armando Oréfiche fueron vertidas en el mar frente a la avenida que acostumbró a recorrer los últimos años de su vida.

Oréfiche, figura descollante de la música popular cubana del siglo XX, falleció en Las Palmas el 24 de noviembre del 2000, víctima de una anemia agresiva que lo mantuvo hospitalizado por varias semanas.