Antonio
Lorda
Ortegosa

Antonio Lorda Ortegosa
Nacimiento:  
17
/
2
/
1845
Fallecimiento:  
16
/
5
/
1870

Mayor General. Médico-cirujano. Patriota de la independencia de Cuba. Congregó a un grupo de patriotas con el fin de fomentar en Santa Clara una conspiración.

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1 Síntesis biográfica
1.1 Patriota de la Independencia de Cuba
1.2 Muerte
2 Fuente
Síntesis biográfica

Nació en Santa Clara, Las Villas. Niño aún, fue enviado a Francia, la patria de su padre. En Burdeos comenzó a estudiar medicina, carrera por la que sentía vocación. Tanto en Burdeos como en París, donde se graduó de médico antes de haber cumplido veinte años, fue laureado y premiado más de una vez.

En Francia ejerció poco tiempo su profesión, pues el amor a su tierra lo llamaba, y a ella volvió, ansioso de vivir bajo su cielo azul, al arrullo de sus palmas, calentado por su sol.

En octubre de 1868, enterado Antonio Lorda de que ya en Oriente se peleaba por la independencia de Cuba, por el derecho, por la justicia; de que ya se mataba y moría por acabar con los amos y señores; de que ya se luchaba por hacer del cubano paria un ciudadano respetado por su trabajo y por su esfuerzo, sintióse enardecido, sintió que una ráfaga de viento, venido de los maniguales donde ya se había comenzado a vivir la epopeya, le pasaba por sobre la cabeza, y, entusiasta, congregó a un grupo de patriotas con el fin de fomentar en Santa Clara la conspiración.

Por su iniciativa se formó en la citada ciudad una Junta Revolucionaria, compuesta por Miguel Jerónimo Gutiérrez, Eduardo Machado, Juan N. Cristo, Tranquilino Valdés, Arcadio S. García, Francisco Casamadrid, Francisco del Cañal y Francisco Navarro, entre otros. Esta Junta, apenas constituida, comenzó a trabajar sin descanso ni temores en pro de la revolución, y proclamó la necesidad de secundarla.

Acompañado de Miguel Jerónimo Gutiérrez, vino Lorda a la Habana, a entrevistarse con José Morales Lemus. Enterado el insigne patricio habanero de los planes revolucionarios de los decididos villareños, les ofreció enviarles armas en una goleta, ofrecimiento que nunca fue cumplido. Agitados en demasía los ánimos de los patriotas de Santa Clara, acordaron, ante el peligro inminente de ser descubiertos y aprehendidos, lanzarse al campo, aunque fuera desarmado.

Fue el 7 de febrero de 1869 el día glorioso en que los cubanos de la provincia de Santa Clara se echaron al monte, amotinados contra la tiranía secular de España. Miles de hombres acudieron a la cita: miles de hombres respondieron a la clarinada sonora que llamaba al sacrificio por la libertad! Pasados los primeros días y los primeros júbilos y sobresaltos, propuso Lorda que se debía emprender inmediatamente la invasión del territorio de Colón y llevar la guerra a la provincia de Matanzas. Tal proposición fue desechada, tomándose a poco el acuerdo de marchar hacia Oriente, a entrevistarse con el caudillo de Yara, con Carlos Manuel de Céspedes.

Meses después de constituida la República, el Presidente Carlos Manuel de Céspedes lo nombró Secretario de la Guerra, cargo que desempeñó a satisfacción de todos. En el cumplimiento de tan altas funciones se hallaba cuando cruel enfermedad lo hizo su presa.

Y a los pocos días, rodeado de amigos tristes y hambrientos, después de una jornada terrible bajo una lluvia copiosa, por entre piedras y zarzales; después de una noche de angustia y horror, de tormentos infinitos, exhaló el último aliento de su vida aquel hombre bueno, franco, leal, patriota y valiente; aquel hombre que había, trocado, por servir a su tierra, por lograr su libertad e independencia, las delicias de su casa rica, por la muerte en el desamparo y la miseria, en una oscura ceja de monte.

Allá, en terrenos de la finca Babujales, murió y allí cavaron sus compañeros la sepultura en que había de reposar. Dice uno de los actores de aquel día, que cerca de un árbol llamado jigüe o sabicú lo enterraron.